Tarz¨¢n en el zoo
Nuestra m¨¢xima representaci¨®n institucional siempre ha hecho un meticuloso uso del lenguaje. En sus comparecencias p¨²blicas utiliza de forma sistem¨¢tica el 'los' y el 'las', seguramente con la noble intenci¨®n de respetar todas las sensibilidades y evitar as¨ª que nadie se sienta ofendido u ofendida, excluido o excluida. Lo ha reiterado esta semana en la inauguraci¨®n de un Congreso de Masculinidad organizado por Emakunde ante la mirada atenta de Sorkunde. Este exceso de celo le llev¨® en cierta ocasi¨®n a referirse a los 'argentinos' y a las 'argentinas', para constatar la extensa huella dejada por los 'vascos y vascas' en aquel pa¨ªs. Pero ¨²ltimamente Ibarretxe nos tiene confundidos (y confundidas), a 'todos y a todas'.
'Tenemos que comportarnos como personas y no como animales' (lehendakari Ibarretxe)
De un tiempo a esta parte, coincidiendo con el anuncio de la convocatoria electoral, le ha dado por el empleo insistente del plural gramaticalmente neutro o masculino: 'A ver si todos aprendemos a comportarnos como personas y no como animales', repite a menudo. Es evidente que, al reducir a sus pr¨®jimos a un estado irracional, no se refiere a nuestra versi¨®n m¨¢s aut¨®ctona del eslab¨®n perdido dentro de la cadena evolutiva. Me temo que su mensaje no va dirigido al grupo de homos erectus que diariamente demuestran al resto del planeta que el ser humano s¨®lo tiene un 1% de diferencia gen¨¦tica con los chimpanc¨¦s.
Cuando el lendakari advierte, una y otra vez, 'tenemos que comportarnos como personas y no como animales' entendemos que no alude al hom¨ªnido que arrea garrotazos a sus semejantes hasta dejarlos m¨¢s tiesos que la mojama, sino a una presumible conducta de sus adversarios pol¨ªticos parlamentarios, a los que no ha dudado en reducir a un origen anterior a las teor¨ªas evolutivas de Darwin.
Concebida, pues, la campa?a electoral como una jungla de fieras y convertidos sus contendientes en habitantes de un zool¨®gico, ya podemos intuir quien se arroga el papel estelar de Tarz¨¢n. Pero queda a¨²n por desvelar a quien corresponde el de la mona Chita, as¨ª que le propongo al dibujante que nos entreguemos durante las tres pr¨®ximas semanas a un concienzudo estudio del Bestiario, contando para esta ardua investigaci¨®n con la inestimable ayuda de naturalistas de prestigio como Gerald Durrell, Eberhard Weismann y otros eminentes ec¨®logos, bi¨®logos y entom¨®logos. Se trata de conocer de una vez por todas qu¨¦ animal se esconde bajo la piel de cada candidato y c¨®mo resulta el comportamiento primario de las diferentes especies en este selv¨¢tico h¨¢bitat.
En el pasillo de acceso al Zoo Electoral Vasco nos tropezamos con todo tipo de criaturas. Se supone que en este reducto los individuos se olfatean, se amenazan, se montan, se rascan, se abrazan, se pelean y se aparean, compartiendo en com¨²n los instintos m¨¢s elementales: vista, o¨ªdo, tacto, gusto y olfato. Aqu¨ª la ceremonia del cortejo no es muy diferente a lo anticipado por la biolog¨ªa moderna en cuanto a la investigaci¨®n del comportamiento de los animales y lo que se refiere a todo lo relacionado con este rito que da paso al posterior acoplamiento.
Mediante el cortejo se encuentran y se ponen en contacto animales de la misma especie y de distinto sexo. Este requiebro inicial no es m¨¢s que el intento de b¨²squeda y reconocimiento de la pareja para significar el ceremonial del apareamiento. Una parte b¨¢sica de este ancestral rito es la fundaci¨®n del territorio. Es un importante sistema para controlar la identificaci¨®n y evitar la confusi¨®n de tribus, conjurando as¨ª el peligro de que se produzca un cruce entre animales de distinta familia.
Buena prueba de esta teor¨ªa son los emparejamientos que se han manifestado en el zoo vasco, en los que las especies parecen haber elegido convenientemente al paternaire y el lugar para su reproducci¨®n . Cabe destacar, no obstante, que en el futuro, y dejando una distancia temporal prudente con la primera c¨®pula, pueden dirigirse tambi¨¦n a otras parejas o formar incluso tr¨ªos. Pero para que esto ocurra tienen que darse los llamados 'est¨ªmulos clave'. Dicho de una forma m¨¢s general, se deben emitir se?ales ¨®pticas, qu¨ªmicas, ac¨²sticas o tactiles para que se produzca la respuesta, ya sea de acercamiento o de lucha de rivalidades, seg¨²n de qui¨¦n y cu¨¢ndo venga la sugerencia.
En este zoo se dan tambi¨¦n categor¨ªas que corresponden a biotipos no sexuados en las que se unen gametos masculinos y femeninos en un solo animal: son los hermafroditas. Seg¨²n nuestras observaciones, IU podr¨ªa servir de ejemplo a esta partenogen¨¦sis, teniendo en cuenta que en esta variedad convergen los mismos factores hereditarios y que, por consiguiente, la descendencia tiene rasgos id¨¦nticos a los de su progenitor. Esta curiosa especie animal puede suprimir la b¨²squeda de pareja, los fatigosos juegos del cortejo y la complicada acci¨®n de la c¨®pula, al autofecundarse a s¨ª misma. Pero dependiendo de las circunstancias reproductivas corre el riesgo de llegar a una paulatina y progresiva disminuci¨®n num¨¦rica, que s¨®lo le permitir¨ªa sobrevivir de manera confusa y parasitaria.
En la jungla pre-electoral deambulan maximam¨ªferos, minimam¨ªferos, ar¨¢cnidos, equinos, crust¨¢ceos, estafilococos, gallin¨¢ceas, insectos, omn¨ªvoros, primates, paquidermos, reptiles, roedores, rumiantes y lamelibranquios. Se puede adivinar la presencia del elefante, el oso, la tortuga, el hipop¨®tamo, la rana, la curruca zarzera, el burro, el avefr¨ªa, la avispa, el macaco, el gorila, el bulldog, el gorri¨®n, el perdiguero, el torcecuello, la polilla, el orangut¨¢n , el zorro y el japuta. Y en lo alto de un ¨¢rbol, agarrado a una liana, se encuentra, aullando, Tarz¨¢n de los monos, el m¨¢s ag¨®nico de todos los h¨¦roes del siglo, d¨¢ndose golpes de pecho y afeando la conducta de esos animales que parecen personas.
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