Un hueso duro de roer
Esta gigantesca laja arqueada es uno de los riscos m¨¢s hermosos y dif¨ªciles de escalar de La Pedriza
En los anales de la escalada madrile?a est¨¢ grabada, como con cincel sobre el duro granito de La Pedriza, la fecha del 10 de junio de 1972. Ese d¨ªa, Fulgencio Casado, acompa?ado por Pedro D¨ªez -el malogrado Promesas-, culmin¨® la primera ascensi¨®n que ser alguno, a excepci¨®n de las lagartijas serranas, hubiera intentado nunca por el vertiginoso lomo curvo de Pe?alarco; para los amigos, el Hueso.
Incre¨ªble, pero ciertamente, este colosal arco p¨¦treo, que parece mantenerse en precar¨ªsimo equilibrio con s¨®lo sus dos extremos apoyados en un pared¨®n casi vertical, hab¨ªa permanecido hasta entonces ajeno a la curiosidad de los escaladores prediceros, que llevaban ya m¨¢s de cien a?os probando sus habilidades en la zona. Su forma de asa, sin cima definida, no atra¨ªa a los coleccionistas de cumbres. Y luego estaba su evidente dificultad. Una dificultad que, para m¨¢s gloria suya, Fulgencio solvent¨® con unas botas rudimentarias llamadas cletas -los pies de gato, de goma cocida, son un invento de 1982- que hoy nadie usar¨ªa ni para subir al cerro Garabitas.
Aunque, a ra¨ªz de aquella osada trepa, el Hueso pas¨® a formar parte, junto con el Yelmo y el P¨¢jaro, de la trinidad m¨¢s venerada por los spiderman pedriceros, abri¨¦ndose posteriormente en ¨¦l v¨ªas m¨ªticas de escalada como Me Cago en Dios -uno de cuyos pasos ha sido calificado de inhumano- o Ambros¨ªas -la primera con un grado 8 de dificultad-...; a pesar de ello, dec¨ªamos, algo de ese espeso olvido en el que estuvo durante m¨¢s de un siglo lo impregna a¨²n y como que insiste en mantenerlo fuera de las rutas habituales, no ya de los escaladores, pero s¨ª de los monta?eros de a pie. Y eso que el risco es espectacular a rabiar. Y el camino, chupado.
Desde el gran aparcamiento de Canto Cochino, vamos a descender en un minuto hasta el Manzanares para cruzar el r¨ªo por un puente de madera y subir a la izquierda siguiendo las se?ales blancas y rojas, pintadas sobre pinos y ariz¨®nicas, del sendero GR-10, las cuales nos van a guiar por el valle del arroyo de la Majadilla arriba. Transcurridos tres cuartos de hora, cruzaremos el arroyo por una r¨²stica pasadera y, dejando a mano derecha el refugio Giner, continuaremos ascendiendo en direcci¨®n al Tolmo, un descomunal canto esf¨¦rico de granito -?13.000 toneladas!- rodado hasta el fondo del valle desde el risco del P¨¢jaro, situado 300 metros m¨¢s arriba.
Unos 200 metros despu¨¦s de pasar el Tolmo, nos desviaremos del sendero GR-10 hacia la izquierda para volver a cruzar el arroyo -ahora llamado de la Dehesilla- y seguir subiendo por una trocha marcada con hitos que culebrea por el pinar y que se empina cada vez m¨¢s, hasta el punto de obligarnos a usar las manos en algunos pasos rocosos. Veremos una escalera natural formada por ra¨ªces desnudas y tambi¨¦n una pe?a c¨®ncava a modo de caverna poco antes de llegar, como a una hora y media del inicio, al pie de los paredones de las Buitreras. Muy cerca, a mano derecha, junto a un roble emparedado entre lajas verticales de granito, est¨¢ Pe?alarco.
Hay quienes dicen que esta arqueada laja mide casi cien metros de punta a punta; otros, que 80; a nosotros, tirando por lo alto, nos parece que no m¨¢s de 50. Sea como fuere, es un arco de gigantes, un asa para gigantes o, mejor, un inconcebible hombro descarnado, con su h¨²mero y su om¨®plato, y con una doble fractura en la parte media de aqu¨¦l, que debi¨® de ser muy traum¨¢tica para su gigante portador. Aunque no tanto como la que dio origen al propio Hueso.
Los hielos invernales, actuando como cu?as en las grietas del granito, hacen que los domos o grandes masas redondeadas de esta roca, tan frecuentes en La Pedriza, se vayan pelando como cebollas, capa a capa, laja a laja. Como lo demuestra su pavorosa hendidura, Pe?alarco es una laja a punto de desgajarse. Tarde o temprano se desmoronar¨¢. Eso la hace doblemente hermosa: la posibilidad de caer, de acabarse. Bien lo saben los ¨¦mulos de Fulgencio.
Paseo para madrugadores
- D¨®nde. Manzanares el Real, capital de La Pedriza, dista 53 kil¨®metros de la Puerta del Sol y est¨¢ bien comunicado por la autov¨ªa de Colmenar (M-607), tomando la M-609 pasado el kil¨®metro 35 y luego la M-608 a mano izquierda. Para llegar al aparcamiento de Canto Cochino, hay que salir de Manzanares hacia Cerceda (M-608) y tomar el primer desv¨ªo a mano derecha. Hay autobuses hasta Manzanares (tel¨¦fono 91 359 81 09) desde la plaza de Castilla. - Cu¨¢ndo. Marcha de dos horas y media -una y media de subida y otra de bajada por el mismo camino-, con un desnivel de 400 metros y una dificultad media-baja. Cualquier ¨¦poca es buena, pero hay que madrugar, pues el acceso a La Pedriza est¨¢ limitado a 500 veh¨ªculos. - Qui¨¦n. Domingo Pliego es el autor de la ya cl¨¢sica gu¨ªa La Pedriza del Manzanares y del Plano esquem¨¢tico de La Pedriza del Manzanares, a escala 1:8.000, ambos editados por Desnivel y muy ¨²tiles para esta excursi¨®n. Tambi¨¦n puede usarse el mapa a escala 1:15.000 de La Tienda Verde (Maudes, 23 y 38; tel¨¦fono 91 534 32 57). - Y qu¨¦ m¨¢s. A la entrada de La Pedriza se halla el Centro de Informaci¨®n del parque (tel¨¦fono 91 853 99 78), en el que podemos solucionar cualquier duda y apuntarnos a diversas excursiones guiadas.
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