El avestruz
Dicen que este bicho, cuando se aproxima un peligro, oculta la cabeza bajo el ala y espera confiadamente a que pase la tormenta. Como es natural, casi siempre termina en las fauces de alg¨²n depredador o en la carta de un restaurante. Ser¨¢ por eso que lo de las vacas locas no est¨¢ afectando a los ciudadanos carn¨ªvoros tanto como se cre¨ªa. Pues bien, ¨²ltimamente me encuentro con actitudes de avestruz en casi todo lo dedicado a la educaci¨®n. Un d¨ªa leo con estupefacci¨®n que un informe elaborado por las universidades de Valencia, Alicante y Jaume I afirma que el 92% de sus graduados 'ha trabajado'. Otro d¨ªa se presenta un anteproyecto de ley de Consejos sociales que marcar¨¢ la pauta, se supone, de lo que finalmente se apruebe para toda Espa?a. Poco despu¨¦s me entero de que 22 ministros de Educaci¨®n de la OEI se re¨²nen en Valencia para acordar y debatir programas de cooperaci¨®n. Todo esto es estupendo porque demuestra que tirios y troyanos est¨¢n de acuerdo en que la Comunidad Valenciana, educativamente, va viento en popa. De lo contrario, ni tendr¨ªamos unos porcentajes de ocupaci¨®n laboral que hacen palidecer de envidia a cualquier pa¨ªs ni ser¨ªamos el faro que alumbra a nuestro Congreso de los Diputados ni la luminaria que marca las pautas educativas en la Comunidad Iberoamericana. Pues qu¨¦ bien.
No quisiera ser el eterno aguafiestas. Debo apuntar, eso s¨ª, algunas perplejidades. Primera perplejidad: una cosa es trabajar y otra, haber trabajado. Si una noticia de agencia recogiese las declaraciones del primer ministro de Bangla Desh o de Burkina Faso desmintiendo categ¨®ricamente que en su pa¨ªs haya hambre y miseria porque un estudio concienzudo demuestra que los ciudadanos 'han comido', sin duda nos indignar¨ªamos. La cuesti¨®n es estar comiendo, no haber comido, y, adem¨¢s, importa cu¨¢nto se c¨®me y qu¨¦ se come. Pero al susodicho informe todo esto no parece preocuparle. ?Por favor! Yo no digo que las universidades tengan la culpa, pero es del dominio com¨²n (y resulta f¨¢cilmente demostrable) que una gran parte de nuestros licenciados no han encontrado trabajos adecuados a la preparaci¨®n que recibieron. Que hayan disfrutado de alg¨²n contratillo basura en la Hosteler¨ªa tal vez les resuelva los peque?os gastos personales, pero no arregla las cosas. Y pens¨¢ndolo bien: algo de culpa, aunque no toda, s¨ª que la tienen (tenemos) las universidades.
Cualquiera que eche un vistazo a las titulaciones ofertadas y a los planes de estudios se dar¨¢ cuenta en seguida de que tienen muy poco que ver con el mundo del trabajo en el siglo XXI. Desgraciadamente nada se est¨¢ haciendo para modificar esta situaci¨®n, ni desde dentro ni desde fuera: desde dentro todo son trabas burocr¨¢ticas, intereses corporativos y, en ocasiones, un absentismo descarado. Desde fuera, ahora vamos a eso.
Segunda perplejidad. Se supone que la nueva ley de Consejos Sociales va a poner coto a una autonom¨ªa universitaria mal entendida, que no ha sido capaz de responder a las verdaderas necesidades de la sociedad valenciana. A partir de ahora habr¨¢ una planificaci¨®n mejor de las inversiones, un control estricto del gasto p¨²blico y una estructuraci¨®n racional de las titulaciones. Respiramos aliviados. Lo malo es que estos buenos prop¨®sitos emanan de unas instancias que hasta el momento se han preocupado por torpedear la racionalizaci¨®n de la oferta educativa y el control del gasto. Nadie entiende que la puesta en marcha de nuevos estudios universitarios en la Comunidad Valenciana haya sido frenada sistem¨¢ticamente por la Administraci¨®n, con una racaner¨ªa absurda que obliga a nuestros estudiantes a emigrar a otros distritos. Uno puede estar de acuerdo o no con la conveniencia de practicar una pol¨ªtica de liberalizaciones. Pero que los que defienden la desregulaci¨®n del sector el¨¦ctrico, los que sacan a Bolsa las empresas p¨²blicas rentables y los que no ponen trabas a la degluci¨®n del peque?o comercio por las grandes superficies hilen tan fino a la hora de implantar tal o tal titulillo acad¨¦mico es, cuanto menos, curioso. Luego se sorprender¨¢n de que las universidades vean el anteproyecto de ley de Consejos Sociales como un intento de controlarlas m¨¢s que como una expresi¨®n de la demanda social por adecuarlas a los nuevos tiempos. Porque la demanda social existe y es justa: los ciudadanos piensan que la nueva casta de licenciados universitarios en paro cr¨®nico que se est¨¢ creando es una desgracia que el pa¨ªs no puede permitirse. Lamentablemente, y a lo visto hasta ahora me remito, no tengo nada claro que no les vayan a tomar el pelo otra vez.
Tercera perplejidad. Me imagino que cuando un pa¨ªs se ofrece a ser sede de algo es porque representa una posici¨®n puntera en el dominio en cuesti¨®n. Por eso, la cumbre econ¨®mica de Davos se celebr¨® en Suiza y no en Mauritania, pongo por caso. Y ahora escuchen el programa de los temas que se debaten en Valencia en la Conferencia Iberoamericana de Educaci¨®n: Experiencias Innovadoras en Educaci¨®n para el trabajo en los pa¨ªses andinos; Proyecto Integral para la Escuela Media en Mercosur; Procesos de Integraci¨®n Regional. Muy bien. La pregunta que me hago es qu¨¦ pasar¨¢ cuando los participantes descubran, junto a las delicias del Mediterr¨¢neo y de la paella, cosas como ¨¦stas: que pese a haber surgido en Valencia el ¨²nico foco espa?ol interesado en las lenguas y las culturas andinas, est¨¢ pr¨¢cticamente cerrado porque los obst¨¢culos que sistem¨¢ticamente se le han puesto han ido abortando todas las iniciativas; que la ense?anza media est¨¢ aqu¨ª por los suelos, con un elevad¨ªsimo porcentaje de bajas por depresi¨®n en el profesorado, una conflictividad que convierte algunos institutos de Valencia y de Alicante en tristes ¨¦mulos del de Ceuta y un des¨¢nimo generalizado entre los nuevos profesores porque las plazas, largo tiempo solicitadas, ni se han convocado ni llevan camino de serlo; que la cooperaci¨®n educativa con las comunidades vecinas es escasa y con las que hablan idiomas peligrosos llega a ser nula.
As¨ª son las cosas. Ya s¨¦ que estos eventos (en este caso la Conferencia Iberoamericana de Educaci¨®n) pasan pronto y que aqu¨ª nos quedaremos como est¨¢bamos, sin iberoamericanos y tan apenas con educaci¨®n. Pero me rebelo ante la idea. Me rebelo porque no es verdad que la Comunidad tenga por qu¨¦ seguir anclada en ese des¨¢nimo meninfotista que, al parecer, se da por supuesto. Aqu¨ª hay recursos humanos, culturales y econ¨®micos suficientes para merecernos ocupar un papel destacado en el horizonte educativo (tambi¨¦n en otros) espa?ol. Lo malo es que, de seguir as¨ª, haciendo la pol¨ªtica del avestruz, llegar¨¢ otra conferencia y tendremos que llevarnos a los asistentes a que vean Terra M¨ªtica o la Valltorta, cualquier cosa menos la realidad educativa del anfitri¨®n. Bueno, por lo menos que les sirvan fiambre de pechuga de avestruz en el buffet del desayuno.
?ngel L¨®pez Garc¨ªa-Molins es catedr¨¢tico de Teor¨ªa de los Lenguajes de la Universidad de Valencia. angel.lopez@uv.es
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