La nostalgia de los grillos
La primera generaci¨®n de emigrantes, atrapados entre dos mundos
El d¨ªa que asesinaron a JFK hac¨ªa un fr¨ªo que pelaba en Moncada. El guardia civil Fern¨¢ndez, licenciado con unos 50 a?os, desembarc¨® en la ciudad con cuatro hijos, una mujer desgarrada por la partida y dudoso porvenir. 'No ten¨ªa trabajo, ni ten¨ªamos muebles y siempre recuerdo a mi madre llorando y a mi padre, desesperado'. Mar¨ªa Auxiliadora Fern¨¢ndez Gallardo ten¨ªa siete a?os cuando su familia abandon¨® Jerez de la Frontera en 1963. Fue un tr¨¢nsito duro, tan suavizado con los a?os y las vivencias que la benjamina de los Fern¨¢ndez Gallardo, hoy secretaria de direcci¨®n, casada y con dos hijas, tiene claro que no abandonar¨¢ Catalu?a.
Con el tiempo la nostalgia deriva un poco en desarraigo. 'Lo malo es que cuando est¨¢s aqu¨ª eres andaluz y all¨ª eres catal¨¢n. Es el drama de los emigrantes', explica en la caseta de la hermandad rociera de La Esperanza, de Badalona, donde atiende la cocina. El proceso de aproximaci¨®n de los emigrantes a Catalu?a acaba desatando un flujo rec¨ªproco.
No todo es lo que parece en la Feria de Abril de Barcelona. Bajo un sombrero cordob¨¦s baila sevillanas una catalana de pura cepa. En la cocina de La Esperanza se afanan indistintamente catalanas y andaluzas, como Isabel Jaime, que llor¨® a mares cuando se traslad¨® reci¨¦n casada con Juan Buz¨®n a Barcelona desde Jerez, entonces un pueblo falto de oportunidades y sobrado de clasismo.
El teatro Villamarta era la met¨¢fora: el patio de butacas reservado para los se?oritos y el gallinero para los dem¨¢s. Los otros eran gentes como Buz¨®n, que lleva 23 a?os trabajando en los mismos grandes almacenes de Barcelona y s¨®lo dud¨® en una ocasi¨®n en hacer el camino de vuelta: 'Ya ver¨¦ cuando me jubile, pero me he acostumbrado, aqu¨ª tengo mi casa, mi porvenir y mi familia'.
Juan Buz¨®n e Isabel Jaime combatieron la nostalgia alimentando las ra¨ªces. Se involucraron en la Casa de Andaluc¨ªa y, junto a otras familias, montaron uno de los primeros chiringuitos que recordaba la Feria de Abril en Catalu?a. Buz¨®n, un loco del baile, zapate¨® durante lustros con el cuadro flamenco de la entidad y participa activamente en la cita ferial con su trabajo en la hermandad rociera de La Esperanza de Badalona. No hablan catal¨¢n, pero saben que sus hijos engrosan la generaci¨®n de nuevos catalanes.
Ya no son los mismos. D¨¦cadas de vida en una tierra donde hallaron una oportunidad imposible en sus pueblos de origen dejan una impronta clara. Siempre hay alguno que practica la fe del converso: Juan S¨¢nchez culmina una perorata de amor a Catalu?a -'dar¨ªa mi vida por ella', dice arrebatado- confes¨¢ndose andaluz de origen. 'No se debe renegar de la tierra de uno, pero Catalu?a es un pa¨ªs que ha abierto las puertas a todo el mundo, l¨¢stima que tambi¨¦n a los de fuera. No soy, ?c¨®mo se dice?, racista, pero..' Pero abundan los amores compartidos, como el de Nieves Gil, capaz de emocionarse con la Salve Rociera como hizo en la caseta Los Varales de Santa Coloma de Gramanet la noche del mi¨¦rcoles y sentir Barcelona como su casa: 'Yo quiero a mi tierra, pero no me voy all¨ª a pasar hambre. Cuando voy me mondo con ellos, pero casi me siento m¨¢s catalana'.
La a?oranza, incluso en sus peores tiempos, tiene remedio, como descubri¨® el hijo de una emigrante para combatir el insomnio de su madre, que s¨®lo lograba dormir escuchando el ruido del agua manando de un grifo abierto toda la noche y los sones chirriantes de grillos que capturaba para invitarla a creer que se dorm¨ªa en C¨¢diz.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.