Lo bueno fue el sol
Lo bueno de la novillada fue el sol. Los extranjeros, de los que hab¨ªa amplia representaci¨®n en la plaza, lo llaman soleil o sun, depende de donde vengan. Y en pagos m¨¢s cercanos, er z¨®, que es definitiva denominaci¨®n.
Se esforzaban los toreros en la candente y como si se operaban pues el p¨²blico prefer¨ªa disfrutar con er z¨®.
No es que carecieran de m¨¦rito los toreros. Ellos hac¨ªan lo posible para lucir sus mejores gracias, s¨®lo que interesaban muy poco. Detallitos si acaso, alg¨²n embarque, cierta colocaci¨®n, un s¨²bito ligamiento. Pero no era suficiente para complacer a la parroquia, originaria de todo el mundo conocido, incluido allende los mares.
Los novillos tampoco contribuyeron a amenizar la funci¨®n aunque tambi¨¦n ten¨ªan su corazoncito, su discreto embestir, sus rasgos de casta brava. Ninguno pose¨ªa esa presencia que causa horror, terror y pavor (que dec¨ªan antiguamente de los Palha, sin demasiada propiedad) y hasta hubo alguno cuyo tipo y semblante lo delataba eral. Sin embargo a uno cualquiera de los seis, de repente le rebull¨ªa en las venas la casta brava y se arrancaba convertido en una locomotora
Sorando / Barrag¨¢n, Aguilar, Marcos
Novillos de Sorando, de escasa presencia los tres primeros, discretos el resto, varios tipo eral; flojos y algunos inv¨¢lidos; mansotes aunque sacaron casta. Abraham Barrag¨¢n, de Albacete, nuevo en esta plaza: estocada ca¨ªda (palmas y sale al tercio); cuatro pinchazos -aviso-, pinchazo perdiendo la muleta y se echa el novillo (silencio). Sergio Aguilar: estocada corta atravesada, rueda insistente de peones -aviso-, sigue el capoteo y dos descabellos (algunas palmas); estocada atravesada que asoma, estocada -aviso- y dos descabellos (algunas palmas). Leonardo Marcos: pinchazo bajo, estocada delantera -aviso- y seis descabellos (silencio); estocada corta baja, rueda de peones y descabello (aplausos). Plaza de Las Ventas, 1 de abril. Media entrada.
El novillo tercero tom¨® una vara que, si la repite, ahora estar¨ªamos hablando del toro de la temporada, paradigma de la bravura. En cuanto lo puso en suerte el matador, se lanz¨® al galope sobre el caballo, al sentir el escozor de la puya se recreci¨® y lo llev¨® en volandas hasta las tablas y alli lo derrib¨® patas arriba provocando de paso que el varilarguero se pegara un tremendo cabezazo contra el pilarote del burladero. Cre¨ªmos que se hab¨ªa desnucado m¨¢s, ante la general sorpresa, result¨® que se incorporaba tan fresco pues no le hab¨ªa pasado. Al pilarote, en cambio, quiz¨¢ s¨ª.
Tras esta exhibici¨®n de bravura, el novillo se volvi¨® rebeco y pas¨® a hacer todo lo contrario; o sea, cosas de manso, como recular en el siguiente encuentro, defenderse en banderillas, buscar la querencia de toriles.
Varios novillos mostraron este contradictorio comportanmiento si bien llegado el ¨²ltimo tercio, salvados los distintos temperamentos, ofrecieron facilidades a los toreros.
La verdad es que no sirvi¨® de mucho. Abraham Barrag¨¢n por ejemplo, defraud¨® por su toreo mon¨®tono e intermninable. Al primero de su lote le dio media docena de tandas de derechazos (naturales ni uno), sin arte ni reuni¨®n, y repiti¨® la faena en el cuarto con la diferencia de que a ¨¦ste le dio una serie de naturales, por cierto de escaso fuste. Eso s¨ª, gritaba mucho.
Detalles de calidad mostraron sus compa?eros de terna. Sergio Aguilar con redondos y naturales de excelente factura en el transcurso de sus deslavazadas faenas. Leonardo Marcos, corriendo la mano con art¨ªstica concepci¨®n y cierto agitanado empaque que recordaba a su paisano David Luguillano.
No es que fuera mucho, claro, y por eso los ingleses, los franceses, los japoneses y unos cuantos de ac¨¢ prefer¨ªan contemplar, solazados, c¨®mo refulg¨ªan los tejadillos del coso y c¨®mo romp¨ªa la primavera vistiendo de pur¨ªsima el cielo.
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