Dignidad e igualdad
Cuando yo contaba con tres a?os de edad fui escolarizado gracias a la maestra do?a Pepa, que as¨ª denominaban mis mayores a Josefa Navarro, que por entonces ejerc¨ªa Magisterio en Coria del R¨ªo.
Despu¨¦s de aprender bastante, para la edad de cuatro a?os, mi familia tuvo que emigrar en 1965, como tantos y yo dir¨ªa que demasiados andaluces, en nuestro caso emigramos a un pueblo del sureste de Madrid. No pude escolarizarme por la edad y fecha de nacimiento, retrasando lo aprendido anteriormente. Una vez en la escuela me desprendieron de la modalidad ling¨¹¨ªstica andaluza, como se dir¨ªa en andaluz, 'a guant¨¢ limpia', es decir, mi diglosia ling¨¹¨ªstica fue depurada por ser impura, corrupta y esa forma de expresar no era digna de ser hablada.
En 1968 naci¨® mi hermana m¨¢s peque?a, enferm¨® de bronquitis a los nueve meses de edad; acudiendo mi madre al m¨¦dico le coment¨®: '?Mire usted, mi hija padece bronquitis!', en perfecto andaluz y no en castellano, como hubiera preferido este se?or de carrera. ?l la contest¨®: 'Usted c¨®mo va a saber lo que tiene su hija, si usted no tiene estudios ni mucho menos carrera'. Esto por no decirla que era una inculta por su forma de expresarse y negando con rotundidad que padec¨ªa esa enfermedad. Le dio otro diagn¨®stico con receta de inyecciones.
Mi madre fue inmediatamente al practicante para medicarla y ¨¦ste, al ver el medicamento, lo potente que ¨¦ste era y la corta edad de mi hermana, exclam¨®: '?C¨®mo le han recetado tal medicina para esta criatura!'. Despu¨¦s de una corta conversaci¨®n decidieron no contradecir la prescripci¨®n del que all¨ª llamaban 'don Ovidio' y medicaron a la paciente de tan corta edad. Y mi hermana, Mar¨ªa del Carmen Hermida Jap¨®n, falleci¨® minutos m¨¢s tarde, s¨®lo porque su madre hablaba de un modo impuro y corrupto, y no merec¨ªa ning¨²n tipo de cr¨¦dito. ?C¨®mo iba, un se?or de carrera, a saber menos de medicina que la madre de esta criatura que encima hablaba andaluz, un habla tan sucia, corrupta e impura? ?C¨®mo pod¨ªa osar mi madre..., inculta por esa forma de hablar, poner en duda a un hombre tan versado en medicina?
Yo opino que la obcecaci¨®n de estos doctores del saber les nubla la visi¨®n de las cosas, negando cualquier parecer que no sea el suyo, con tanto conocimiento. El bosque no les deja ver el ¨¢rbol.
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