La taberna de Goya
La Ardosa recibe, a sus 200 a?os, el reconocimiento de los maestros cerveceros checos
Dice la leyenda -y es verdad, porque hay pruebas- que cuando don Francisco de Goya sac¨® sus grabados de Los caprichos apareci¨® un anuncio en el Diario de Madrid, el 6 de febrero de 1799, que avisaba de que las estampas estaban a la venta en un local a dos manzanas de la taberna La Ardosa. All¨ª deb¨ªa de ir el sordo genial a tomarse una copita de aguardiente del que serv¨ªan a granel en la bodega, enfrente justo de la puerta de la iglesia de San Ildefonso: la puerta por la que sal¨ªan tonsurados y sacristanes a reponer el esp¨ªritu con los licores de la taberna.
Ahora, doscientos y pico a?os despu¨¦s, unas reproducciones de aquellos grabados adornan las paredes de esa misma Ardosa, en la calle de Col¨®n. Y ahora, doscientos y pico a?os despu¨¦s, ha venido el maestro cervecero de Pilsner Urquell, desde la lejana Rep¨²blica Checa, para entregar a ?ngel y a Rafael Monge el certificado de que la cerveza que se bebe en esta casa es tan perfecta y la misma que elabora la familia V¨¢clav Berka desde 1842 en su f¨¢brica de Bohemia. Es -dicen- la primera vez que se concede a una bodega espa?ola tal distinci¨®n.
Y dice la leyenda -tambi¨¦n hay pruebas- que fue Gregorio Monge, el padre de ?ngel y de Rafael, el que hace ya treinta a?os se hizo cargo de una bodega de barrio especializada en bebidas a granel: montilla, valdepe?as, verm¨² de Reus, piperm¨ªn, anises y co?¨¢s. Y dicen que fueron los chicos los que se empe?aron en traer a la bodega, en los ochenta, marcas de cerveza casi desconocidas. Recuerda ?ngel Monge que mucha gente ven¨ªa a pedir la gains -excesiva britanizaci¨®n de la Guinness- y c¨®mo La Ardosa estuvo a punto de cerrar al convertirse la calle de Col¨®n, all¨¢ por 1984, en la v¨ªa con m¨¢s droga de todo Madrid.
Pensaron Gregorio y sus hijos que una forma de seleccionar era que en aquella bodega se vendiera s¨®lo cerveza de calidad. Y, ni cortos ni perezosos, se pusieron en contacto con Guinness. Cuenta la leyenda -esta vez no est¨¢ demostrado- que los cerveceros irlandeses les exigieron un entorno noble para concederles licencia. Y qu¨¦ mejor garant¨ªa que el mism¨ªsimo Goya reconociendo la fama de La Ardosa para vender sus grabados.
La verdad es que en esta casa se empez¨® a tirar la Guinness cumpliendo rigurosamente los c¨¢nones del buen maestro. Y Rafael lo ha demostrado con la prueba de la pluma. Se trata de escribir en la espuma con una estilogr¨¢fica el nombre del cliente y ¨¦ste ver¨¢ c¨®mo permanece inalterable hasta que termine de apurarla.
De la Guinness se pas¨® a otras cervezas, entre ellas, a la Pilsner Urquell, la que dio nombre a todas las tipo pilsen: el sistema que dio a la cerveza su transparencia y color. La familia V¨¢clav Berka se enorgullece de haber sido ella la que cambi¨® su aspecto oscuro y turbio por ese color dorado que tiene ahora la cerveza. La misma que se bebe en La Ardosa.
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