Alud de excepciones
El correo de este mes me ha hecho temblar las manos con la c¨®lera vibrante de lectores que se sienten ling¨¹¨ªsticamente ofendidos por el t¨ªtulo de la pel¨ªcula Antes que anochezca. Falta un de, claman: Antes de que anochezca ser¨ªa lo correcto. Contra tales protestantes se ha escrito en este peri¨®dico que son unos 'puristas', con el mismo desd¨¦n progre que pon¨ªa el loro de Iriarte en su insulto a la cotorra castiza: 'Vos no sois que una purista'. Pues no; ser¨ªa purista quien, al contrario, viendo anunciado Antes de que anochezca, exigiese Antes que anochezca, porque esta es la construcci¨®n 'pura', la ¨²nica que emplean los cl¨¢sicos: 'Antes que la noche viniese, di conmigo en Torrijos', cuenta el p¨ªcaro salmantino. Y como ¨¦l, don Quijote al aseverar: '... tengo determinado de ir antes que en otra aventura me ponga'. De ese modo, sin preposici¨®n, se mantuvo tal precisi¨®n temporal hasta nosotros; y cuando el desventurado novelista cubano Reynaldo Arenas titul¨® as¨ª el libro en que han basado la pel¨ªcula, andaba en la compa?¨ªa m¨¢s solvente.
Pero ?por qu¨¦ recusar a quienes prefieren Antes de que anochezca, si ello es tambi¨¦n posible, desde finales del siglo XVIII al menos? Rufino Jos¨¦ Cuervo apela a Alberto Lista para documentarlo: 'Antes de que los Reyes Cat¨®licos expeliesen los jud¨ªos...'. Ello, sin duda, no gustaba al maestro colombiano, ya que, en sus admoniciones a los bogotanos, diagnostica como 'desali?o' tal uso; sin embargo, algo m¨¢s tarde, en su Diccionario, no preven¨ªa contra ¨¦l. Y es ¨¦sta la f¨®rmula que hoy alterna ventajosamente con la cl¨¢sica, de tal modo que Mar¨ªa Moliner la registra con el ejemplo 'Antes de que salga el Sol', y confirma en un ap¨¦ndice que 'parece razonable no negar legitimidad' a esta construcci¨®n. De igual modo, el Esbozo acad¨¦mico de 1973 se limita a afirmar, sin restricci¨®n alguna, que ambas locuciones se emplean para expresar la simple sucesi¨®n m¨¢s o menos mediata. Y es que, como hemos dicho, la fidelidad al ante quam latino ces¨® hace m¨¢s de doscientos a?os entre gente ignorante -?qui¨¦n ha hecho en lo b¨¢sico los idiomas neolatinos sino los ignorantes?-, y obr¨® la presi¨®n anal¨®gica (perd¨®n Varr¨®n, ave C¨¦sar) de 'antes de anochecer'; o de 'antes de la noche', introduciendo la oraci¨®n sustantiva que anochezca all¨¢ donde estaban sus parientes gramaticales: un nombre o un infinitivo. Una muestra de la actual preferencia por la f¨®rmula con preposici¨®n lo ofrece el error de una conocida enciclopedia que, al enumerar obras de Arenas, le atribuye 'Antes de que anochezca'. Y eso s¨ª que es pasarse.
Pero estas son cuestiones demasiado arduas para ponerlas negro sobre blanco en un peri¨®dico. Lo de poner negro sobre blanco, con el significado de 'poner por escrito', es cosa que ahora gusta mucho en los medios de comunicaci¨®n, y hasta hay un programa as¨ª titulado en la horrorosa televisi¨®n nacional que intenta convertir en lectores a los televidentes con inyecciones de idioma leg¨ªtimo en vena. Para ello, calca el ingl¨¦s black and white; si el espa?ol era, seg¨²n una definici¨®n cl¨¢sica, un lat¨ªn mal hablado, pronto ser¨¢ un ingl¨¦s chapurreado.
Aun desde muy lejos del purismo, causa malestar tanto maquillaje de marca anglosajona incrustado a brochazos en el espa?ol sin que a?ada nada al natural. Recu¨¦rdese el Damas y caballeros en los filmes doblados o ya en los de aqu¨ª, soslayando el Se?oras y se?ores que era de norma en nuestros perorantes. Y no se olvide la fascinante sandez, tan repetida en la pantalla grande o peque?a cuando dos personajes se encuentran pasado alg¨²n tiempo, y se ponen a recordar en estilo neomanrique?o los viejos tiempos (old-time).
No de aquellos, sino de estos tiempos es la amenaza de una innovaci¨®n que algunos llaman televisi¨®n digital terrenal. Pero ?a¨²n cabe una televisi¨®n m¨¢s opuesta al cielo que la de ahora? Si terrenal es, en espa?ol, lo contrario que celestial, una de dos, o estos terroristas del lenguaje creen que es emp¨ªreo todo lo que ahora sale por antena, o meten de matute el ingl¨¦s terrestrial que, en esta acepci¨®n, es decir, la de terrestrial transportation (y no por aire o mar), equivale a terrestre. Pero no lo saben.
Volviendo a nuestras flojeras propias, esto es, no contagiadas por virus exteriores, prosigue incansable la conversi¨®n de los verbos intransitivos en transitivos; choca ahora batallar, al que analfabetamente se atribuye la misma naturaleza gramatical que a combatir. Por ello, cuando hace poco muri¨® el gran narrador venezolano Uslar Pietri, uno de nuestros peri¨®dicos m¨¢s ilustrados lo defini¨® como 'un intelectual que batall¨® la injusticia con las armas de la palabra'. De igual modo, se ha afirmado que los pescadores andaluces, a quienes est¨¢n arrebatando una parte esencial de su vida, est¨¢n batallando su derecho a pescar en aguas moras.
Cunde, por cierto, la creencia en que este adjetivo, tan latino (maurus), es peyorativo; puede serlo, al igual que espa?ol cuando, por ejemplo, lo exudan con intenci¨®n de miura abundantes labios donostiarras y vizcaitarras; pero resulta completamente as¨¦ptico para designar, seg¨²n el Diccionario acad¨¦mico, al 'natural del ?frica Septentrional frontera a Espa?a' y, funcionando como adjetivo, a lo relacionado con los de all¨ª y con sus cosas. Los propios moros estiman ofensivo que se les llame moros, y muchos prefieren ser aludidos como musulmanes; pero nuestros pescadores, firmes en la seguridad cat¨®lica que les dan sus V¨ªrgenes, no desean faenar en caladeros mahometanos -pues esto significa musulm¨¢n-, sino s¨®lo en los pertenecientes a Marruecos, aunque sus aguas no sirvan para bautizar, por moras. O por marroqu¨ªes, hablando m¨¢s precisamente, si se insiste en ver xenofobia o racismo en moro. Ambas cosas hay sin duda, pero esta es carga aneja a muchos gentilicios, y marroqu¨ª no la alivia.
Entre las alegr¨ªas que pueden permitirse no s¨®lo los pol¨ªticos sino tambi¨¦n los informadores, est¨¢ la de negar el principio de contradicci¨®n; ocurre cuando, con toda maestr¨ªa, afirman que una cosa es y no es a la vez. Hace un mes muri¨® el atleta Diego Garc¨ªa, y un peri¨®dico coment¨® que su repentino fallecimiento era 'el ¨²ltimo caso de muerte s¨²bita de un deportista, algo excepcional, pero que se repite con alguna frecuencia'. Se trata, con todo, de un gozo m¨ªnimo comparado con el de hace unos d¨ªas, cuando un veterano cronista narraba as¨ª: 'La Reina , que hab¨ªa nacido y crecido entre caballos, con un intenso cari?o hacia ellos, me recordaba con espanto c¨®mo un toro destroz¨® literalmente a dos jumentos bajo el palco real que ocupaba junto al Rey'. ?Son excepciones ocasionales, o es que est¨¢ ya as¨ª de enlodada nuestra lengua en muchas mentes?
Fernando L¨¢zaro Carreter es miembro de la Real Academia Espa?ola
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