La izquierda, las marionetas y el 'subcomandante'
Empezar¨¦ citando una atrevida afirmaci¨®n de Noam Chomsky: el mes de marzo del a?o 2001 ha sido testigo de un acontecimiento que podr¨ªa 'cambiar el curso de la historia contempor¨¢nea'. Se refiere a la caravana zapatista que repiti¨® simb¨®licamente el camino que, en 1914, Emiliano Zapata y sus insurgentes hicieron a pie desde el sur de M¨¦xico hasta la capital federal para juntarse con Pancho Villa, que ven¨ªa del norte.
Aquellos eran tiempos tumultuosos y esperanzados que, por desgracia, terminaron en agua de borrajas. La subida al poder del Partido Revolucionario Institucional (PRI), al igual que la ca¨ªda del Palacio de Invierno a manos de los bolcheviques, la larga marcha de Mao o la insurrecci¨®n en la Sierra Maestra cubana, dieron lugar a reg¨ªmenes que se fueron pudriendo poco a poco en su propia descomposici¨®n, pues, a pesar de las indiscutibles reformas sociales que llevaron a cabo, terminaron sometidos a una nueva burgues¨ªa de Estado, cuyo mayor inter¨¦s, al cabo de los a?os, fue o sigue siendo perpetuar sus privilegios de clase.
Tras la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn en 1989 y el finiquito del hasta entonces mal llamado 'bloque comunista' -nunca lo fue-, hemos asistido al advenimiento de eso tan posmoderno que denominamos pensamiento ¨²nico, es decir, a la ideolog¨ªa consistente en considerar que el planeta Tierra es un objeto comercializable, caiga quien caiga.
La izquierda occidental ha soportado mal el terremoto. Reducidos los viejos partidos comunistas a una mera presencia testimonial en nuestras democracias burguesas, el socialismo hered¨® la apelaci¨®n de origen 'izquierda', pero no nos enga?emos, los socialistas actuales se parecen tanto a los de Pablo Iglesias o L¨¦on Blum como los dinosaurios de Steven Spielberg a aquellos que retozaban en las praderas de la prehistoria: son la realidad virtual contrapuesta a la realidad real. Su hoja de servicios en el poder es lamentable: Gonz¨¢lez cay¨® v¨ªctima de la corrupci¨®n, Mitterrand no dud¨® en utilizar el terrorismo contra Greenpeace y Tony Blair acude como un perrito a bombardear ni?os iraqu¨ªes cuando se lo ordena el general¨ªsimo del imperio. Son -el apelativo popular es casi un insulto- 'pol¨ªticos'. Ya no buscan cambiar el curso de la historia, se conforman con un lugar en el banquete del mundo.
El ¨²ltimo decenio ha sido testigo de una carrera despiadada entre compa?¨ªas multinacionales que se compraban unas a otras con el fin de lograr un predominio en el mercado planetario, alcanzando en el camino tal poder que los pol¨ªticos tradicionales quedaron reducidos a marionetas de gui?ol, cuyos hilos est¨¢n controlados por un nuevo capitalismo globalizador, sin fronteras ni nacionalidad, capaz de crear m¨¢s miseria en el Tercer Mundo que ning¨²n otro imperio. Mientras tanto, el 'fin de la historia' de Francis Fukuyama ha coincidido con la propagaci¨®n cl¨®nica de dudosos jefes de Estado o de Gobierno, que hacen g¨¢rgaras cada ma?ana con la palabra democracia, verdadero fetiche ling¨¹¨ªstico neoliberal que oculta algo m¨¢s siniestro: a los ciudadanos, tal como se?ala Chomsky, lo ¨²nico que se les permite es 'acudir a las urnas y seleccionar a un representante del mundo empresarial'. Son espectadores, no participantes.
El amo del mundo es hoy el capital globalizador, ap¨¢trida e invisible. El Ej¨¦rcito Zapatista de Liberaci¨®n Nacional se opone a dicho estado de cosas, pero, al contrario que el comandante Che Guevara, que se enfrent¨® a su adversario en el campo de batalla y muri¨® en el intento, el subcomandante Marcos -portavoz del EZLN- ha aprendido las lecciones del pasado: cualquier guerra 'normal' entre dos ej¨¦rcitos cuya relaci¨®n de fuerzas es desproporcionada la pierde sin remedio el m¨¢s d¨¦bil. Por eso, Marcos adopta una nueva forma de lucha, hasta ahora in¨¦dita, la de la ret¨®rica. Sus hermosas contorsiones verbales ('muchas lenguas aut¨®ctonas mexicanas son ricamente metaf¨®ricas', me cuenta un amigo de all¨ª, 'y eso se nota cuando hablan castilla') proclaman verdades como pu?os. 'El poder es un lugar vac¨ªo', dice Marcos, pues ni una sola de las marionetas que hoy sientan sus posaderas sobre los bancos de cualquier parlamento -ni siquiera el de los Estados Unidos- tiene el menor control de lo que ocurre en su territorio cuando se trata de asuntos de aut¨¦ntica importancia. La capacidad de an¨¢lisis pol¨ªtico de Marcos es ya legendaria (v¨¦ase el texto castellano de su ensayo 'La derecha intelectual y el fascismo liberal', en Le Monde Diplomatique o su reciente entrevista aparecida en el semanario mexicano Proceso.
Es f¨¢cil comprender por qu¨¦ los zapatistas despiertan simpat¨ªa: exigen poca cosa, s¨®lo dignidad y el control aut¨®nomo de la tierra donde viven. No se definen como revolucionarios, sino como rebeldes sociales. Habla Marcos: 'El revolucionario se plantea: tomo el poder y desde arriba transformo las cosas... El rebelde social organiza a las masas y desde abajo va transformando sin tener que plantearse la cuesti¨®n de la toma del poder'. Son tan at¨ªpicos que el capital globalizador est¨¢ desconcertado. ?C¨®mo bombardear sin perder la cara a alguien que, de entrada, renuncia al ¨²nico argumento que la OTAN podr¨ªa utilizar para machacarlos humanitariamente?
Por el momento, la guerra sucia contra ellos se limita a una campa?a de desprestigio por parte de algunos intelectuales del otro bando, tal como los lectores de EL PA?S pudieron ver el pasado 8 de marzo (Nueve inexactitudes sobre la cuesti¨®n ind¨ªgena, de Enrique Krauze). Adem¨¢s, mucha gente honrada tiene miedo de las capuchas y del fusil autom¨¢tico, y no les falta raz¨®n, lo cual es un lastre que el EZLN deber¨¢ largar. Un amigo colombiano me confes¨® hace poco sus recelos por correo electr¨®nico: 'Ojal¨¢ el subcomandante Marcos muestre m¨¢s sind¨¦resis que nuestros Jojoyes y Marulandas y al negociar entienda que debe dejar las armas'. ?Qu¨¦ responde Marcos a objeciones como ¨¦sta? Escuch¨¦moslo: 'Definitivamente, un militar, me incluyo entre ellos, es un hombre absurdo e irracional, porque tiene la capacidad de recurrir a la violencia para convencer... Lo que le estamos diciendo a Fox, y sobre todo al Congreso de la Uni¨®n, es justamente que nos ayuden a perder. Si nosotros tenemos ¨¦xito en esta movilizaci¨®n pac¨ªfica, ?qu¨¦ sentido tienen las armas para el EZLN o los movimientos armados?'.
Por su parte, el presidente es una marioneta est¨¢ndar que gu¨ªa sus acciones de acuerdo con la imagen y los sondeos, debilidad que lo convierte en presa f¨¢cil del astuto Marcos, que le gana de calle todos los pulsos. Un ejemplo: Fox trat¨® de neutralizar a los zapatistas afirmando que ¨¦l tambi¨¦n quiere la paz e invit¨¢ndolos a la residencia presidencial, algo que, de haberse concretado, lo habr¨ªa hecho subir en el term¨®metro de la popularidad. Pero, ?qu¨¦ significa eso de que tambi¨¦n quiere la paz? Nada, pura verborrea, y Marcos lo sabe, pues Clinton, Bush, Sharon, Solana y otros del mismo jaez tambi¨¦n 'quer¨ªan la paz', pero hicieron la guerra. Negociar es encontrar soluciones, no salir en la televisi¨®n y, por eso, declin¨® la oferta.
Fox fue director en M¨¦xico de la compa?¨ªa Coca-Cola y, con un pasado as¨ª, le resultar¨¢ dif¨ªcil considerar que su pa¨ªs es algo m¨¢s que una empresa comercial. Chiapas -un lugar empobrecido pero rico en recursos naturales- es el nuevo objeto del deseo de los inversores del capital globalizador. El Proyecto Puebla-Panam¨¢, que pretende desarrollar el sur nacional seg¨²n el cl¨¢sico estilo capitalista, ha sido ya equiparado por Marcos con los estragos causados por la conquista espa?ola.
?C¨®mo conciliar el justo sue?o de tierra y libertad que tienen los ind¨ªgenas con el deseo de r¨¢pidos beneficios econ¨®micos de un enemigo -el capitalismo globalizador- que posee el arsenal armamentista m¨¢s poderoso de la historia de la humanidad? La soluci¨®n, de existir, no se halla -ni se hall¨® nunca- en la lucha armada, sino en la original campa?a pol¨ªtico-medi¨¢tica de los zapatistas. Las represiones sangrientas de Praga, de Tiananmen o de la propia plaza de las Tres Culturas en la capital federal est¨¢n en el horizonte del recuerdo, ¨¦se ser¨¢ el peligro a sortear. Pero una cosa es cierta: si el porvenir de los desheredados parece hoy menos imposible que ayer, si alg¨²n d¨ªa llegan a crear una globalizaci¨®n popular -verdaderamente democr¨¢tica y pac¨ªfica- de signo contrario a la de las compa?¨ªas multinacionales, se deber¨¢ en buena parte a la praxis de un joven intelectual mexicano que hace a?os decidi¨® abandonar las est¨¦riles pol¨¦micas de caf¨¦ y echarse al monte como en los tiempos heroicos de la izquierda antigua, pero con el arma inusitada de un ordenador port¨¢til bajo el brazo y una idea muy clara de lo que es el simulacro ret¨®rico de los poderosos, simulacro que esperaba desactivar, combatir y vencer con la palabra.
Las espadas, al igual que en el c¨¦lebre episodio de Don Quijote contra el vizca¨ªno, est¨¢n en alto y el desenlace del duelo es m¨¢s que incierto para los zapatistas. Muchos espa?oles apoyamos esta causa. Su derrota ser¨ªa la nuestra; su victoria, tambi¨¦n. Por el momento, nos queda en la retina la ruidosa entrada en el Z¨®calo del EZLN el 11 de marzo, cuando la Ciudad de M¨¦xico, como ha dicho Jos¨¦ Saramago, fue la capital del mundo.
Manuel Talens es escritor.
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