Sot de Chera se resiste a morir
Un pueblo valenciano ofrece casa y trabajo a las familias con hijos que se instalen en el municipio
Una pareja venezolana, neur¨®logo ¨¦l e ingeniero agr¨®nomo ella, un empresario de Valencia ya sin negocio, un alfarero de origen magreb¨ª, una asociaci¨®n de familias numerosas de Cantabria, un matrimonio con diez hijos de Benet¨²sser (Valencia) y un buen n¨²mero de familias de origen ecuatoriano y colombiano har¨ªan lo que fuera por vivir en Sot de Chera, un peque?o pueblo en la comarca de Los Serranos (Valencia). Y es que ante la amenaza de que el colegio cierre por falta de alumnos -s¨®lo quedan seis- el Ayuntamiento ha puesto en marcha una medida de choque: las familias con tres hijos o m¨¢s en edad escolar que quieran vivir en Sot de Chera tendr¨¢n vivienda gratuita -y libre de impuestos municipales-, una ayuda anual de 50.000 pesetas por cada hijo y un trabajo.
'?ste es un pueblo sin industria y en el que la agricultura es una segunda actividad. Pero las posibilidades para peque?os talleres, para la construcci¨®n, la carpinter¨ªa y los servicios son muchas. Necesitamos familias j¨®venes que quieran la tranquilidad de vida que permite un pueblo como Sot de Chera (a 70 kil¨®metros de Valencia) y que la escuela no desaparezca', afirma Antonio Blanch, teniente de alcalde, carnicero, de 40 a?os y con un hijo. 'El cierre del colegio implica la fuga del m¨¦dico, del cura, del farmac¨¦utico... el fin', a?ade Blanch.
Al bando municipal ha respondido un alud de familias desde Ourense, Le¨®n, Navarra, Canarias o Bilbao. 'Es impresionante. El tel¨¦fono no deja de sonar desde que se hiciera p¨²blico el mi¨¦rcoles Las familias est¨¢n dispuestas a cambiar su vida, venir aqu¨ª y trabajar en lo que sea, relata Gemma Vanacloig, agente de desarrollo local que estudi¨® Derecho en Valencia y decidi¨® volver al pueblo de sus padres. 'Estamos en una situaci¨®n dif¨ªcil. Somos un pueblo muy peque?o, con accesos no demasiado f¨¢ciles y nuestro nombre no suena. Pero queremos seguir luchando por Sot de Chera y creemos en nuestras posibilidades. Necesitamos que la gente haga ra¨ªces aqu¨ª y avanzar en nuestro desarrollo', precisa.
En Sot de Chera presumen de su amabilidad y protestan porque los grandes pueblos de la comarca les eclipsan. La Pasionaria tuvo una cita secreta con el coronel Ricalde, tambi¨¦n del PCE y al mando de la 47 divisi¨®n en el primer trimestre de 1939, en Sot de Chera. S¨®lo estuvo dos d¨ªas, alojada en el chalet de Las Minas de Vodo Hondo -del que quedan los cimientos- , y ese es uno de los pocos acontecimientos que ha hecho que un pueblo, hoy con poco m¨¢s de 300 casas y algo menos de 200 habitantes, escribiera un episodio hist¨®rico.
Sot de Chera est¨¢ entre Chelva y Villar del Arzobispo, se esconde entre monta?as cerradas -las que sirvieron de 1946 a 1949 de refugio de los maquis- y resiste con dificultad al paso del tiempo. Hasta 1955, a?o en el que cerraron las minas de silicio, la escuela del pueblo ten¨ªa alrededor de 60 alumnos. Pero la emigraci¨®n progresiva e imparable ha dejado el pueblo con s¨®lo seis alumnos en la escuela p¨²blica de Primaria San Sebasti¨¢n.
Sara (siete a?os), Virginia (siete a?os), Estefan¨ªa (nueve a?os), Adri¨¢n (ocho a?os), Toni (nueve a?os) y Rosal¨ªa (ocho a?os) comparten estudios y juegos de la mano de Fernando Mart¨ªn, el maestro. 'La gente se va del pueblo. Si no vienen m¨¢s ni?os, el colegio desaparecer¨¢. Vivir aqu¨ª tiene muchas ventajas, tambi¨¦n alg¨²n inconveniente. Son tan pocos alumnos que en dos a?os no hemos conseguido que la inspecci¨®n env¨ªe a alguien de pedagog¨ªa terap¨¦utica para que una de las ni?as aprenda a leer. Ellos son el futuro. Un profesor va cada jueves a impartir clases de valenciano y de ingl¨¦s, otro acude los viernes para dar m¨²sica. El patio se les queda grande. 'Estar¨ªa bien que vinieran otros alumnos, para tener m¨¢s amigos', dice Estefan¨ªa. 'No me quiero ir del pueblo, pero cuando ya no haya colegio... no s¨¦, creo que nos iremos', a?ade Virginia.
Sot de Chera cambia radicalmente los fines de semana y durante el verano, cuando se concentran m¨¢s de 2.000 personas. Es entonces cuando los siete bares, la carnicer¨ªa, el horno y el supermercado no descansan. 'Recuerdo cuando se celebraba en noviembre la fiesta de la zorita. Los pastores bajaban con el reba?o y el mayoral escog¨ªa las tres mejores cabezas, se cocinaban y durante tres d¨ªas la fiesta no paraba. Pero eso', dice Francisco Gregorio, de 70 a?os y cronista oficial, 'fue hasta 1943, cuando viv¨ªamos m¨¢s de 800 vecinos. Hoy es otra historia que s¨®lo podremos contar si los ni?os salvan el pueblo'.
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