?Qui¨¦n defiende a la televisi¨®n p¨²blica?
Las televisiones p¨²blicas se hallan hoy en una fase crucial de su existencia: un nuevo entorno tecnol¨®gico, econ¨®mico, social y cultural condiciona de manera determinante su presente y su futuro. Estamos quiz¨¢ en una fase terminal del modelo actual de televisiones p¨²blicas. Se est¨¢n alumbrando las bases de un nuevo modelo pero no hay consenso pol¨ªtico sobre el alcance de la misi¨®n de servicio p¨²blico, el papel de las televisiones p¨²blicas en los mercados de las audiencias y la publicidad, el sistema de financiaci¨®n, y sobre qui¨¦n debe ejercer el control p¨²blico (una alta autoridad audiovisual, el Parlamento o el Gobierno).
En t¨¦rminos econ¨®micos y financieros, la situaci¨®n actual agrava los problemas que vienen arrastrando las televisiones p¨²blicas, derivados del estancamiento de sus ingresos de origen p¨²blico mientras los gastos aumentan intensamente por la inflaci¨®n de costes provocada por la fuerte competencia en muchos g¨¦neros de programas (deportes, ficci¨®n, entretenimiento, etc¨¦tera) y porque la televisi¨®n es una industria cultural peculiar en materia de costes: aplicaci¨®n intensiva de trabajo humano creativo, cuya productividad no puede seguir el ritmo del capital tecnol¨®gico (es la enfermedad de Baumol, diagnosticada por los investigadores).
El futuro de las televisiones p¨²blicas pasa por pactar un modelo de ¨¢mbito estatal
La consecuencia es que las televisiones p¨²blicas se colocan en una situaci¨®n de mayor dependencia cada vez de la publicidad (deslegitimando, por esa dependencia, su propia naturaleza), al darse adem¨¢s la circunstancia de que las reglas del juego respecto a la competencia privada las colocan en desventaja: programas y gravosos convenios de servicio p¨²blico, renuncia expl¨ªcita a programas serviles con las grandes audiencias, presupuestos anuales que frenan planes a medio plazo, etc. Las televisiones privadas, que ponen el grito en el cielo en sentido contrario, olvidan que las barreras de entrada disfrutadas en su origen les han permitido su ping¨¹e participaci¨®n en la tarta publicitaria.
Cuando acabe esta legislatura, si la SEPI no lo remedia antes por procedimientos muy ortodoxos, el ente p¨²blico RTVE habr¨¢ acumulado una deuda superior a 1 bill¨®n de pesetas (digamos, 6.000 millones de euros, que parece menos).
La Radio y Televisi¨®n de Andaluc¨ªa (RTVA) no arrastra deuda, es la m¨¢s barata y la m¨¢s saneada desde el punto de vista financiero, pero registra un d¨¦ficit presupuestario, sufre una cierta insuficiencia financiera, que es resultado de las anteriores reflexiones y del desajuste entre los presupuestos y el intenso crecimiento experimentado en los ¨²ltimos a?os en canales, en horas de programaci¨®n y, en definitiva, en dimensi¨®n empresarial: m¨¢s actividad, m¨¢s producci¨®n, m¨¢s empleo.
Cuando, desde ¨®pticas sesgadas y poco documentadas, se analiza el presupuesto de la RTVA en t¨¦rminos de coste de oportunidad, proponiendo destinos alternativos del dinero p¨²blico, se vela que la RTVA es una empresa estrat¨¦gica para Andaluc¨ªa en la Sociedad de la Informaci¨®n y un grupo empresarial s¨®lido y potente (uno de los primeros de esta Comunidad), por sus cualificados y eficientes recursos humanos, por sus activos tecnol¨®gicos, por sus compa?¨ªas participadas y por su marca, por su fondo de comercio que, puesto en el mercado, si a alg¨²n poco amigo de lo p¨²blico se le ocurriera un d¨ªa, estar¨ªa valorado sin duda muy por encima de los cien mil millones de pesetas.
Las se?ales de RTVA est¨¢n hoy en todo el mundo, en tiempo real, a trav¨¦s del sat¨¦lite y de Internet, lo cual debe enorgullecer a Andaluc¨ªa y a los andaluces de aqu¨ª y de all¨¢.
Es evidente que desde la perspectiva p¨²blica, aqu¨ª en Andaluc¨ªa, nos enfrentamos ante nuestra propia responsabilidad como televisi¨®n p¨²blica no s¨®lo con an¨¢lisis econ¨®micos, sino con la b¨²squeda de un dise?o de nuestra producci¨®n de contenidos que represente fielmente la identidad cultural y social de Andaluc¨ªa, a trav¨¦s de los cu¨¢les nos convirtamos en el veh¨ªculo de transmisi¨®n e intercomunicaci¨®n de las caracter¨ªsticas, valores, preocupaciones y posibilidades de nuestra Comunidad.
Queremos ser, como ha dicho un te¨®rico de la comunicaci¨®n (Souchon), una televisi¨®n 'popular de calidad', en realidad, la ¨²nica televisi¨®n verdaderamente generalista: todos los g¨¦neros para todos los p¨²blicos. Debemos tener en cuenta las audiencias, que son un factor importante para la misi¨®n y viabilidad de la televisi¨®n p¨²blica (si no se ve, no puede cumplir su funci¨®n), pero ¨¦sta no puede ir a rastras de aqu¨¦llas ni puede aceptar que se le endose la letra del mal gusto o el mal h¨¢bito de telespectadores mal educados por ofertas heterog¨¦neas e inasumibles por la televisi¨®n p¨²blica.
El hecho de que columnistas de saldo, seco el mag¨ªn, pretendan, para descalificarla, reducir la vasta, plural y rica programaci¨®n de la RTVA a la actuaci¨®n en un programa de una pareja de humoristas a la que desprecian desde su atalaya divina, no resta cr¨¦dito a la anterior declaraci¨®n. Y tampoco puede depender el pedigr¨ª cultural de Canal Sur de que le acepte o no determinados proyectos de programa, que est¨¢n fuera de su presupuesto, a este o aquel escribiente de peri¨®dicos o este o aquel sedicente creador de nuestra cultura.
La RTVA ha sido, a mi juicio, en esta ¨²ltima d¨¦cada la primera contribuyente a la vertebraci¨®n social, cultural y pol¨ªtica de Andaluc¨ªa: las retransmisiones televisivas de los acontecimientos culturales, festivos y deportivos de nuestros pueblos y ciudades; los servicios informativos y Andaluc¨ªa Directo; Los Reporteros, Tierra y Mar, Al Sur,...; el excelente Canal 2 Andaluc¨ªa; o, en la radio, La Hora de Andaluc¨ªa, El p¨²blico, Mira qui¨¦n habla,..; y nuestro canal por sat¨¦lite Andaluc¨ªa Televisi¨®n (como he tenido oportunidad de comprobar en Barcelona hace unos d¨ªas), han vertebrado m¨¢s Andaluc¨ªa en estos a?os que cualquier otro elemento tangible o intangible de nuestra autonom¨ªa.
Nada de esto parece tener valor para quienes, desde intereses mercantiles, pol¨ªticos o personales pretenden desacreditar a esta empresa p¨²blica con propuestas sospechosas que, con la coartada de poner remedio a sus males, persiguen el confinamiento, la marginalidad, cuando no la desaparici¨®n de las televisiones p¨²blicas.
?Qu¨¦ podemos hacer quienes s¨ª creemos en las radios y las televisiones p¨²blicas para defenderlas? Primero, definir un modelo, consensuarlo pol¨ªticamente y afianzarlo. Un modelo que precise, en primer lugar, un alcance generoso de la misi¨®n de servicio p¨²blico, que incluye no s¨®lo sus ofertas de programaci¨®n sino su compromiso con la innovaci¨®n tecnol¨®gica y con el impulso al sector audiovisual, as¨ª como la incuestionable garant¨ªa de pluralidad e independencia.
La Resoluci¨®n del Parlamento Europeo (1996) sobre la funci¨®n de la televisi¨®n p¨²blica atribuye a ¨¦sta la obligaci¨®n de ofrecer un amplio abanico de programas a toda la poblaci¨®n, garantizando el acceso de la poblaci¨®n a acontecimientos de inter¨¦s p¨²blico general, incluidas las manifestaciones deportivas.
El modelo exige tambi¨¦n acordar un sistema estable de financiaci¨®n, en la l¨ªnea que ha aceptado la Comisi¨®n Europea: una financiaci¨®n mixta sujeta a los principios de proporcionalidad (de la subvenci¨®n con el servicio p¨²blico que financia) y transparencia (contabilidad separada de las actividades comerciales y de las de servicio p¨²blico).
Pero hay quienes no tienen modelo o, sencillamente, no aceptan a las televisiones p¨²blicas. El PP de Andaluc¨ªa, por ejemplo, propuso eliminar en el Presupuesto de la Comunidad Aut¨®noma para 2001 la subvenci¨®n anual a RTVA. Y todav¨ªa no ha explicado cu¨¢l es su modelo: ?es acaso el modelo terminator, como advert¨ª en el Parlamento, que en su versi¨®n light modela la televisi¨®n j¨ªbara, seg¨²n el dise?o que est¨¢ confeccionando la SEPI para el ente p¨²blico RTVE y del que pronto tendremos noticias? D¨ªgase claro.
A mi entender, la televisi¨®n p¨²blica es hoy m¨¢s necesaria que nunca, en el mundo de la globalizaci¨®n cultural, en el mundo multicanal, en este mercado dominado cada vez m¨¢s por la televisi¨®n de pago. Porque el derecho de todos los ciudadanos a la informaci¨®n, a la cultura, a una oferta audiovisual educativa, formativa y entretenida; la libertad real de expresi¨®n (es decir, aquella que puedan ejercitar todos los ciudadanos) no puede ser funci¨®n de los grupos econ¨®micos y financieros dominantes, de las grandes compa?¨ªas de las telecomunicaciones o la inform¨¢tica, o de los intereses publicitarios, sino una variable independiente.
Como creo en las televisiones p¨²blicas, me preocupo por su viabilidad y ¨¦sta pasa, a mi criterio, por pactar un modelo de ¨¢mbito estatal (esto es legislaci¨®n b¨¢sica) que defina el alcance del servicio p¨²blico y precise m¨¢s su papel social, que garantice una financiaci¨®n mixta estable y asegure un control p¨²blico acorde con el nuevo modelo.
Rafael Camacho Ord¨®?ez es director general de RTVA.
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