Tosar-Tabucchi
Un gran actor: Pep Tosar. Un gran espect¨¢culo: Rev¨¦s. Un espect¨¢culo m¨ªnimo, humilde y poderoso sobre algunos cuentos de Antonio Tabucchi. Un espect¨¢culo que, en cualquier otro pa¨ªs, permanecer¨ªa meses en cartel. Ha estado en el Lliure tres semanas, a teatro lleno, y ahora empieza gira; por eso me apresuro a recomend¨¢rselo. Si ven un cartel anunciando Rev¨¦s, con Pep Tosar y Joan Bibiloni, dirigido por Xicu Mass¨®, vayan volando. El otro d¨ªa, una amiga me pregunt¨®: '?Qu¨¦ te da el teatro que no te de el cine?'. Le dije: Espect¨¢culos como ¨¦ste. Yo casi no conoc¨ªa a Tabucchi. Prejuicios idiotas: el ¨¦xito masivo, internacional, de Sostiene Pereira. Hab¨ªa le¨ªdo algunos cuentos, hac¨ªa tiempo. Pero hay demasiados libros ?verdad? Y demasiados espect¨¢culos. Por eso hay que insistir.
Pep Tosar ha insistido con Tabucchi, una de sus pasiones. La temporada pasada, tambi¨¦n a las ¨®rdenes de Xicu Mass¨®, protagoniz¨® R¨¦quiem. Y ahora ha vuelto, acompa?ado de Joan Bibiloni, prodigioso m¨²sico, actor 'con ¨¢ngel' (esa cualidad que se tiene o no se tiene), para narrarnos algunos de sus cuentos preferidos. La prueba de fuego de Rev¨¦s: al acabar, uno siente la necesidad imperativa de correr a leer los libros de Tabucchi. Aunque sabes que nunca los vas a leer tan bien como te los ha le¨ªdo Pep Tosar. Con las pausas adecuadas. Con la emoci¨®n precisa. Y el humor. En este sentido, Tosar es un actor contagioso: contagia sus pasiones. Cuando, har¨¢ unos a?os, present¨® su primer mon¨®logo, Sa historia des senyor Sommer, miramos a Patrick S¨¹skind con otros ojos. Y le escuchamos con otros o¨ªdos. S¨¹skind dejaba de ser (prejuicio, prejuicio) el autor de un best seller internacional, El perfume, para convertirse en un amigo, en un compa?ero, en un escritor pr¨®ximo: Tosar nos lo hab¨ªa hecho '¨ªntimo'. ?sa es su mayor virtud: crear una relaci¨®n de hermandad, de intimidad con un escritor. Despu¨¦s vino La casa en obres, un montaje en el que Tosar se convert¨ªa, literalmente, en Blai Bonet. Blai Bonet, sentado a la puerta de su casa, un anochecer de verano, contemplando con dolor ir¨®nico 'la vida que pas¨®/y parece/ya no pasar', como dec¨ªa Jaime Gil.
Ahora le ha tocado el turno a Antonio Tabucchi. De entrada, hay una coincidencia que a Tabucchi le encantar¨ªa. Han coincidido en cartel Novecento y Rev¨¦s. Dos espect¨¢culos sobre narradores italianos, protagonizados por un actor y un m¨²sico. Jordi Bosch y Agust¨ª Fern¨¢ndez en Novecento; Tosar y Bibiloni en Rev¨¦s. Si a la salida del Poliorama y del Lliure se hubieran colocado tenderetes con sus libros, negocio seguro. Hay m¨¢s magos en Rev¨¦s. Los textos de Tabucchi, adaptados y traducidos, espl¨¦ndidamente, por Llu¨ªs Massanet. La voz (y el cuerpo, y la mirada) de Pep Tosar. La m¨²sica y la sonrisa vol¨¢til, de 'beato ang¨¦lico', de Joan Bibiloni. Pero tambi¨¦n la direcci¨®n, la ordenaci¨®n sabia, de Xicu Mas¨®, y la arquitectura de luces de Xavier Clot. Ordenaci¨®n, arquitectura: Eleg¨ªa. Magia. Misterio. Lejan¨ªa. S¨ª, esas podr¨ªan ser las cuatro notas, los cuatro tempos de la partitura. El espect¨¢culo empieza con una nota elegiaca, Missatge des de sa penombra, un Tabucchi que recuerda al Pavese doliente y pante¨ªsta de La bella estate, y al Coral romput de Estell¨¦s: el recuerdo de la voz de Ovidi y la guitarra de Toti, al anochecer; 'la guitarra amarga/la guitarra profunda/pouant didals d'aigua d'un aljub remot¨ªssim'. (Una petici¨®n, desde aqu¨ª, para Tosar: hacernos o¨ªr, vivir, de nuevo, L'uomo della fiore in bocca, de Pirandello).
Tras la eleg¨ªa, brotan dos columnas de bombillitas y entramos en el circo, en la magia humilde: La Portentosa Historia de Irma Sirena. La voz de Tosar es ahora la de un augusto sabio, como Jos¨¦ Maria Pou cont¨¢ndonos -?recuerdan?- El Gallitigre, de Tomeo. Bibiloni es el clown que vivi¨® el prodigio, en bicicleta, tocando el ukelele: '?Irma Sirena era realmente una sirena!'. Un relato casi oculto, por cierto, en las ¨²ltimas p¨¢ginas de Conversaciones con Antonio Tabucchi (Anagrama, 1998).
Despu¨¦s, sin m¨¢s transiciones que las de la guitarra, ahora m¨¢s grave, y de la luz, lateral, on¨ªrica, Tosar se convierte en el amante de la inaprensible Maria do Carmo Meneses de Sequeira para narrarnos su m¨²ltiple vida y su mensaje p¨®stumo: Es Joc des rev¨¦s, el bloque central del espect¨¢culo, el texto y la interpretaci¨®n que, por s¨ª solos, justificar¨ªan la velada. Un relato magistral, que Pep Tosar nos cuenta c¨®mo nos lo contar¨ªa Adolfo Bioy Casares; con un extremo pudor, el pudor de un gentleman enamorado de una maga. S¨ª, Tosar lo cuenta como nos lo contar¨ªa un caballero desconocido, durante un viaje en tren, por la noche. Con el ritmo del tren, rodeados de oscuridad. Luego, una sonrisa enigm¨¢tica, y el viajero se apea en una estaci¨®n solitaria; se esfuma dej¨¢ndonos con la sospecha de si lo hemos o¨ªdo o lo hemos so?ado.
?Se acaba Rev¨¦s? No, queda una propina, queda el ¨²ltimo movimiento de la sinfon¨ªa Tabucchi. Falta un tono, falta un color. El azul rotundo de la invenci¨®n pura. El azul de la postal que Tadeo enviar¨¢ a sus amigos, desde Italia, fingiendo una vuelta al mundo. Una vuelta al mundo con la foto de Isabel, su esposa muerta, en la maleta. El relato se llama Molts records, y Tadeo e Isabel dos viejos amigos, dos personajes recurrentes en la narrativa de Tabucchi. Tras ser el misterioso caballero del tren con el perfil y la sonrisa triste de Bioy, ahora Tosar, en una pirueta de saltimbanqui, se nos convierte en un poverello de comedia italiana, mitad Tot¨® mitad Tati: Tot¨® disfrazado de se?or Hulot, con sed de lejan¨ªas, marchando a un viaje imposible, mientras Bibiloni, convertido en ni?o de estaci¨®n, se queda con las postales y le canta, nos canta, Come prima. Tosar no conoce, me dijo, a Tabucchi. Tabucchi le env¨ªa postales, eso s¨ª: 'Caro Pep'. Pero se conocen mucho, much¨ªsimo. Y, gracias a Tosar, nosotros conocemos m¨¢s, y mejor, a Tabucchi. Todo gran escritor deber¨ªa tener a un gran actor como Tosar. Rev¨¦s, un regalo, una maravillosa colecci¨®n de postales.
Y la semana que viene, otro regalo posible, la femme fatale protot¨ªpica: la se?orita Lul¨² Von Wedekind, en el Nacional. Nos vemos.
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