Quiero volar Silicon Valley
La primera consideraci¨®n sobre el asunto lleg¨® cuando la se?ora de la limpieza, despu¨¦s de pasar el trapo por el tel¨¦fono, el fax, la pantalla del ordenador, el m¨®dem , la impresora, el esc¨¢ner, las conexiones, los altavoces y los cables que inundaban el escritorio, advirti¨®: '?Y a esto le llaman ustedes la oficina sin papeles?'. D¨ªas m¨¢s tarde lleg¨® la segunda reflexi¨®n. Fue en una conversaci¨®n banal que trataba de aclarar si el empecinamiento de una tecla obstinadamente bloqueada era problema de software o de hardware. Eso ocurri¨® una tarde terrible, tras varias llamadas infructuosas a un n¨²mero de asistencia t¨¦cnica en el que una voz met¨¢licamente computada te encaminaba hacia la desesperaci¨®n tras torturantes pausas musicales. En momentos como esos te vienen a la cabeza dos pensamientos: uno malo, abrir la llave del gas y acabar con todo, y uno bueno, llamar al Tel¨¦fono de la Esperanza o a un amigo. Yo opt¨¦ por el segundo y llam¨¦ al dibujante.
'Estoy en plena ansiedad inform¨¢tico-digital y el Lexatin 1'5 no surte efecto', confes¨¦ mientras el dibujante trataba de reconfortarme: 'No te procupes', me alivi¨®; 'no est¨¢s solo en esto. Lo tuyo es algo tan general como el catarro com¨²n. En las esquinas donde antes hab¨ªa academias de conducir hoy se ven academias de inform¨¢tica. Deber¨ªas iniciar una cura de desintoxicaci¨®n tecnol¨®gica'.
En casos como ¨¦stos es importante el consejo de alguien con autoridad moral y experiencia. El dibujante es uno de los pocos tipos que conozco sin tel¨¦fono m¨®vil y sin carnet de conducir, algo realmente ins¨®lito en nuestros d¨ªas, sobre todo teniendo en cuenta que el n¨²mero de usuarios de m¨®viles supera holgadamente al de fumadores. Fue, sin embargo, uno de los primeros en abrazar con entusiasmo las Nuevas Tecnolog¨ªas all¨¢ por los a?os 80, con aquel renombrado tratamiento virtual que llev¨® a cabo sobre Las Meninas.
Entonces la gente, cuando le escuchaba contar que estaba infografiando a Vel¨¢zquez por ordenador, flipaba. 'Si te adelantas un minuto, la jodes', dice ahora con aire desconfiado, convencido de que la vida generalmente penaliza al que llega pronto. Hoy, en plena eclosi¨®n de los evangelistas y apocal¨ªpticos de las nuevas tecnolog¨ªas, se declara simplemente esc¨¦ptico digital.
'Quiero volver a la idea, al origen, al papel', comenta en plena eclosi¨®n del entusi¨¢stico programa del Gobierno vasco Konekta Zaitez, de los cursos de Internet para juibilados y de la exuberancia irracional de los parques tecnol¨®gicos vascos. Pienso que se est¨¢ adelantando de nuevo en ese fat¨ªdico minuto que siempre acaba pasando factura, pero me tranquiliza cuando diagnostica mi crisis como un sencillo caso de 's¨ªndrome de fatiga tecnol¨®gica'.
Despu¨¦s de navegar como Gagarin por el espacio sideral y virtual el dibujante ha llegado a una conclusi¨®n irrefutable: el infinito flujo de informaci¨®n y de datos est¨¢ provisto de una banalidad incontenible. Es evidente que cualquiera puede disponer de su p¨¢gina web, pero no es menos cierto que muy pocos tienen algo interesante que contar y que no a todo el mundo se le ocurre algo que pueda interesar al resto de la humanidad.
'Los contenidos no importan', se?ala Eguillor. 'Estamos en plena virtualidad de la virtualidad, asistiendo al nacimiento de enormes cementerios digitales, de espectros virtuales que no existen y de los que nadie se ocupa, de p¨¢ginas web muertas, que han desaparecido y que permanecen en esta galaxia tecnol¨®gica como restos del espacio que van dando vueltas hacia ninguna parte sin que puedan ser eliminadas y que alg¨²n d¨ªa debieran ser recogidas en un Archivo Universal de una inmaterial basura'.
Oy¨¦ndole me apiado de m¨ª mismo y comprendo a Jason Ward el director y guionista de Quiero volar Silicon Valley, que narra en su pel¨ªcula la experiencia de su pesadilla digital. Para iniciar la necesaria descompresi¨®n tecnol¨®gica me ofrezco a una terapia de choque, a la posibilidad de un retiro digital, a una abstinencia cartujo-tecnol¨®gica, a una ecolog¨ªa de la evitaci¨®n, a una renuncia en toda regla, a una cruzada contra el papanatismo de soci¨®logos, pol¨ªticos, asesores, financieros y otros apologetas de la hiperconexi¨®n. Me propongo abdicar de los sistemas operativos y de las cajas de trucos que nos hacen esclavos de los t¨¦cnicos y las m¨¢quinas, de los cursos f¨¢ciles y de los ininteligibles folletos explicativos, de las conexiones b¨¢sicas y de los men¨²s electr¨®nicos, de los enigmas incomprensibles y de los bloqueos peregrinos, de la tiran¨ªa de los ingenieros y la soberbia de los programadores inform¨¢ticos, de la mara?a de cables y de la mara?a multimedia, del galimat¨ªas terminol¨®gico y de los obst¨¢culos telem¨¢ticos, de los gadgets de tercera generaci¨®n y de la abstracci¨®n de los programas, de los chats y los banners, de las p¨¢ginas cifradas y las contrase?as, de los c¨®digos de acceso y las claves de usuario, de los mensajes del buz¨®n de voz y de los e-mails, del conocimiento in¨²til y de las necesidades desconocidas, de tanto software y hardware, de tanto PC y Mackintosh, de tanta tabarra y tanta chatarra, de tanto reciclaje profesional y tanto aprendizaje continuo, de tanta b¨²squeda de utilizaciones, tanta consulta y tanto rev¨¦s...
Desechada la idea inicial del suicidio tambi¨¦n estuve a punto de volar Silicon Valley , pero el dibujante, que es menos dogm¨¢tico que descre¨ªdo y m¨¢s compasivo que duro, viendo mi estado de excitaci¨®n, me aconsej¨® que no es bueno tirarse del tren tecnol¨®gico en marcha y, sin llegar a sugerir del todo la conveniencia de un seminario de vida sencilla, me record¨® la frase que escuch¨® pronunciar a un gur¨² del meollo cuando fue a recoger un premio que le hab¨ªan dado en Locarno:'Estos son medios fr¨ªos que hay que calentar convenientemente'.
Seguramente lo hizo con el fin de darme ¨¢nimos y rehabilitar mi maltrecha autoestima, porque ¨¦l hace tiempo que ha perecido en el intento de poner cachondo a un ordenador. En cuanto a m¨ª, a nada que supere la fase man¨ªaco-depresiva que me atenaza, intentar¨¦ descubrir ese puntito caliente, porque ya se sabe que no hay medio fr¨ªgido, sino hombre inexperto.
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