Un puente para acercar Sicilia
El Gobierno italiano aprueba un proyecto para realizar el sue?o hist¨®rico de enlazar la isla con la pen¨ªnsula
Varias generaciones de italianos han crecido, s¨®lo en el siglo XX, oyendo hablar del puente sobre el estrecho de Messina. El escritor siciliano Andrea Camilleri, que ha cumplido 76 a?os, recuerda que el puente era un tema de conversaci¨®n habitual entre la sociedad siciliana en alg¨²n momento remoto de su vida. Se hablaba de la posibilidad de superar con una obra de ingenier¨ªa el foso de mar que entre Messina (Sicilia) y Villa San Giovanni (Calabria) se adelgaza hasta constituir apenas una franja de tres kil¨®metros donde confluyen las aguas del Tirreno y el J¨®nico. Un proyecto fara¨®nico que intent¨® realizar a su modo alg¨²n c¨®nsul romano hace m¨¢s de dos mil a?os, organizando un puente de barcos para recuperar los elefantes abandonados en la isla por los cartagineses. Tambi¨¦n Giuseppe Garibaldi, unificador de Italia, tuvo en el siglo XIX el sue?o imposible de unir una Sicilia entonces infinitamente m¨¢s remota al resto del pa¨ªs, reparando una especie de error geogr¨¢fico.
A pocas fechas de las elecciones generales del 13 de mayo, el Gobierno italiano ha desempolvado el proyecto del puente sobre el Estrecho condicionando su construcci¨®n a una premisa clara: la mitad del coste de la obra, calculado en diez billones de liras (unos 850.000 millones de pesetas), tendr¨¢n que ponerlo inversores privados. Durante las pr¨®ximas cuatro semanas, el Ministerio italiano de Obras P¨²blicas abrir¨¢ la ventanilla destinada a recoger ofertas y pulsar¨¢ as¨ª el inter¨¦s que esta obra eterna, al menos en el consciente colectivo de los ciudadanos italianos, suscita todav¨ªa. ?Y si ninguna empresa nacional o extranjera pone sobre el tapete los cinco billones de liras necesarios para pujar? 'Ning¨²n problema', responde el ministro de Obras P¨²blicas, el empresario comunista Nerio Nesi, 'si el mercado no responde, la obra no se har¨¢'.
El puente proyectado tendr¨ªa 3.300 metros de longitud (a los que hay que a?adir dos tramos de carretera ya en tierra firme) y una anchura de 60 metros, capaz de acoger dos l¨ªneas de ferrocarril y dos tramos de carretera (uno en cada sentido) con cuatro carriles cada uno. A tenor del tr¨¢fico que atraviesa ahora el estrecho, el puente estar¨ªa preparado para soportar el paso de 4.500 veh¨ªculos a la hora y 200 trenes cada d¨ªa, y reducir¨ªa sensiblemente el tiempo de desplazamiento entre la pen¨ªnsula y la isla de Sicilia.
Esc¨¦pticos y distantes, los sicilianos han reaccionado con moderado entusiasmo a la idea de unirse f¨ªsicamente a Italia. Nadie niega las muchas ventajas que tendr¨ªa para la inmensa isla, con sus seis millones largos de habitantes, establecer de una vez por todas esta comunicaci¨®n directa por tierra con N¨¢poles, Roma y Mil¨¢n. Pero hay quien vive esta uni¨®n como una p¨¦rdida mientras muchos sicilianos recelan de los intereses que pueden camuflarse detr¨¢s del proyecto. A nadie se le escapa que una obra p¨²blica de estas dimensiones, que requerir¨¢ hasta 15 a?os de trabajos y enormes sumas de dinero, atraer¨¢ inmediatamente a la Cosa Nostra siciliana de un lado y a la Ndrangheta (la mafia calabresa) del otro.
El primer gran impulso al puente se lo dio un Gobierno de la Democracia Cristiana en los a?os sesenta, que lleg¨® a convocar un concurso de ideas y a instituir despu¨¦s una sociedad estatal denominada Sociedad Estrecho de Messina, con el ¨²nico objetivo de hacer realidad el proyecto. Pero las discrepancias internas alargaron el proceso de toma de decisiones mientras se robustec¨ªa el llamado Frente del no al puente, integrado inicialmente por los due?os de las compa?¨ªas mar¨ªtimas que comunican Sicilia con la pen¨ªnsula, a las que luego se fueron uniendo ecologistas y naturalistas.
Los primeros en oponerse ahora a un proyecto que, a su juicio, no le aporta nada al Mezzogiorno, han sido los ministros verdes, pieza esencial en el Gobierno de El Olivo. No es casual que el puente recibiera el v¨ªa libre condicionado en una tormentosa reuni¨®n del Consejo de Ministros del mi¨¦rcoles pasado, en la que el presidente italiano, Giuliano Amato, hubo de tomar una decisi¨®n salom¨®nica en vista de la rotunda oposici¨®n de los ministros de Agricultura y de Relaciones con Europa, Alfonso Pecoraro Scanio y Gianni Mattioli, respectivamente, en ausencia del tercer m¨¢ximo opositor al proyecto, el titular de Medio Ambiente, Willer Bordon.
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