Supongamos que no sea as¨ª
Entonces quiz¨¢s todo podr¨ªa empezar a cambiar y desde luego que para mejor. As¨ª, al menos, lo veo yo. Hablo, claro est¨¢, de Euskadi y, desde ah¨ª, del resto de Espa?a. Supongamos -la decisi¨®n est¨¢ s¨®lo en manos de los ciudadanos- que no se acepta sin m¨¢s que el pr¨®ximo 13 de mayo tengan necesariamente que ganar las elecciones el PNV o el PP. Supongamos que las encuestas puedan equivocarse, no ser¨ªa la primera vez, y que las aut¨¦nticas, las de las urnas, fuesen muy diferentes ese d¨ªa. Supongamos, en fin, que podr¨ªa y deber¨ªa haber un lehendakari socialista. De eso se trata.
Si hubiese buen sentido, casi hasta suficiente sentido com¨²n, eso es -a mi juicio- lo que deber¨ªa ocurrir. Tal vez ocurra, pero habr¨ªa que trabajar fuerte para ello y, antes, creer de verdad en ello, en que aqu¨ª y ahora, a corto y a largo plazo, no tenemos -creo- una mejor soluci¨®n. Sabiendo muy bien que no hay all¨ª remedios cient¨ªficos del d¨ªa siguiente, ni voluntarismos m¨¢gicos que lo arreglen todo en un breve tiempo, aqu¨¦lla ser¨ªa, sin embargo, a mi parecer, la v¨ªa m¨¢s id¨®nea para, entre todos los dem¨®cratas, comenzar a reconstruir y encarrilar los graves asuntos del Pa¨ªs Vasco con planteamientos de mayor racionalidad, entendimiento y posibilidad de di¨¢logo, a fin de llevar adelante una nada f¨¢cil pero imprescindible pol¨ªtica de consenso, transversalidad y concertaci¨®n.
Lo que en cualquier caso en Euskadi est¨¢ de sobra -como uno de los efectos del terror- son los excesos evidentes de visceralidad e incluso, parad¨®jicamente, de 'espa?olidad': me refiero a aquella (des)mentalidad tradicional / tradicionalista por la que -perseguida y ocultada la otra tradici¨®n, la heterodoxa, la liberal- se nos ve¨ªa en el pasado en Europa como gentes fan¨¢ticas, agresivas, irremediablemente intransigentes, dogm¨¢ticas; en definitiva, gentes sin Reforma y sin Ilustraci¨®n. Se viene as¨ª se?alando, y con raz¨®n, que muchos de esos violentos patriotas vascos de hoy no ser¨ªan en realidad sino los ¨²ltimos -?ojal¨¢!- de aquellos inquisitoriales espa?oles, delatores y verdugos, los peores y anacr¨®nicos residuos de la Espa?a negra y, se dec¨ªa, eterna.
En ese enloquecido contexto es en el que las consecuencias no queridas carecen con frecuencia de todo buen l¨ªmite y control. El absurdo desprop¨®sito de la situaci¨®n actual se muestra de modo objetivo como s¨ªmbolo en el hecho, por ejemplo, de haberse llegado a la consideraci¨®n / acusaci¨®n rec¨ªproca, por unos u otros, y hasta por ellos mismos, de nada menos que de Fernando Savater o de Eduardo Haro Tecglen como ambos -sic- 'c¨®mplices de ETA'. Ni por asomo se lo creen ellos, ni nos lo creemos los dem¨¢s. Pero ah¨ª est¨¢: por fuerza se nos tiene que estar rompiendo o estropeando gravemente la m¨¢quina de pensar. ?Vale ya para algo hablar, debatir, dialogar, argumentar? Pero eso es, desde siempre, lo ¨²nico que tenemos, lo ¨²nico que nos queda.
Y, volviendo a lo de m¨¢s arriba, con (o sin) el trasfondo de estas sucintas reflexiones, ?por qu¨¦ lehendakari socialista? En el breve marco de este art¨ªculo expondr¨¦ s¨®lo en pro de ello tres principales alegatos; el m¨¢s amplio desarrollo de ¨¦stos y de alguna de sus espero que convincentes explicaciones exigir¨ªa y dar¨ªa lugar a otras m¨¢s objetivas argumentaciones y fundadas justificaciones, impl¨ªcitas en cierto modo en aqu¨¦llos:
1. El PSOE (PSE), esto se olvida con frecuencia, es uno de los dos grandes partidos hist¨®ricos vascos; el otro es el PNV. Ning¨²n complejo, pues, en cuanto a legitimidad hist¨®rica, por m¨¢s que ¨¦sta sea ya por s¨ª sola completamente insuficiente. Debe, por otro lado, reconocerse enseguida que el PP se ha ganado meritoriamente su espacio all¨ª en los ¨²ltimos tiempos, tambi¨¦n aunque no s¨®lo por sus v¨ªctimas, al igual que los socialistas. Con m¨¢s o menos pasado atr¨¢s, sabemos que es preciso, a la vez, evitar los reduccionismos historicistas y (para) reconocer y apreciar el alto valor de la historia: siempre con la cr¨ªtica de la raz¨®n por encima. Me parece, en este sentido, que la tradici¨®n obrera, laica, heterodoxa, ilustrada del socialismo vasco (gentes tan plurales y dispares como Indalecio Prieto o el mejor Unamuno) debe y puede ser recuperada, con las necesarias transformaciones, en la hora actual aportando -creo- mayores y m¨¢s amplias potencialidades de fondo, de car¨¢cter social y cultural, para aquel pueblo, para una Euskadi plural y realmente democr¨¢tica. Y desde ah¨ª, aqu¨ª en concreto, para dirigir / coordinar ese necesario entendimiento con las otras fuerzas pol¨ªticas all¨ª operantes.
2. Creo asimismo que tal direcci¨®n / coordinaci¨®n llevada a cabo por el PSE-PSOE desde el d¨ªa despu¨¦s de las elecciones puede ofrecer mucha mayor funcionalidad y eficacia en la b¨²squeda de consensos que la ejercida por los otros dos partidos (PNV y PP) hoy con m¨¢s grandes distancias y enfrentamientos entre s¨ª. No entro ahora aqu¨ª en las relaciones con IU-EB y otros partidos de espectro menor; tampoco, por otras razones, con EH-HB. Sea cual fuere el resultado de aqu¨¦llas, har¨¢n falta sin duda grandes esfuerzos de comprensi¨®n, de cr¨ªtica y autocr¨ªtica, de negociaci¨®n y di¨¢logo, tambi¨¦n de renuncias y cesiones, si se quieren encontrar soluciones serias y operativas. Para ello, y para evitar la total escisi¨®n entre dem¨®cratas nacionalistas y constitucionalistas (ambas dimensiones no tendr¨ªan por qu¨¦ ser tan incompatibles), tambi¨¦n pienso en un lehendakari socialista como el que mejor y de manera m¨¢s coherente podr¨ªa ejercer esa labor de mediaci¨®n y superaci¨®n.
3. Consenso, transversalidad y concertaci¨®n, con sus diferencias a la hora de ser acogidas de un modo u otro en la consiguiente articulaci¨®n institucional, son categor¨ªas -a mi modo de ver- imprescindibles para una gobernabilidad con fuerte apoyo social que d¨¦ pasos efectivos en la superaci¨®n del contexto de enfrentamiento civil y, aunque no de un d¨ªa para otro, de la misma violencia terrorista. Aunque apenas se hable de ello, creo que para fortalecer tal legitimaci¨®n no es del todo ajena la prevalencia de pol¨ªticas m¨¢s preocupadas de verdad por la cohesi¨®n social, por el trabajo y la solidaridad, y no s¨®lo ni tan obsesivamente por la competitividad global y las rentas del capital. Quisiera creer, lo creo en realidad, que el partido socialista en Euskadi y en toda Espa?a (y hasta en Europa) trabajar¨¢ m¨¢s que sus actuales competidores en esa buena direcci¨®n.
Por todo ello, y por alguna raz¨®n m¨¢s, derivadas -recapitulo- de esa tradici¨®n obrera y cultural, de su mayor funcionalidad pol¨ªtica actual y de la necesaria base en una m¨¢s fuerte cohesi¨®n social, es por lo que se est¨¢ propugnando aqu¨ª una lehendekaritza con titular socialista. Muchas gentes lo ven as¨ª, creo, por toda Espa?a; s¨®lo falta lo principal, que tambi¨¦n lo vean de ese modo los votantes, los ciudadanos vascos, que son quienes en definitiva tienen que pronunciarse y autodeterminarse.
El¨ªas D¨ªaz es catedr¨¢tico de Filosof¨ªa del Derecho en la Universidad Aut¨®noma de Madrid.
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