?Qu¨¦ est¨¢ pasando aqu¨ª?
- 'Qui paga, mana'. El esc¨¢ndalo del Lliure -porque esa es la palabra: esc¨¢ndalo; ni crisis ni pol¨¦mica- no es un asunto nuevo. Lo pens¨¦, y lo escrib¨ª, el pasado verano, cuando Llu¨ªs Pasqual salt¨® -o se vio obligado a saltar- del proyecto. 'No estamos en el Par¨ªs de los validos', hab¨ªa dicho Ferran Mascarell entonces. 'Tendr¨ªa que rebuscar entre mis papeles', escrib¨ª, 'pero jurar¨ªa que algo muy parecido dijo el consejero Pujals cuando, tambi¨¦n de repente, result¨® que el Nacional de Flotats era peor que el Sal¨®n Kitty'. S¨ª, ahora lo veo claro. Clar¨ªsimo. El esc¨¢ndalo del Lliure no es un caso aislado. Es una evidencia, la tercera, de la voluntad de los pol¨ªticos -da igual que sean socialistas o convergentes- de hacer valer, hasta las ¨²ltimas consecuencias, el eterno precepto de qui paga, mana.
'El esc¨¢ndalo del Teatre Lliure no es un caso aislado. Es una consecuencia del 'qui paga, mana'
Primera evidencia: el Nacional de Flotats. No fue, como se ha visto, una cuesti¨®n de dinero, de 'caudales malversados'. Fue la voluntad pol¨ªtica de derrocar a un artista que hab¨ªa acumulado, seg¨²n ellos, demasiado poder, y que segu¨ªa una l¨ªnea 'molesta' (?habr¨¢ que recordar las ampollas que levant¨® el montaje de ?ngels a Am¨¨rica?). Sumamos a eso las no menos eternas envidias del patio teatral, la presi¨®n de las empresas privadas -'?por qu¨¦ no estamos sacando aqu¨ª nuestra parte de la tajada?'- y ya tenemos a Flotats y su proyecto art¨ªstico descabezado y controlado. Cae Flotats, entra Dom¨¨nec Reixach -valoraciones art¨ªsticas aparte- y nadie vuelve a hablar jam¨¢s de la carest¨ªa del Nacional. ?Curioso, no?
Segunda evidencia: el Festival de Teatro de Sitges. Dirigido por otro artista, Joan Oll¨¦, que tambi¨¦n se ha caracterizado por dos cosas: a) mantener criterios art¨ªsticos independientes y b) no saber tener la boquita cerrada cuando conviene. En estas mismas p¨¢ginas, Oll¨¦ publicaba un art¨ªculo -El Nacional y los 40 asesores- tan desmesurado como la pataleta de Flotats, la noche de la inauguraci¨®n del TNC, que sirvi¨® de perfecta espoleta para su ca¨ªda. Yo no estaba de acuerdo con el tono del art¨ªculo, pero s¨ª con su derecho a escribirlo. Pens¨¦: 'No tardar¨¢ en pagarlo'. Y lo ha pagado. El sistema es viejo como el mundo: se lleva el certamen a la asfixia econ¨®mica para provocar la dimisi¨®n, y siempre habr¨¢ alguien que corra a ocupar el puesto del dimisionario.
- Contra las cuerdas. El mensaje m¨¢s o menos claro de los pol¨ªticos es ¨¦ste: 'Si pagamos nosotros, nosotros tomamos las decisiones. Para chulos, nosotros'. Bien, es una actitud comprensible. Pero hay, me parece a m¨ª, un peque?o error de concepto. Y es que no pagan ellos. Pagamos nosotros. Nosotros, los ciudadanos. Con nuestros impuestos. Ellos, en todo caso, est¨¢n ah¨ª (si he entendido bien el sistema) para gestionar nuestro dinero. Cuando les conviene, ya se encargan los pol¨ªticos, con sus adecuadas correas de transmisi¨®n, de que alguien diga por ellos que 'esto es car¨ªsimo'. Cuando les conviene, no son car¨ªsimos ni la Expo de Sevilla, ni el invento del Madrid Cultural, ni la Plataforma dos-milno-s¨¦-cu¨¢ntos o como se llame, ni el Liceo.
Ahora parece que le toca el turno al Lliure. Demasiados a?os siendo 'la aristocracia teatral de la ciudad' como para no pagarlo. ?Que el proyecto del Lliure es caro? S¨ª, es caro. Son muchos millones de pesetas. Pero no se puede hacer demagogia a su costa. No se puede, como hacen las empresas privadas, decir que 'habr¨¢ dos grandes palacios -el TNC y el nuevo Lliure- y una serie de barracas alrededor' porque es falso. El pasado martes -justo un d¨ªa antes, otra curiosidad, de que Montany¨¨s presentara su dimisi¨®n-, las empresas privadas del teatro catal¨¢n manifestaban que les parec¨ªa inconcebible que el Lliure abriera 'bajo una gesti¨®n privada financiada con fondos p¨²blicos'. Como si la empresa privada no tocara un duro de esos fondos p¨²blicos. ?Venga, hombre, si est¨¢n metidos en todas partes! En el Nacional, en el Grec y en los teatros oficiales de Madrid. O como si Boadella, otro de los que m¨¢s han clamado contra el Lliure, fuese por los pueblos con una carpa ambulante viviendo de pasar la boina tras cada actuaci¨®n.
Dej¨¦monos de demagogia, se?ores, y de preguntarnos si hace falta un nuevo Lliure. Los que se lo preguntaban cuando abri¨® el Nacional no han vuelto a abrir la boca, ?verdad? Por algo ser¨¢. El pasado jueves, Papitu Benet dec¨ªa, en estas p¨¢ginas, una cosa muy razonable. Que cuando se celebraron los Juegos Ol¨ªmpicos, muchos proclamaron que se estaban construyendo demasiados hoteles, y ahora resulta que la demanda es muy superior a la oferta. Tambi¨¦n dec¨ªa Papitu: '?Hay pol¨ªticos que piensen en el futuro de su ciudad, de su pa¨ªs, m¨¢s all¨¢ del t¨¦rmino de su etapa de poder, m¨¢s all¨¢ de conveniencias circunstanciales e inmediatas? Alguno debe de haber'. S¨ª, estoy de acuerdo. Me resisto a creer que en las filas de Converg¨¨ncia i Uni¨® (CiU) y en las del Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC) no haya nadie dispuesto a dar un sensato golpe de tim¨®n a esa crisis, a parar el esc¨¢ndalo -el esc¨¢ndalo de perder el Lliure- y a ver m¨¢s all¨¢ de las pugnas pol¨ªticas, de los intereses sectoriales, de las mezquindades, de las envidias y de los afanes personalistas. ?Qu¨¦ dice el alcalde Joan Clos, que comprometi¨® su palabra con el proyecto de la Ciutat del Teatre y anunci¨® la fecha de apertura del nuevo Lliure para la Merc¨¨ de este a?o? ?Qu¨¦ dice Pasqual Maragall, impulsor, har¨¢ cuatro a?os, del proyecto en s¨ª? ?Qu¨¦ dicen los superiores -Pujol y Mas- de Vicen? Llorca, director general de Promoci¨®n Cultural? ?Ahora resulta que el proyecto es caro e inviable? ?Ahora, cuando la nueva sede ya est¨¢ lista, y a cuatro meses de su inauguraci¨®n?
El Lliure ha cometido muchos errores en su pasado. Ha dado la espalda durante demasiado tiempo a los autores locales y demasiadas veces se ha comportado como un coto cerrado. Ha tenido temporadas err¨¢ticas y se ha dormido en sus laureles, pero eso no ha de hacernos olvidar que los laureles han existido y han de volver a existir. Forman parte del pasado art¨ªstico de nuestra ciudad -?hace falta citar t¨ªtulos?- y deben formar parte del futuro, de un futuro, seg¨²n Montany¨¨s, ya dibujado, con temporadas dise?adas, y abierto como nunca lo estuvo. Y si los pol¨ªticos quieren -'qui paga, mana'-, una simple sala de alquiler de espect¨¢culos, programada, como dice Papitu, 'a golpe de frivolidad coyuntural, al albur de lo que se vaya presentando', que nos lo digan claro. Ah¨ª, ah¨ª est¨¢ el esc¨¢ndalo.
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