Los arquitectos Jacques Herzog y Pierre de Meuron reciben el premio Pritzker
El galard¨®n internacional destaca el talento del equipo suizo para innovar desde la tradici¨®n
Los suizos Jacques Herzog y Pierre de Meuron han sido galardonados con el premio Pritzker en su 23? edici¨®n, que hoy anunciar¨¢ en Los ?ngeles la Fundaci¨®n Hyatt. La trayectoria de los arquitectos suizos, con proyectos en Espa?a, nacidos ambos en Basilea en 1950 y formados en la ETH de Z¨²rich, se inici¨® con peque?as obras donde las formas y los materiales tradicionales adquir¨ªan nuevos significados. Uno de los miembros del jurado destac¨® su talento para innovar desde la tradici¨®n. Los Pritzker se conceden desde 1979, y en su lista aparece el espa?ol Rafael Moneo (1996).
Si en sus ¨²ltimas ediciones el premio reconoci¨® la inventiva t¨¦cnica del brit¨¢nico Norman Foster y la agudeza cr¨ªtica del holand¨¦s Rem Koolhaas, en esta ocasi¨®n sanciona una idea de la arquitectura como puente entre el arte y la vida. El a?o pasado, Herzog y de Meuron celebraron el vig¨¦simo aniversario de la creaci¨®n de su estudio -al que se han incorporado como socios Harry Gugger y Christine Bingswanger-, que ha producido ya una veintena de obras que se cuentan entre las m¨¢s sobresalientes del ¨²ltimo cuarto del siglo XX.
Entre los galardonados con el Pritzker, s¨®lo el austriaco Hans Hollein (1985), y el franc¨¦s Christian de Portzamparc (1994), tienen en com¨²n con los suizos haberlo obtenido a los 50 a?os, una edad muy precoz si se tiene en cuenta que un arquitecto se considera joven incluso despu¨¦s de los 40. Pero a diferencia de estos dos antecedentes -aunque muy aclamada, la obra de Hollein era muy escasa en el momento del premio; y la de Portzamparc no siempre ha tenido buena aceptaci¨®n cr¨ªtica-, Herzog y De Meuron llevan m¨¢s de un d¨¦cada instalados en el olimpo arquitect¨®nico, y cada obra que culminan no hace sino cimentar a¨²n m¨¢s su prestigio.
Nuevas cualidades
Aunque era evidente su parecido con tantos de los cobertizos instalados en los jardines traseros de un barrio residencial de Weil am Rhein, los enormes lucernarios de la cubierta del estudio fotogr¨¢fico Frei (1981-1982) o sus fachadas de cart¨®n embreado mostraron muy pronto y a las claras que sus autores hab¨ªan elegido tomar como punto de partida la construcci¨®n tradicional y los materiales cotidianos, pero que en sus manos esos elementos adquir¨ªan cualidades nuevas. Con la mamposter¨ªa de junta seca de la casa italiana de Tavole (1982-1988), el tapiz de fundici¨®n de la fachada de los apartamentos de la Sch¨¹tzenmattstrasse de Basilea (1984-1994), los tablones de fibrocemento del almac¨¦n de Ricola en Laufen (1984-1987) continuaron los hallazgos, y su producci¨®n empez¨® a representar una arquitectura suiza cuyo mayor atractivo resid¨ªa en el contraste entre el laconismo de las formas y la elocuencia de la materia.
Exhibida como pieza arquitect¨®nica en el MoMA de Nueva York o el Centro Pompidou de Par¨ªs, la seductora maqueta del prisma forrado con tiras de cobre que ocultaba los mecanismos de control ferroviario de la estaci¨®n de Basilea (1989-1994), podr¨ªa haber figurado tambi¨¦n en cualquier museo de escultura.
Ese 'camino de perfecci¨®n' que los suizos iniciaron a principios de los ochenta les ha llevado a dise?ar pieles cada vez m¨¢s refinadas e ins¨®litas -el vidrio serigrafiado del almac¨¦n para Ricola en Mulhouse (1992-1993) y de la farmacia hospitalaria de Basilea (1995-1999), o el hormig¨®n estampado con t¨¦cnicas de impresi¨®n fotogr¨¢fica en el polideportivo Pfaffenholz (1989-1993) y en la biblioteca de Eberswalde (1994- 1999)-, mostrando que la exploraci¨®n de las cualidades f¨ªsicas de los materiales es una fuente inagotable de expresi¨®n pl¨¢stica. Artistas como R¨¦my Zaugg o Thomas Ruff han sido compa?eros en este extraordinario viaje sensorial y l¨²dico con estaciones en el californiano Valle de Napa, donde dejaron una bodega hecha con gaviones rellenos de basalto que es como una obra de land art, o a orillas del T¨¢mesis, donde han transformado una vieja central el¨¦ctrica en santuario para el arte contempor¨¢neo.Un¨¢nimemente admirados y con encargos a ambos lados del Atl¨¢ntico, Herzog y De Meuron no se han parado a explotar durante m¨¢s tiempo los beneficios de esa eficaz f¨®rmula arquitect¨®nica: la planta pisciforme de la casa Kramlich en Oakville, California, el per¨ªmetro sinuoso de la biblioteca alemana de Cottbus o la fluidez espacial del Museo De Young en San Francisco revelan que estos fabricantes de objetos perfectos se interesan ahora por el tipo de relaciones que pueden provocar entre sus piezas y el entorno natural o construido en el que se insertan.
Tres proyectos espa?oles
La primera ciudad espa?ola en contar con un proyecto de Herzog y De Meuron con visos de hacerse realidad fue Santa Cruz de Tenerife. En un concurso celebrado en 1998, los arquitectos de Basilea derrotaron a Rem Koolhaas, a Cruz y Ortiz, y a Zaera y Moussavi, y se adjudicaron la remodelaci¨®n del puerto, que supondr¨¢ para esta capital canaria recuperar el contacto entre la trama urbana y el borde mar¨ªtimo con la reordenaci¨®n del tr¨¢fico, la transformaci¨®n de la plaza de Espa?a y la construcci¨®n de nuevos equipamientos comerciales, l¨²dicos y deportivos. ?ste fue el comienzo de una s¨®lida relaci¨®n amorosa entre los suizos y la isla tinerfe?a, que se ha materializado tambi¨¦n en el encargo de construir el centro cultural ?scar Dom¨ªnguez, que adem¨¢s de acoger otras actividades servir¨¢ como sede permanente de la colecci¨®n del artista canario. En Barcelona, para cuya Avenida Diagonal el estudio propuso un parque en 1989, se present¨® la semana pasada el pr¨®ximo proyecto espa?ol de Herzog y De Meuron: se levantar¨¢ en la Plaza de las Glorias, tendr¨¢ un auditorio con espacios de exposici¨®n, un coste de 8.000 millones de pesetas y ser¨¢ un centro neur¨¢lgico del F¨°rum 2004. Jacques Herzog present¨® el pasado jueves en Barcelona la maqueta de su edificio, que se asentar¨¢ sobre un gran cubo en cuyo interior habr¨¢ un auditorio para 4.000 personas. Tambi¨¦n contendr¨¢ una sala de exposiciones de 2.000 metros cuadrados. 'Un proyecto para una ciudad como Barcelona obligaba a enfocar el edificio como un punto de encuentro', manifest¨® Herzog.
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