El modelo holand¨¦s
Hace unos d¨ªas, en un debate en BTV sobre inmigraci¨®n, la responsable de pol¨ªticas sociales del Ayuntamiento de Barcelona, N¨²ria Carrera, nos coment¨® -en el curso de una intervenci¨®n excelente- lo que denomin¨® el modelo holand¨¦s de acogida. Explic¨® que en Holanda, para conseguir el empadronamiento, es obligatorio pasar por un curso de holand¨¦s. Al lado de esta obligaci¨®n, los holandeses ofrecen a los inmigrantes v¨ªas ¨²tiles para el acceso al trabajo y a la vivienda. Comentaba la responsable municipal que esta obligaci¨®n de pasar por un curso de holand¨¦s va a favor de los inmigrantes, porque les evita el peor gueto, el aislamiento ling¨¹¨ªstico, pero tambi¨¦n introduce la idea de deberes al lado de la de derechos. Y comentaba tambi¨¦n que este modelo pod¨ªamos adoptarlo en nuestro pa¨ªs, en las lenguas que aqu¨ª son oficiales, el catal¨¢n y el castellano.
Personalmente, me parecieron atractivos dos aspectos de esta propuesta de Carrera. El primero, que proviniese de un Ayuntamiento socialista. En el clima creado hace unas semanas, si alguien hubiese planteado desde el nacionalismo catal¨¢n la idea de convertir en obligatorio un curso de lengua catalana es probable que le habr¨ªan enviado a las galeras de la incorrecci¨®n pol¨ªtica. El segundo, que siendo una propuesta positiva y pol¨ªticamente correcta, indicase que la ciudadan¨ªa comporta un c¨®digo de derechos y de deberes universales, entre los que se encuentra el conocimiento de la lengua oficial.
Si el modelo holand¨¦s es esto, bienvenido sea. Tal vez voy m¨¢s lejos que la propia formulaci¨®n de la se?ora Carrera, pero me parece que va impl¨ªcito en el ejemplo. Un modelo para la acogida de la inmigraci¨®n en la que hablemos muy poco de inmigrantes y mucho de ciudadanos. En el que hagamos muy pocas pol¨ªticas destinadas expl¨ªcitamente a los inmigrantes y muchas dirigidas al conjunto de la ciudadan¨ªa. ?Consideramos, en materia de lengua, que todos los ciudadanos de Catalu?a deben conocer el catal¨¢n y el castellano? Pues esto debe ser v¨¢lido para todos. ?Consideramos que todos los ciudadanos de Catalu?a deben tener el derecho a una vivienda digna, a unas condiciones laborales dignas, a unos servicios sanitarios y educativos? Pues esto sirve para todos, hayan nacido donde hayan nacido. ?Consideramos que la obligaci¨®n de los poderes p¨²blicos es mantener la seguridad ciudadana y evitar y perseguir la delincuencia? Pues esto se aplica a todos, sin excepciones. ?Consideramos bueno para los ciudadanos de Catalu?a que todos tengamos formaci¨®n obligatoria hasta los 16 a?os y que esto incluya conocimientos de m¨²sica y ejercicio f¨ªsico? Pues es la regla y la obligaci¨®n tambi¨¦n para todos.
No s¨¦ si esto es el modelo holand¨¦s, pero creo que hay lugar para un modelo sin discriminaciones negativas ni discriminaciones positivas, con derechos y deberes iguales para todos. Un modelo en el que se establecen unas reglas del juego b¨¢sicas que todo el mundo debe aceptar -la lengua de comunicaci¨®n social, los derechos de las personas, los procedimientos democr¨¢ticos, el respeto a lo p¨²blico, el derecho universal a la comunicaci¨®n, la igualdad entre sexos- y que determina que son las reglas del conjunto de la sociedad, aunque puedan entrar en contradicci¨®n con las pr¨¢cticas o las tradiciones de origen de algunos de sus ciudadanos. A partir de aqu¨ª, un modelo que en lo que no afecta a estas normas b¨¢sicas, acepta perfectamente la diversidad religiosa, de tradiciones y de formas de vida.
Tengo la sensaci¨®n de que si esto es el modelo holand¨¦s, sirve para arbitrar positivamente los nuevos conflictos que puede generar una sociedad plural para la que estamos poco entrenados. Pero tambi¨¦n para tranquilizar a los sectores que ante la inmigraci¨®n generan -mejor o peor explicadas- preocupaciones leg¨ªtimas. Preocupaciones que cuando se explican mal nos parecen racistas y que cuando se explican bien y se centran pueden encontrar soluci¨®n en un modelo razonable.
Catalu?a siempre ha tenido una debilidad por el modelo holand¨¦s. Desde el siglo XVII hasta Cruyff o Cocu -por no poner el ejemplo discutible de Van Gaal-, porque Holanda ha sido el paradigma de una sociedad mesocr¨¢tica, comercial, ni muy grande ni muy peque?a, ni muy poderosa ni irrelevante. Muy a menudo Catalu?a ha querido ser la Holanda del sur. Tal vez encontremos ahora en Holanda modelos que nos permitan hacer frente a nuestros problemas. Con una condici¨®n: que podamos hacer como Holanda, que tengamos sus instrumentos y sus posibilidades. Si funciona el modelo holand¨¦s, que nos dejen ser Holanda.
Vicen? Villatoro es escritor y diputado por CiU.
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