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Sin agua corriente, electricidad o suficientes letrinas, 70.000 afganos huidos de la guerra y la sequ¨ªa que devastan su pa¨ªs esperan impacientes a que el Gobierno de Islamabad y el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) lleguen a un acuerdo sobre su futuro. Saturado por 2,5 millones de afganos, Pakist¨¢n ha cerrado el paso fronterizo de Torkham y se niega a que ACNUR registre como refugiados a esta ¨²ltima avalancha llegada al campamento de tr¨¢nsito de Jalozai, que deber¨¢ ser desalojado en junio.

Jalozai se organiz¨® como campo de refugiados hace dos d¨¦cadas cuando la invasi¨®n sovi¨¦tica de Agfanist¨¢n provoc¨® las primeras huidas masivas de afganos hacia Pakist¨¢n. En 1995, ACNUR interrumpi¨® su programa alimentario y puso en marcha una operaci¨®n retorno con moderado ¨¦xito. Unas 50.000 personas viven a¨²n en aquel asentamiento inicial. Sin embargo, desde 1999 y aprovechando los espacios libres dejados por los repatriados, el lugar se hab¨ªa convertido en un campamento de tr¨¢nsito para los nuevos llegados que, una vez registrados por Naciones Unidas, eran trasladados a otros poblados.

'A finales de agosto del a?o pasado, se inici¨® una nueva oleada de refugiados que ha coincidido con una disminuci¨®n de nuestros recursos, lo que el Gobierno de Afganist¨¢n ha interpretado como una falta de inter¨¦s por parte de la comunidad internacional', explica Roy Herrmann, responsable de la oficina de ACNUR en Peshawar, ciudad paquistan¨ª pr¨®xima a la frontera con Afganist¨¢n. 'El cansancio del pa¨ªs de acogida se tradujo en un cierre de la frontera el pasado noviembre y desde enero nos impiden registrar a los reci¨¦n llegados y trasladarles a otros campamentos', a?ade.

Distribuci¨®n de alimentos

En total 70.000 de los cerca de 300.000 afganos llegados desde la nueva crisis han quedado atrapados en el improvisado Jalozai. La mayor¨ªa procede del norte de Afganist¨¢n, de las zonas donde el r¨¦gimen talib¨¢n a¨²n lucha por desalojar a la alianza del norte de Ahmed Sha Masud, y pertenecen a las minor¨ªas hazara, ismail¨ª o sih¨ª. Herrmann precisa que las autoridades paquistan¨ªes no les dificultan la asistencia de emergencia e incluso hace un mes les permitieron distribuir alimentos, pero a cambio les pidieron que cierren el campamento en dos meses. El plazo vence en junio.

Con estas medidas, el Gobierno de Islamabad pretende desincentivar nuevas llegadas de afganos que en su opini¨®n huyen m¨¢s por motivos econ¨®micos (sequ¨ªa y falta de alimentos) que por la guerra, hoy limitada al cuadrante noreste del pa¨ªs. En privado, algunos funcionarios del organismo humanitario admiten que los afganos siguen llegando a Pakist¨¢n por otros pasos menos accesibles que el de Torkham, a raz¨®n de unas cincuenta familias al d¨ªa.

Un portavoz paquistan¨ª desminti¨® ayer las acusaciones estadounidenses de que su pa¨ªs ha aumentado la ayuda a los talib¨¢n y a los grupos independentistas dentro de la Cachemira india. La misma fuente asegur¨® que Pakist¨¢n cumple con la resoluci¨®n 1.333 del Consejo de Seguridad de la ONU (que proh¨ªbe la venta de armas al r¨¦gimen de Kabul) y que 'apoya el llamamiento al alto el fuego realizado por el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, Ruud Lubbers', el pasado martes en Kandahar.