Carrera de obst¨¢culos
S¨®lo una de cada cuatro personas con alguna discapacidad posee un t¨ªtulo universitario
Los estudios universitarios son para los discapacitados espa?oles una aut¨¦ntiva carrera de obst¨¢culos. Del casi mill¨®n y medio de personas que sufren alg¨²n tipo de discapacidad, casi cuatro de cada cien (3,6%) tiene formaci¨®n superior, seg¨²n la Encuesta sobre discapacidades, deficiencias y estado de salud del Instituto Nacional de Estad¨ªstica. La Universidad Nacional de Educaci¨®n a Distancia (UNED) acoge al mayor n¨²mero (1.686). Es muy dif¨ªcil saber, sin embargo, cu¨¢ntos discapacitados f¨ªsicos, paral¨ªticos cerebrales, ciegos y sordos estudian en centros presenciales de educaci¨®n superior. Muchos de ellos no lo indican a la hora de formalizar la matr¨ªcula. En la Universidad Aut¨®noma de Madrid, por ejemplo, s¨®lo dos alumnos indicaron su minusval¨ªa al incribirse este curso. En la Complutense de Madrid, aunque no hay cifras oficiales, 50 personas solicitaron alg¨²n tipo de ayuda, mientras que en la Universidad de Barcelona lo hicieron 17. En la de Sevilla, unos 300 declararon alg¨²n tipo de discapacidad, pero s¨®lo 23 solicitaron asistencia.
Las carreras preferidas por los estudiantes discapacitados son Derecho y Psicolog¨ªa, seg¨²n datos de la UNED, donde las cursa el 25% y el 13%, respectivamente, de este tipo de alumnos. La elecci¨®n de la profesi¨®n futura tiene adem¨¢s relaci¨®n con el tipo discapacidad: un gran n¨²mero de ciegos estudia fisioterapia -la Organizaci¨®n Nacional de Ciegos de Espa?a (ONCE) tiene una escuela propia- y muchos sordos optan por Magisterio y Pedagog¨ªa.
La situaci¨®n var¨ªa mucho de unas regiones a otras. Corresponde a las comunidades aut¨®nomas el desarrollo de la Ley de Integraci¨®n Social de los Minusv¨¢lidos, de 1982, que regula su acceso a la educaci¨®n. De acuerdo con esta norma, todos los centros tienen la obligaci¨®n de reservar el 3% de sus plazas para discapacitados. Pero nunca se cubren. La matr¨ªcula, seg¨²n dicha ley, debe ser gratuita, pero s¨®lo se aplica en la UNED y en los centros de Castilla-La Mancha, Extremadura, Murcia y Andaluc¨ªa, aunque el problema es que muchos discapacitados a menudo optan por no decir que los son al pedir plaza en las universidades, bien porque ya tienen ayuda de algunas asociaci¨®n o porque no la necesitan. 'El Estado ha trabajado m¨¢s en el empleo que en la educaci¨®n porque es m¨¢s rentable a corto plazo', denuncia Catalina Pastor, asesora de educaci¨®n de la Confederaci¨®n Coordinadora Estatal de Minusv¨¢lidos F¨ªsicos de Espa?a (Cocemfe).
No existe un sistema de ayudas general, sino que cada estudiante recava apoyos y financiaci¨®n entre el universo de asociaciones y patronatos de atenci¨®n a los discapacitados. Por esta raz¨®n, no todos tienen las mismas facilidades. 'Los ciegos pueden recurrir a la ONCE para pedir ayudas al estudio, mientras que las personas en silla de ruedas tienen muchos problemas para hacerlo', explica Pastor. Prueba de ello son las cifras de discapacitados matriculados este curso en las universidades: frente a 717 ciegos, s¨®lo hay unos 50 sordos.
Las dificultades para que una persona con discapacidad estudie empiezan desde el momento en el que se plantea el acceso a la universidad. Carmen Ja¨²denes, t¨¦cnico de la comisi¨®n de educaci¨®n del Comit¨¦ Espa?ol de Representantes de Minusv¨¢lidos (Cermi), explica que 'no hay nada reglamentado para facilitar el acceso. Se libran muchas batallas personales'.
En la Universidad Aut¨®noma de Madrid, el programa de integraci¨®n de personas con discapacidad permite la presencia en la selectividad de un int¨¦rprete para resolver las dudas de los enunciados', explica Esther Colebrook, asesora del programa. 'Los alumnos sordos pueden tener una estructura gramatical deficiente, pero menos conocimiento. Hemos conseguido que se pase una nota a los correctores que, sin romper el anonimato, avisa de que pueden encontrar expresiones extra?as'.
Una vez en la universidad, los problemas principales, seg¨²n cada discapacidad, son la movilidad y el acceso a la informaci¨®n. Javier Sainz de Murieta, especialista en educaci¨®n de la ONCE, denuncia que las facultades no siempre tienen f¨¢cil acceso, que no todas est¨¢n adaptadas y que las aulas suelen estar masificadas.
El m¨¦todo de estudio cambia seg¨²n la discapacidad. Un ciego necesita textos en braille o grabados en cinta. Un tetrapl¨¦jico depende de alguien que le coja los apuntes, que se los coloque en un atril y le pase las p¨¢ginas y que le hagan los ex¨¢menes tipo test. Eso no impide que tengan un expediente brillante, como Felipe Luis Alonso, que es tetrapl¨¦jico, estudia periodismo en la Universidad Complutense y ha sacado varias matr¨ªculas de honor.
A todo esto hay que a?adir el desconcierto de los profesores. 'Cuando ya conocen la minusval¨ªa en concreto, colaboran, pero tienen miedo a lo desconocido. Se ponen malos cuando se les dice que en su aula va a entrar un ciego', a?ade Catalina Pastor.
No pasa lo mismo con los compa?eros. Todos alaban su solidaridad. 'Los problemas se van solucionando', afirma Jos¨¦ Mar¨ªa Fern¨¢ndez de Villalta, presidente de la Asociaci¨®n Universitaria de Personas con Par¨¢lisis Cerebral, 'pero no estamos de acuerdo con que ese trabajo lo hagan voluntarios. Ayudar a mover a una persona con discapacidad implica un riesgo para ella, por lo que deber¨ªan hacerlo profesionales. Es necesario que la Administraci¨®n y la universidad tomen medidas'.
Cada vez son m¨¢s los centros con programas de asistencia. La UNED ha puesto en funcionamiento este curso una ventanilla ¨²nica en la quien lo necesite puede solicitar ex¨¢menes grabados, enunciados en braille, plazas de aparcamiento reservadas o una mesa con altura suficiente para que quepa la silla de ruedas. 'Los paral¨ªticos son los que m¨¢s acuden', afirma Luc¨ªa Rivas, directora del departamento, 'y los sordos, los que menos'. En lo que va de curso, 600 alumnos han acudido a ellos.
Pero no todos quieren estudiar a distancia porque dicen que la educaci¨®n presencial facilita su integraci¨®n en la sociedad. 'Mi sue?o era estudiar Psicolog¨ªa en una universidad tan emblem¨¢tica como la Complutense', explica Isabel Varela, una paral¨ªtica de Vigo. Y lo ha conseguido. Tiene 28 a?os y sufre de una artritis que la obliga a ir en silla de ruedas. 'Lograrlo ha sido una de las experiencias m¨¢s bonitas que he tenido'.
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