El recuerdo de una cicatriz en la cara
Las meretrices denuncian que est¨¢n desprotegidas ante desprotegidas ante las habituales agresiones que sufren de sus clientes
Las mujeres que ejercen la prostituci¨®n en la Casa de Campo no s¨®lo tienen que soportar el rechazo vecinal que produce su presencia en la zona. Algunas meretrices han denunciado que, cuando acuden a la polic¨ªa tras haber sido v¨ªctimas de agresiones, en la mayor¨ªa de los casos los agentes no acuden. 'Cuando se dan cuenta de que les habla una prostituta africana, dicen 'ahora vamos', pero al final no vienen. O vienen cuando ya ha pasado todo', cuenta una africana de 20 a?os.
El pasado jueves, una vieja furgoneta del colectivo Hetaira, que es partidario de la legalizaci¨®n de la prostituci¨®n y de su libre ejercicio, recorr¨ªa a paso de tortuga cada una de las paradas en las que, por nacionalidades, se distribuyen las meretrices. Esa noche, 25 mujeres se acercaron al veh¨ªculo a tomar caf¨¦ o a pedir condones.
Las prostitutas lamentan tambi¨¦n que, muchas veces, tienen que 'hacer pis en la calle' porque los due?os de los bares que hay en la Casa de Campo les impiden entrar. 'No nos dejan pasar, y, si lo hacemos, nos echan o nos pegan', cuenta Erika, de 22 a?os, nacida en Sierra Leona, que explica que lleg¨® a Espa?a en patera y lleva m¨¢s de un a?o en el pulm¨®n verde de Madrid.
Cuando les preguntan por la existencia de las supuestas mafias que las controlan, las prostitutas africanas se hacen las desentendidas. Muy pocas lo admiten: 'Cuando llegu¨¦ aqu¨ª pensaba que ven¨ªa a hacer otra cosa. No sab¨ªa que tendr¨ªa que trabajar en esto', afirma Erika en un espa?ol escueto. Esta mujer lleva en la cara una cicatriz que le dej¨® la mano salvaje de un cliente. Las agresiones son bastante comunes, seg¨²n denuncian las meretrices. 'Es que no tenemos ning¨²n tipo de protecci¨®n. A m¨ª el otro d¨ªa un hombre me quer¨ªa herir con un cuchillo, quer¨ªa introduc¨ªrmelo en la vagina y, en el forcejeo, al final me lo clav¨® en la mano', cuenta una colombiana se?alando la marca que le dej¨® aquella agresi¨®n.
Esta prostituta asegura que la figura de la mafia es 'inexistente'. 'Siempre est¨¢n hablando de mafias, pero la verdad es que para las muchachas latinoamericanas el tema es distinto. Trabajamos para nosotras mismas. En mi casa creen que trabajo para un anciano, no saben que en realidad estoy aqu¨ª', reconoce. Y a?ade: 'Yo s¨¦ muchas cosas de peluquer¨ªa, y me gustar¨ªa trabajar en ello, pero el otro d¨ªa fui a pedir informaci¨®n para hacer unos cursos y me dijeron que no pod¨ªa estudiar nada porque no tengo papeles'.
Adem¨¢s de las agresiones que sufren de los clientes, las prostitutas han denunciado el 'acoso' que ejerce la Polic¨ªa Municipal. Tal 'acoso' se traduce, seg¨²n las meretrices, en que algunos agentes les toman fotograf¨ªas, piden la documentaci¨®n a sus clientes y las obligan a bajar de los veh¨ªculos.
Por ejemplo, cuatro travestidos latinoamericanos que se prostituyen en este parque afirman que los polic¨ªas les obligan a bajar de los coches de sus clientes y que en las ¨²ltimas dos semanas han sido fotografiados por un agente. 'Y no nos dice para qu¨¦', se?alan. 'Cuando nos damos cuenta ya tenemos el flash en la cara'.
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