Caja Navarra acepta indemnizar con 175 millones a su director adjunto despedido
La entidad fusionada pretende prejubilar a 188 empleados
El pez chico se come al grande. Y en el proceso de fusi¨®n de las cajas de ahorro navarras no se ha quebrado el proverbio. Un a?o despu¨¦s de la fusi¨®n, y con las se?as de identidad de la extinta Caja Pamplona ya engullidas por su hermana mayor, Caja Navarra, el consejo de administraci¨®n de la entidad fusionada ha despedido fulminantemente al ex director de la entidad municipal pamplonesa, Manuel L¨®pez Merino, segundo de a bordo en la flamante instituci¨®n fusionada. El despido de L¨®pez Merino, director de la Caja Municipal de Pamplona desde 1984 hasta 2000, se ve¨ªa venir. De momento, a Caja Navarra la decisi¨®n de rescindir el contrato laboral del ex director le costar¨¢ 175 millones de pesetas, la mitad de lo que L¨®pez Merino solicita.
Desde que la Caja de Ahorros de Navarra (CAN) y Caja Pamplona (CAMP) se fusionaron, L¨®pez Merino, de 57 de edad, que figuraba como director adjunto de la entidad, comenz¨® a perder influencia en las ¨¢reas de negocio e inversiones de Caja Navarra, dirigidas por el hasta entonces director de CAN, Lorenzo Riezu, hombre de confianza del presidente navarro Miguel Sanz.
El ex director, licenciado en psicolog¨ªa, casado y padre de tres hijos, expres¨® sus 'profundas discrepancias' con el proceso de integraci¨®n de ambas entidades y, seg¨²n la nota hecha p¨²blica tras su salida de Caja Navarra, esas discrepancias se agudizaron en el proceso de homologaci¨®n salarial de las plantillas, 'al no estar de acuerdo' con el tratamiento recibido por los trabajadores provenientes de la CAMP.
Lo cierto es que la fusi¨®n ha superado su primer a?o de vida con una reducci¨®n notable de beneficios (8.843 millones, un 26% menos que en 1999), pero con una paz social absoluta. No ha habido despidos traum¨¢ticos. Los empleados (1.369 personas) han aprobado las condiciones del convenio que los equipara, aunque los procedentes de Caja Pamplona reconocen un trato m¨¢s lesivo para ellos y el cierre de oficinas, 46 hasta ahora, se ha resuelto con traslados y prejubilaciones. Es en ese momento cuando ha surgido el despido m¨¢s sorprendente.
Contrato blindado
Descontento con su apartamiento del n¨²cleo duro de las decisiones de Caja Navarra, L¨®pez Merino dimiti¨® de su cargo el 15 de febrero, tras reunirse la v¨ªspera con Miguel Sanz, y pidi¨® resolver su contrato de alta direcci¨®n y volver a la plantilla con la categor¨ªa de jefe de primera, la m¨¢xima de la entidad, lo que en la pr¨¢ctica era pedir su nombramiento como subdirector, cargo al que accedi¨® por oposici¨®n en Caja Pamplona en 1982. El dimisionario gozaba desde 1988 de un contrato blindado como director de la CAMP. El contrato le garantizaba cinco a?os de sueldo si cesaba en su puesto de primer directivo de la caja. Otra cl¨¢usula le brindaba cinco a?os m¨¢s de salario si era despedido.
Esas condiciones y la ausencia de negociaciones impulsaron al consejo de administraci¨®n, en el que los consejeros y hombres de UPN tienen la mayor¨ªa absoluta, a romper dr¨¢sticamente con el directivo. No hubo discrepancias. Adem¨¢s de UPN, aceptaron el despido los consejeros del PSN-PSOE, CDN, IU y EA, y se acord¨® pagar una indemnizaci¨®n de 175 millones, equivalentes a cinco a?os de salario, al estimar un informe jur¨ªdico que no se cumplen las condiciones previstas en el contrato para pagar el resto. La cuesti¨®n ha quedado abierta.
Resuelto el precedente, el consejo de Caja Navarra debe abordar ahora el plan de prejubilaci¨®n de 188 empleados. El plan prev¨¦ que aquellos que tengan m¨¢s de 55 a?os puedan abandonar su puesto con el 85% de su sueldo base m¨¢s la antig¨¹edad. El directivo que introdujo la apertura de oficinas por la tardes, la banca telef¨®nica, la tarjeta monedero o el ahorro infantil est¨¢ ya fuera de la entidad.
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