Financiaci¨®n auton¨®mica y poder valenciano
El inicio, cada vez m¨¢s pr¨®ximo, de la negociaci¨®n para sustituir el actual sistema de financiaci¨®n de las Comunidades Aut¨®nomas (CCAA) vuelve a poner de relieve la necesidad de dise?ar un sistema estable para dotar a las administraciones auton¨®micas de los recursos necesarios con los que hacer frente a la prestaci¨®n de los servicios de su competencia. Esta necesidad, urgente desde una perspectiva valenciana, es importante por muchas razones.En primer lugar, por cuanto el sistema de financiaci¨®n auton¨®mica es un elemento central para garantizar, mediante mecanismos de solidaridad, la igualdad b¨¢sica en la percepci¨®n de servicios entre todos los ciudadanos, independientemente de la comunidad en donde residen. En segundo, porque del mismo dependen las posibilidades de desarrollo efectivo de autogobierno de las autonom¨ªas y, por tanto, de la Comunidad Valenciana. Y en tercero, por cuanto existe una pr¨¢ctica unanimidad de que el sistema actual contiene importantes asimetr¨ªas de unas comunidades frente a otras.
Esta discriminatoria situaci¨®n es bien conocida por los especialistas y ha sido, una vez m¨¢s, puesta de relieve en un reciente estudio del profesor ?ngel de la Fuente del Instituto de An¨¢lisis Econ¨®mico. Sus conclusiones reiteran la existencia de tres carencias fundamentales en la situaci¨®n actual: la desigualdad y arbitrariedad en el reparto de los recursos; el acusado d¨¦ficit de autonom¨ªa y la ausencia de una corresponsabilidad fiscal efectiva por parte de las administraciones territoriales. Las razones que han conducido a esta insatisfactoria situaci¨®n son numerosas. Pero entre ellas no es la menos relevante la ausencia de consenso con la que se aprob¨® el sistema hoy vigente al convertirlo en moneda de cambio para conseguir la investidura de Aznar tras las elecciones de 1996.
Aquella fr¨ªvola decisi¨®n ha conducido a que los ¨²ltimos cinco a?os hayan sido cinco a?os perdidos en el avance hacia un sistema estable. Han sido un per¨ªodo durante el cual los valencianos hemos empeorado sustancialmente nuestra posici¨®n, frenando las posibilidades de corregir nuestras carencias tanto en la prestaci¨®n de servicios p¨²blicos b¨¢sicos como en las marcadas insuficiencias existentes en la formaci¨®n laboral o en la densidad tecnol¨®gica de nuestras empresas.
Dentro de este contexto, el denominado modelo Zaplana ha demostrando ser hasta ahora una operaci¨®n de marketing. Porque dentro del mismo es imposible encontrar una propuesta concreta de c¨®mo debe articularse la financiaci¨®n de las CCAA que cumpla estos tres objetivos. La propuesta Zaplana, que ni es un modelo ni es siquiera original, se centra exclusivamente en los mecanismos de obtenci¨®n de recursos, apostando, como muchos otros, por aumentar los tributos cedidos y reducir las transferencias. Pero ignora el elemento fundamental tanto para la estabilidad futura del sistema, como para la sociedad valenciana: la cuant¨ªa de los recursos necesarios para cumplir los principios de igualdad y de solidaridad respecto al resto de las CCAA. Porque con el sistema vigente, la financiaci¨®n por habitante de la Comunidad est¨¢ en el ¨²ltimo lugar de Espa?a. Esto es, los recursos necesarios para poder contar con unos servicios similares a los de otras autonom¨ªas est¨¢n muy alejados de los percibidos. Y de los mecanismos para corregir esta situaci¨®n, el mal llamado modelo Zaplana no dice ni una palabra.
Las cifras son concluyentes. La estimaci¨®n de recursos para el 2001 refleja que hoy la Comunidad cuenta s¨®lo 117.000 pesetas. por habitante, un 50% menos que Extremadura, 40% menos que Castilla y Le¨®n o un 30% menos que Galicia. Al mismo tiempo, la evoluci¨®n de los recursos por habitante desde 1996 al 2001 en las CCAA demuestra los desastrosos efectos que ha tenido para los valencianos el modelo aprobado en 1996 por el PP: la Comunidad ha perdido posiciones respecto a todas las dem¨¢s. As¨ª, si en 1996 Andaluc¨ªa y Galicia ten¨ªan una financiaci¨®n por habitante un 14,4% y un 22,8% superior respectivamente, en 2001 la diferencia es del 19% y un 31%. Todos los datos arrojan dos conclusiones irrebatibles: los valencianos contamos con una financiaci¨®n por habitante inferior a la cualquier otra comunidad espa?ola y, lo que es peor, somos los que m¨¢s hemos perdido en los cinco ¨²ltimos a?os, pese a las loas del PP valenciano al sistema hoy vigente. Una posici¨®n que, adem¨¢s, va unida, al espectacular aumento del endeudamiento. La manifiesta incapacidad, no ya para aumentar los recursos disponibles, sino simplemente para mantenerlos pone de relieve las acusadas limitaciones de la pol¨ªtica del PP valenciano, interesado hoy en convertir en cuesti¨®n de Estado lo que hasta ayer ha sido un puro ejercicio de autopropaganda. A este respecto, caben pocas dudas de que Fraga para Galicia o Lucas, hasta hace poco, para Castilla-Le¨®n han conseguido una posici¨®n mucho m¨¢s favorable que Zaplana.
Lo cual pone en cuesti¨®n la capacidad real de influencia del presidente de la Generalitat en la pol¨ªtica espa?ola. Porque el tan publicitado poder valenciano se ha demostrado tambi¨¦n inexistente para obtener mayor financiaci¨®n. Una financiaci¨®n imprescindible para la prestaci¨®n de unos servicios sanitarios o educativos similares a los existentes en otras comunidades o para poder colaborar con el conjunto del empresariado, y no s¨®lo con sus amigos pol¨ªticos, en afrontar los desaf¨ªos que imponen las graves carencias tecnol¨®gicas del tejido productivo.
Bienvenido sea, pues, el anunciado debate parlamentario si ¨¦ste sirviera para conocer qu¨¦ propuestas pretende defender el Consell para superar la negativa discriminaci¨®n consolidada durante su mandato. Mientras ¨¦stas se concreten, sin embargo, la ¨²nica esperanza real frente a una situaci¨®n que ofrece escasos resquicios para la autocomplacencia seguir¨¢ residiendo en que el nuevo modelo de financiaci¨®n exige un pacto de Estado entre las fuerzas pol¨ªticas con posibilidades reales de gobernar en el Estado y en las Comunidades Aut¨®nomas, como es el partido socialista. Porque, por m¨¢s que se intente ocultar, el resultado de la actuaci¨®n del gobierno de Eduardo Zaplana ha sido tan contundente como negativa: situarnos a la cola en financiaci¨®n y a la cabeza en endeudamiento.
Ricard Torres es Secretario de Econom¨ªa PSPV-PSOE
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