Ciclo
Todo es c¨ªclico en la vida. El mundo da vueltas dentro del cosmos y, dentro del mundo, el hombre da vueltas sobre s¨ª mismo tambi¨¦n: nace, se desarrolla, hace deporte y muere. Estamos aqu¨ª y ahora en el llamado Puente de Mayo como si fuese gran novedad y resulta que se viene repitiendo c¨ªclicamente desde mucho tiempo atr¨¢s, y lo que te rondar¨¦. Acabar¨¢ y, antes de que amanezca un nuevo d¨ªa, llegar¨¢ la informaci¨®n habitual sobre los muertos que se ha cobrado el puente en la carretera; un suceso ya cotidiano e irrelevante en el ciclo vital de una parte de la humanidad, que nace, se desarrolla, hace deporte, se compra un coche y muere en la carretera.
La semana que pas¨® tra¨ªa acontecimientos que se presentaban como fulgurantes novedades cuando en realidad pertenec¨ªan al ciclo normal de la vida ciudadana. He aqu¨ª un sucinto florilegio: el cardenal Rouco Varela, presidente de la Conferencia Episcopal, acusaba a las televisiones de crear un clima de violencia y sexismo. Siglos lleva la Iglesia clamando sobre estas situaciones, aunque, claro, callando c¨ªclicamente aquellas perversiones sociales e intolerables injusticias que perpetra impunemente el poder con el que pacta su soberan¨ªa.
De todos modos, sobre la anterior noticia destacaba el anuncio de la pr¨®xima celebraci¨®n en Madrid de la cumbre de la masoner¨ªa. Las j¨®venes generaciones que han nacido en democracia, y con ella la libertad de expresi¨®n, no pueden ni imaginar la que se hubiese armado si alguien pretendiera publicar esa noticia en tiempos de la dictadura. S¨®lo lo que acabo de decir habr¨ªa bastado para meternos en la c¨¢rcel a quien suscribe y al peri¨®dico entero.
Vuelve, en efecto, a Madrid con todos sus pronunciamientos la masoner¨ªa, cuya primera logia estuvo precisamente aqu¨ª. Se llamaba Logia Matritense o de las Tres Flores de Lys, y se fund¨® a principios del siglo XVIII. Funcion¨® en plenitud, dentro de las sombras propias de una sociedad secreta; vinieron luego la Gran Logia Simb¨®lica y el Gran Oriente, y Franco acab¨® con todo cuando dict¨® la ley de represi¨®n de la masoner¨ªa y del comunismo, que comport¨® -ya se puede imaginar- una cruel persecuci¨®n.
Seg¨²n referencias, hubo 80.000 sospechosos de ser masones (aunque afiliados a las logias apenas llegaban a 10.000), perseguibles de oficio por tanto, a muchos de los cuales, que no eran en absoluto masones pero s¨ª gentes ¨ªntegras de esp¨ªritu liberal, les hicieron la vida imposible. A un servidor, que no militaba en parte alguna, le acus¨® de mas¨®n un polic¨ªa. Fue por un art¨ªculo que escribi¨® en La Codorniz, subrayando el favoritismo de un presidente de la plaza de toros de Las Ventas con la empresa del lugar y cierto torero. El presidente, comisario de polic¨ªa a la saz¨®n, reaccion¨® escribiendo a ?lvaro de la Iglesia, que era el director de La Codorniz, poni¨¦ndome de vuelta y media y advirti¨¦ndole de que tuviese cuidado conmigo y me echara, pues era rojo y mas¨®n. O sea, justo aquello que contemplaba la mencionada ley represora de Franco. No se sali¨® con la suya, y ?lvaro de la Iglesia no me ech¨® ni nada. La represesi¨®n de la masoner¨ªa fue tan grande en tiempos del franquismo y el trauma consiguiente tan fuerte que quiz¨¢ quienes lo vivieron en aquella ¨¦poca a¨²n se inquieten al o¨ªr mencionar cualquier organizaci¨®n perteneciente a la francmasoner¨ªa.
Se habl¨® asimismo durante la semana de ruidos, porque se celebr¨® el D¨ªa Internacional del Ruido; una perturbaci¨®n que en Madrid es c¨ªclica e inevitable, pues la mayor¨ªa de los ciudadanos suelen hablar a gritos.
Una encuesta puso de manifiesto que el 85% de las amas de casa no entiende el etiquetado de los alimentos (y los varones tampoco), lo que, unido a la falta de informaci¨®n sobre este asunto, aconseja crear (y se crea, en efecto) la Agencia de Seguridad Alimentaria. Dicho de otra forma: lo de siempre; m¨¢s oficinas y m¨¢s cargos.
En fin -a?adamos para concluir el florilegio-, el Ministerio de Cultura ha divulgado unas cifras que tambi¨¦n valdr¨ªan para cualquier ¨¦poca pasada y venidera: en Madrid va m¨¢s gente al cine que al teatro; valiente novedad.
Comienza otra semana y todo seguir¨¢ igual. Iremos al cine m¨¢s que al teatro, compraremos conservas y no sabremos si nos levantar¨¢n el h¨ªgado, contemplaremos en televisi¨®n c¨®mo la gente se pega la paliza en dos acepciones bien distintas, los curas continuar¨¢n largando, nos cruzaremos por la calle con masones de toda condici¨®n y hablaremos de todo esto y m¨¢s a gritos.
Hay un fen¨®meno poco estudiado pero que requiere reflexi¨®n: todo es repetitivo y, no obstante, en cuanto se produce, nos creemos que acontece por primera vez en la vida. Habr¨ªa que investigar si el ser humano, ¨²nico ente pensante, con tanto ciclo ha perdido memoria o se ha vuelto tonto de remate.
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