Un libro analiza la ejecuci¨®n del ¨²nico diputado catal¨¢n que no se exili¨® en 1939
Josep F¨¤brega Pou (Palam¨®s, 1868-Girona, 1939) fue el ¨²nico diputado del Parlament surgido de las elecciones de 1932 que renunci¨® al exilio ante el avance de las tropas del general Franco, una decisi¨®n que le cost¨® la vida. Un testigo le recuerda, a los 71 a?os, viudo y enfermo, arrastrando dos grandes maletas y un paraguas bajo el brazo en el momento en que dejaba la comitiva de los diputados que se dirig¨ªan a la frontera. 'Ya he tomado mi decisi¨®n: volver¨¦ a Palam¨®s y cuando entren los falangistas les provocar¨¦ para que me maten de una r¨¢faga de tiros', dijo.
Su historia no seguir¨ªa estos derroteros, aunque el desenlace ser¨ªa el mismo, tal como se encarga de analizar el historiador Josep Clara en el libro Girona 1939: quatre sent¨¨ncies de mort (Publicacions de l'Abadia de Montserrat). El acceso a la documentaci¨®n del archivo judicial le ha permitido documentar cuatro significativas condenas a muerte dictadas por los tribunales militares de Girona. F¨¤brega no hab¨ªa cometido ning¨²n delito de sangre. Entre los cr¨ªmenes que se le atribuyen se encuentran la 'propaganda izquierdo-separatista', declarar la independencia de Catalu?a desde el balc¨®n consistorial de Palam¨®s en 1934 y 'rumores' seg¨²n los cuales 'tom¨® parte en una reuni¨®n que precedi¨® al asesinato de seis personas de orden'.
En el libro se repasan tambi¨¦n los novelescos avatares de un cura, Joan Fuster, encarcelado por las tropas republicanas. Durante la guerra se gan¨® el respeto de sus carceleros y fue liberado. Continu¨® trabajando en el presidio hasta hacerse secretario del director. Ante el avance de las tropas de Franco, los republicanos le dejaron a cargo de la c¨¢rcel antes de huir. ?l retuvo a los presidiarios pensando que la c¨¢rcel era el lugar m¨¢s seguro. La Columna L¨ªster, en retirada, le desminti¨®. Se llevaron a 13 presos que acabaron ejecutados. Los familiares hicieron responsable a Fuster y se enfrent¨® a una pena de muerte que el obispo de Girona consigui¨® que Franco conmutara. Se le conden¨® al destierro.
La obra revisa tambi¨¦n la ejecuci¨®n de Llu¨ªs Mon, alcalde de Santa Coloma de Farners, quien, seg¨²n Clara, 'crey¨® ingenuamente en las promesas de Franco de que los que no hab¨ªan cometido delitos de sangre no ten¨ªan nada que temer', y la del joven de la Federaci¨®n de J¨®venes Cristianos de Catalu?a, Mart¨ª Pou, de quien se recogen dram¨¢ticas cartas.
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