Pintores rusos
Es sorprendente el env¨ªo desde la desaparecida Uni¨®n Sovi¨¦tica de un gran racimo de obras de artistas rusos, que representan a este pa¨ªs bajo el t¨ªtulo Rusia, siglo XX. Se exhibe la muestra en la Fundaci¨®n Caja Vital Kutxa de Vitoria. Para abundar en lo sorprendente, en el cat¨¢logo se dice que la exposici¨®n re¨²ne obras realizadas al margen del arte oficial sovi¨¦tico.
La impresi¨®n que se obtiene tras recorrer la muestra es todo lo contrario. La mayor¨ªa de las obras expuestas comportan la voluntad de no apartarse de lo trillado y rutinario, para gloria de las consignas oficiales. Uno de los ejemplos m¨¢s evidentes lo encontramos en las obras firmadas por Vasili Striguin, donde lo anecd¨®tico se alza hasta cotas de rampl¨®n simplismo. En cuanto al paisajismo, poco de valor cabe destacar. Tan s¨®lo lo que viene de la mano de artistas como Piotr Zverkowski, Antonina Sologub, Vadim Velichko o Varvara Glazunova, y una arboleda de Vasili Martynov, fechada en 1911. Dos paisajes de Igor Shusenok, acreditan una muy buena factura, aunque resultan demasiado apegados a una pintura de ra¨ªz decimon¨®nica.
En el r¨ªo revuelto de la exposici¨®n descubrimos un caso curioso: mientras uno de los artistas parece poseer buenas cualidades para el arte pl¨¢stico, por estar empe?ado en la aventura de lo ilustrativo, el resultado final no acaba por convencer. Nos referimos en concreto a Vladimir Zajarkin, en relaci¨®n con tres obras suyas sobre granjeros, y exceptuamos las otras tres con retratos de ni?os, que no dicen nada. Para que no falte lo anecd¨®tico y la sumisi¨®n al arte oficialista, en algunos cuadros se hace referencia expresa a Lenin, pint¨¢ndolo rodeado de enfelizadas masas, cuando no buc¨®licamente al lado de melifluos adolescentes.
Poco m¨¢s debe a?adirse en torno a lo visto, salvo que no pocos de los que comparecen en la exposici¨®n son ep¨ªgonos de los artistas consagrados por la Academia de las Artes de la URSS, tales como Reshetnikov, Moravov, Gerasimov, Melikhov, Zhilinsky, Deineka, Modorov, entre otros reverenciales maestros de lo consabido.
Para que lo sorprendente no pare ni un momento, sorprende que no hayan incluido ni una obra siquiera de lo que realizaron artistas rusos de talla mundial a lo largo del siglo XX. Y sin embargo, la n¨®mina de grandes creadores es abultada y s¨®lidamente contrastada. Va desde Vasili Kandinsky y Malevich hasta los hermanos Pevsner y Gabo, pasando por Miturich, Tatlin, El Lissitzky, Klutsis, Rodchenko y otros muchos, adem¨¢s de las prestigiosas artistas adscritos al movimiento constructivista, como Natalia Goncharova, Liubov Popova, Alexandra Ekster, Olga Rozanova, Varvara Stepanova, Nadezhda Udaltsova...
Si se hubiera alegado que las obras de los artistas citados en el p¨¢rrafo inmediatamente precedente son dif¨ªciles de reunir, dada sus altas cotizaciones, podr¨ªamos entender su exclusi¨®n. Sin embargo, nada de esto se dice en el texto del cat¨¢logo. La idea de esas injustificables ausencias se basan en unas palabras de Lenin, quien invitaba a los artistas a tomar la belleza como meta de sus obras, aduciendo textualmente: 'Es una tonter¨ªa venerar lo nuevo, por el hecho de serlo'. El autor del texto principal del cat¨¢logo, Mat¨ªas D¨ªaz-Padr¨®n -conservador jefe del Departamento de Pintura Flamenca y Holandesa del Museo del Prado-, refrenda las palabras de Lenin con esta rotunda y admonitoria frase: 'Inteligente sentencia que muchos de nuestros artistas deber¨ªan recordar'.
Despu¨¦s de este refrendo, se comprende muy bien que la exposici¨®n se inscriba dentro de un arte comprensible, dulz¨®n y lleno de convenciones de fondo y de formas.
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