Los rusos viven con angustia el final de la estaci¨®n espacial 'Mir'
La ca¨ªda de la estaci¨®n orbital es vivida por la poblaci¨®n como un s¨ªmbolo de la decadencia de su pa¨ªs
Los dirigentes pol¨ªticos, conscientes de ese sentimiento amargo y frustrante, trataron ayer de dorar la p¨ªldora al pueblo ruso. Ili¨¢ Kleb¨¢nov, el viceprimer ministro responsable de la industria militar, declar¨® que en el futuro Rusia podr¨ªa construir una Mir-2, y el jefe del Gobierno, Mija¨ªl Kasi¨¢nov, le apoy¨®. Pero la mayor parte de los rusos no se hace ilusiones: el Kremlin no tiene medios econ¨®micos para mantener una estaci¨®n espacial propia. El mismo Kleb¨¢nov lo reconoce y dice que tendr¨¢n que pasar por lo menos 15 a?os antes de que Mosc¨² pueda acometer ese proyecto.
Incluso la fundaci¨®n de apoyo a las investigaciones espaciales La Mir para el Mundo -que el a?o pasado lanz¨® una infructuosa campa?a para mantener la estaci¨®n rusa en ¨®rbita y que no dej¨® de luchar por ello hasta el ¨²ltimo minuto- se resign¨® ayer y llam¨® a guardar hoy un minuto de silencio en el que callar¨¢n todas las radios y televisiones, mientras que sonar¨¢n las bocinas de los coches y las sirenas de los barcos.
'Recordemos lo que nos une: el orgullo por nuestras grandes conquistas comunes', declararon en su llamamiento los organizadores de esta acci¨®n, que transcurrir¨¢ a las ocho de la ma?ana, hora peninsular espa?ola.
'Quisiera pedir perd¨®n a la Mir por no haberla podido salvar', confes¨® ayer Guennadi Strek¨¢lov, quien realiz¨® cinco misiones al espacio, dos de ellas a la estaci¨®n. 'Estamos no s¨®lo ante el fin de la estaci¨®n, sino tambi¨¦n ante el fin de una gran parte del programa espacial ruso', se lament¨® Strek¨¢lov, de 60 a?os.
El cosmonauta Gueorgui Grechko, de 69, fue a¨²n m¨¢s categ¨®rico: con la Mir, dijo, Rusia pierde su protagonismo en el espacio. 'En cuanto EE UU haya obtenido de los rusos la experiencia necesaria, simplemente prescindir¨¢ de nosotros', a?adi¨®.
Justificaci¨®n oficial
Los dirigentes del programa espacial ruso justifican la decisi¨®n de hundir la estaci¨®n orbital asegurando que ya no se pod¨ªa seguir explot¨¢ndola de una manera fiable. En una carta abierta publicada ayer por el diario gubernamental Ross¨ªiskaya Gazeta, declaran que todas las proposiciones hechas para salvar la Mir son s¨®lo 'emocionales' y 'carecen de fundamento t¨¦cnico'. Rusia no pod¨ªa mantener su plataforma espacial en funcionamiento 'con el nivel de fiabilidad necesario' ni cumplir, por lo tanto, con sus obligaciones internacionales de garantizar en el futuro 'una ca¨ªda dirigida y segura', se dice en la carta titulada Dejemos las emociones a un lado: la estaci¨®n ha agotado sus recursos y firmada por un grupo de especialistas encabezado por Yuri K¨®ptev, el director general de la Agencia Espacial Rusa.
El Centro de Control de Vuelos de Rusia reprogram¨® ayer por la ma?ana el ordenador central de la Mir y conect¨® los sistemas de navegaci¨®n. Esta puesta a punto se produjo hora y media m¨¢s tarde de lo previsto, atraso que, seg¨²n los especialistas, no deb¨ªa afectar a la trayectoria de ca¨ªda del complejo orbital. Al mismo tiempo, desde tierra se restableci¨® su orientaci¨®n hacia el Sol, con el fin de cargar los acumuladores de energ¨ªa.
Despu¨¦s de hacer las comprobaciones necesarias, el Centro de Control de Vuelos introdujo en el ordenador los par¨¢metros bal¨ªsticos de su hundimiento. A partir de ese momento ya no hab¨ªa vuelta atr¨¢s: todo quedaba en manos de los especialistas o del azar.
Los m¨¢s molestos y preocupados por la ca¨ªda de la Mir han sido los chilenos, cuyo ministra de Exteriores, Soledad Alvear, divulg¨® una declaraci¨®n al respecto. Los neozelandenses tambi¨¦n han expresado su inquietud, sobre todo porque en la zona del Pac¨ªfico donde estaba previsto que se hundiera la Mir podr¨ªa haber hasta 27 barcos pesqueros. En un mensaje desde la zona, Stan Davis, capit¨¢n del Nightwind, uno de estos barcos, afirmaba ayer que el estado del mar era tal que tratar de escapar de la zona peligrosa ser¨ªa como arrastrase delante de un cami¨®n a alta velocidad.
Curiosamente, al menos un pa¨ªs ayer rezaba, seg¨²n los rusos, por que cayeran sobre ¨¦l algunos fragmentos del complejo orbital. Se trata de Tonga, una isla de Ocean¨ªa cuyos habitantes -poco menos de 100.000- querr¨ªan solucionar sus problemas econ¨®micos gracias a la Mir, concretamente con la compensaci¨®n que deber¨ªa pagarle el Gobierno ruso si caen en su territorio trozos de la estaci¨®n.
Para algunos, el mayor peligro no son los fragmentos de la Mir, sino los microorganismos que con ellos pueden llegar a la Tierra. Anatoli Mikisha, especialista del Instituto de Astronom¨ªa, volvi¨® ayer a advertir del peligro potencial de los 250 tipos de bacterias y hongos mutantes desarrollados en la ingravidez y con niveles de radiaci¨®n superiores a los de la Tierra. 'Desconocemos sus propiedades. Al caer en el oc¨¦ano, de donde procede la vida terrestre, pueden comenzar a multiplicarse en ese medio m¨¢s favorable y provocar consecuencias impredecibles en nuestro planeta', se?al¨®.
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'Mosc¨², tenemos un problema'
Mantener 15 a?os en el espacio un gigantesco mecano de 135 toneladas ha sido uno de los grandes logros de la conquista del espacio. Ha marcado un hito similar al del m¨ªtico primer vuelo al cosmos de Yuri Gagarin en 1961 o el de la llegada del hombre a la Luna en 1969. Conseguir hacer habitable durante largos per¨ªodos de tiempo esa compleja estructura suspendida a 400 kil¨®metros por encima del planeta azul ha sido un prodigio de ingenier¨ªa que se dir¨ªa tan s¨®lo al alcance de un pu?ado de visionarios. Mantener la estaci¨®n mientras 'all¨¢ abajo' se desmoronaba el gran pa¨ªs que la hizo posible casi roza el milagro. La Mir marcar¨¢ una era, y sus achaques de la ¨²ltima etapa quedar¨¢n como el reflejo de que el universo no se deja arrebatar sus secretos sin cobrar por ello un alto precio. La estaci¨®n orbital comenz¨® a ensamblarse en 1986 con un horizonte vital de cinco a?os, la tercera parte del que finalmente cumpli¨®. Y los accidentes de diversa gravedad pueden contemplarse como la consecuencia inevitable de la forzosa coalici¨®n de una estructura avejentada, la escandalosa falta de financiaci¨®n, el deterioro del tejido industrial que sosten¨ªa a la Mir desde tierra y el siempre imprevisible factor humano. Ya en 1987, el acoplamiento a la estaci¨®n del m¨®dulo Kvant-1 estuvo a punto de acabar en cat¨¢strofe. Y, en 1991, una nave de carga qued¨® fuera de control en la fase final de su acercamiento a la Mir, con la que estuvo a punto de chocar. Pero si hubo un a?o negro de verdad, en el que la cadena de percances se convirti¨® en una maldici¨®n, ¨¦se fue 1997. El pr¨®logo se hab¨ªa escrito el 6 de noviembre de 1996, cuando se averi¨® el aparato que recicla los residuos org¨¢nicos, una especie de retrete espacial que se atasc¨® justo cuando ya estaban repletos los contenedores de excrementos. Una nave de carga llev¨® semanas despu¨¦s los equipos necesarios para efectuar la reparaci¨®n, y la tripulaci¨®n (un norteamericano y dos rusos) pudo celebrar la Navidad (en realidad dos, por la diferencia entre los calendarios religiosos respectivos) con relativa normalidad. El episodio m¨¢s peligroso se produjo el 25 de junio de 1997, cuando una nave de carga Progress estaba siendo reacoplada manualmente para dejar sitio a otra nave del mismo tipo. Algo fall¨® (en las m¨¢quinas, en el comandante de la misi¨®n Vasili Tsbl¨ªyev, o en ambos) porque la Progress termin¨® chocando contra el m¨®dulo cient¨ªfico Spektr, que serv¨ªa de dormitorio al estadounidense Michael Foale. ?ste perdi¨® todas sus pertenencias personales. Pero no pens¨® en eso hasta mucho m¨¢s tarde. Su preocupaci¨®n inmediata, como la de sus compa?eros rusos, Tsibl¨ªyev y Alexandr Lazutkin, fue salvar la vida, la suya y la de la Mir. Ambas estuvieron ese d¨ªa en grave peligro. Los dos cosmonautas rusos reaccionaron al percance con gran rapidez y, para evitar la despresurizaci¨®n de toda la nave, cerraron la escotilla que separaba el Spektr del bloque central. Durante un momento, temieron que no les quedar¨ªa otro remedio que escapar de una muerte segura utilizando la nave Soyuz. Al final, todo qued¨® en un susto y en la p¨¦rdida del 40% del suministro de energ¨ªa, lo que oblig¨® a desconectar todos los equipos no vitales. El accidente provoc¨® tambi¨¦n una enorme pol¨¦mica, con cr¨ªticas tanto a la actuaci¨®n de los equipos de tierra (por no evaluar los riesgos de la fatiga psicol¨®gica de los astronautas), como a la de Tsibl¨ªyev, al que finalmente no se hizo responsable, pero que qued¨® tan marcado que dif¨ªcilmente concede una entrevista. Su argumento para negarse a conversar con EL PAIS ha sido que est¨¢ harto de que se tergiversen sus declaraciones. Ese mismo a?o de 1997 registr¨® en abril un aparatoso incendio, resuelto con medios convencionales, que subi¨® la adrenalina de la tripulaci¨®n hasta extremos alarmantes. Las llamas y el humo se interpon¨ªan entre la Mir y la nave de escape. La huida habr¨ªa sido imposible. Tras el susto del 25 de junio, los percances llegaron en una cadena que parec¨ªa no tener fin. Afortunadamente, la mala racha pas¨®, y la Mir volvi¨® a funcionar con relativa normalidad aunque su mala fama ya no la abandonar¨ªa nunca.Todav¨ªa en diciembre del 2000, se vivi¨® una jornada dram¨¢tica cuando se perdi¨® durante 21 horas todo contacto con ella. Pero, ya para entonces, estaba vac¨ªa, en plena agon¨ªa, prepar¨¢ndose para una eutanasia lo m¨¢s digna posible.
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