Pianos
La m¨²sica juega un papel muy importante en la pel¨ªcula Gracias por el chocolate, de Chabrol, donde los sentimientos son tan herm¨¦ticos que hemos de acercarnos a las caras en unos primeros planos lo suficientemente largos como para poder captar en un leve temblor todo lo que se evita decir con gestos o palabras. Hay intriga y cr¨ªmenes, pero apenas transmite miedo ni sufrimiento; la emoci¨®n est¨¢ intercalada en los momentos musicales: la excitaci¨®n y la sonrisa aparece en los personajes cuando se acercan al piano y dejan correr las manos sobre las teclas. Y se agradecen esos momentos por lo c¨¢lidos que son, especialmente cuando tocan a cuatro manos, juntos y enfrentados los dos pianos de cola. No me enter¨¦ del nombre del compositor que Jacques Dutronc le recomendaba a su alumna, pero al o¨ªrle hablar de volar las manos con suavidad sobre el piano pens¨¦ en Debussy.
La casualidad hizo que, horas m¨¢s tarde, pudiera o¨ªr a Debussy bajo las manos de Pierre-Laurent Aimard. Sin ninguna clase de historia alrededor, sin justificaci¨®n ni siquiera t¨ªtulo porque se trataban de estudios: para los cinco dedos, para las terceras, cuartas, sextas, octavas y para los ocho dedos, cinco y tres m¨¢s, rozando las notas como alas de p¨¢jaro o cayendo con fuerza y desde lo alto, en picado, sobre las teclas precisas y sin romper el vuelo. Los grados crom¨¢ticos en bandadas de sonoridades, los adornos en juegos canoros, las notas repetidas de p¨¢jaros gemelos, las sonoridades opuestas con rupturas y sorpresas y divertimientos. En los arpegios compuestos y los acordes los dedos hacen ya milagros de truenos y plumas erizadas, de marejadas y gotas locas de ese mar que tanto evoc¨® el compositor.
Los pianos traen buena suerte a las pel¨ªculas, ya sea en el t¨ªtulo o el tema. De los conciertos se sale a veces un poco melanc¨®lico, no s¨¦ si por el sonido de la m¨²sica, por el esfuerzo que ha de hacer el pianista que se vive casi como propio, o por la envidia de no tener sus manos aunque sean prestadas y por un rato. Pero la otra noche no ocurri¨® as¨ª, terminamos todos contentos y nada m¨¢s encender las luces se oy¨® una voz diciendo: '?Qu¨¦ sentido del humor!'. Se refer¨ªa a Debussy.
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