Modelo
A escasos metros de mi ventana duerme un reba?o de ovejas. Deben de ser sobre las cien o ciento cincuenta cabezas. No las oigo salir por la ma?ana, pero s¨ª al anochecer, cuando el pastor las estabula. Los balidos tienen, en noche cerrada, el timbre agudo y desazonador de los reci¨¦n nacidos.
Durante el d¨ªa no es infrecuente ver al reba?o, seguramente uno de los pocos que quedan ya en esta parte de Girona, extendido por los cerros, ramoneando entre almendros y jarales. El pastor, so?oliento, vigila acodado en el cayado con el m¨ªtico porte de su abuelo, Ca¨ªn. A veces reclama a los perros sin necesidad, por entretener las horas hablando con quienes le son m¨¢s pr¨®ximos. Se advierte la jerarqu¨ªa. El pastor y sus perros, la nobleza con el rey. Remot¨ªsimas, las ovejas, la plebe.
Que este oficio siga id¨¦ntico a s¨ª mismo desde los tiempos b¨ªblicos produce escalofr¨ªos. Los hirsutos profetas de ojos candentes vieron hombres y reba?os como ¨¦ste, en paisajes no muy distintos, olivos, retamas, ca?adas, zarzales en cuyo seno se acurruca el conejo. Recortado contra la sombra de la higuera, el pastor inm¨®vil y como ausente de s¨ª mismo. Esta ancestral figura no puede mirarse sin entender al momento la fuerza metaf¨®rica que convoca. El pastor domina el movimiento con econ¨®micos silbidos o ruidos guturales, los perros apriscan, las ovejas se juntan con su carga de lana que las ha salvado durante cincuenta siglos. Orden sin violencia, serenidad altiva, ganancia.
?Inventaron los antiguos el pastoreo, tras observar los usos sociales? ?Se dijeron: vamos a inventar reyes, nobles y plebe en nuestras granjas? ?O, por el contrario, nos hemos adaptado a ese modelo del pastoreo, seducidos por su eficacia, su prehist¨®rica utilidad, inc¨®lume tras ver morir cien civilizaciones? ?Imitan las ovejas el comportamiento humano, o es lo contrario? Tambi¨¦n cabe la posibilidad terrible que impone el contrato matrimonial: que estemos hechos el uno para la otra por un designio inapelable.
Me parece de un humorismo trascendental que el primer animal en probar la clonaci¨®n haya sido una oveja. Mon semblable, mon fr¨¨re. ?O debo decir ma soeur?
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