La selecci¨®n de profesores
Uno de los temas que suscitan especial inter¨¦s en la reforma universitaria es la selecci¨®n de los profesores. Puede entenderse f¨¢cilmente por la importancia que tienen en la docencia y la investigaci¨®n, en la calidad de la ense?anza, en la formaci¨®n de grupos competitivos en la investigaci¨®n, en la excelencia, en definitiva, que es la tendencia a la que deben ir las instituciones universitarias.
El papel del profesor universitario, con car¨¢cter general, es el de un docente que tiene como principal funci¨®n la de transmitir los conocimientos a sus alumnos, dedicando parte muy importante de su tiempo en colaborar con ellos en el proceso de su aprendizaje, con las tutor¨ªas, con la actualizaci¨®n de bases de consultas, con la elaboraci¨®n de contenidos al d¨ªa, en muchos casos con la incorporaci¨®n de las tecnolog¨ªas de la informaci¨®n y de las comunicaciones a su m¨¦todo pedag¨®gico. Pero adem¨¢s, en un porcentaje creciente, es un investigador integrado en un grupo, que genera conocimientos y los incorpora al contenido de sus ense?anzas.
Una universidad tiene autonom¨ªa plena cuando es competente para seleccionar a sus profesores
Para alcanzar la posici¨®n de profesor permanente se recorre un largo camino, que en muchos casos se inicia como becario predoctoral o ayudante, incorporados a grupos ya consolidados. En esa larga carrera alcanzan un alto grado de competencia, que a veces no encuentran las posibilidades de su promoci¨®n por no disponer de suficientes plazas de profesores. Puede decirse que esto se produce en universidades con fuerte actividad investigadora, en donde precisamente interesa la continuidad del joven cient¨ªfico bien preparado y que estabilice su situaci¨®n profesional con una plaza permanente, que debe serlo de profesor de los cuerpos docentes, al no existir otras opciones. La selecci¨®n del candidato local en estas circunstancias es buena para la instituci¨®n.
La endogamia, tan denostada, si se dan interpretaciones simplistas, es positiva si de lo que se trata es de consolidar situaciones precarias de excelentes profesores o de aspirantes a serlo, que deben ser el relevo de los que son sus maestros. En los ¨²ltimos a?os se han ido estabilizando muchos profesores, en sus propios departamentos, que cumplen con gran eficiencia sus funciones docentes e investigadoras, como lo demuestra el fuerte incremento en la productividad cient¨ªfica de las universidades, seg¨²n reflejan las estad¨ªsticas.
Tambi¨¦n nos encontramos con casos de profesores estabilizados en plazas de funcionarios docentes, con una corta trayectoria, sin apenas curr¨ªculum docente e investigador, que han superado el concurso de selecci¨®n con menos competencia.
No faltan voces que, con el af¨¢n de desprestigiar los procesos de selecci¨®n del profesorado universitario, generalizan casos como los antes descritos, que yo creo que cada vez son m¨¢s aislados, y endosan al conjunto el mal de la endogamia perniciosa. No puede desvincularse el hecho de la selecci¨®n del profesorado con la realidad del sistema universitario espa?ol de las dos ¨²ltimas d¨¦cadas. Duplicar el n¨²mero de estudiantes, desde los 750.000 del a?o 1982 al mill¨®n y medio del a?o 2000, con la casi duplicaci¨®n del n¨²mero de universidades, ha supuesto un esfuerzo important¨ªsimo en la incorporaci¨®n de profesores. Si a eso se a?ade que no ha habido un proyecto paralelo, con financiaci¨®n adecuada, en la formaci¨®n de profesores, con programas de becas y ayudas suficientes para estancias en centros de prestigio, con un camino plagado de obst¨¢culos, con el esfuerzo y la sobrecarga de docencia que han tenido los profesores para sacar adelante las ense?anzas, en situaci¨®n profesional precaria, nos lleva a solicitar el reconocimiento social que este esfuerzo se merece.
En una situaci¨®n como la actual, con tendencia decreciente en el n¨²mero de estudiantes que acceden a las universidades en las ense?anzas regladas y con la perspectiva a diez a?os vista de una amplia renovaci¨®n, por jubilaci¨®n de los actuales profesores permanentes, es un momento adecuado para dise?ar nuevos m¨¦todos de selecci¨®n y promoci¨®n de los profesores.
Una universidad tiene autonom¨ªa plena cuando es competente para seleccionar a sus profesores y a sus estudiantes y tiene capacidad de gesti¨®n en r¨¦gimen de autogobierno. En este sentido, debe ser responsable de establecer la dotaci¨®n de las plazas de los cuerpos docentes en funci¨®n de sus necesidades y de los objetivos de su plan estrat¨¦gico. De acuerdo con sus peculiaridades, debe establecer en la convocatoria el perfil de la plaza que precisa cubrir y los requerimientos exigibles a los posibles candidatos.
Entre las diversas opiniones que se manifiestan sobre el procedimiento de selecci¨®n de los candidatos, hay quienes defienden que deber¨ªa ser sobre una fase previa de habilitaci¨®n estatal, para el conjunto de plazas del mismo ¨¢rea que hayan previsto el conjunto de las universidades y que cada una de ellas seleccionara de forma aut¨®noma entre los profesores habilitados y los pertenecientes al mismo cuerpo y ¨¢rea el candidato de sus preferencias. Parece ser la l¨ªnea por la que opta el Ministerio de Educaci¨®n, Cultura y Deportes para la futura ley.
Hay otras opiniones que se inclinan en que la fase previa se centrara exclusivamente en la plaza convocada por la universidad con una evaluaci¨®n, posiblemente externa, de los candidatos presentados, para la decisi¨®n final por parte de la universidad convocante. Los pr¨®ximos debates que han de producirse indicar¨¢n cu¨¢l es la opci¨®n deseable desde la perspectiva universitaria, debiendo eliminarse en todo caso cualquier sistema que condujera a endogamias negativas.
Saturnino de la Plaza P¨¦rez es rector de la Universidad Polit¨¦cnica de Madrid y presidente de la CRUE.
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