La 'maldita' Copa de Kahn
El portero del Bayern conjuga su calidad con la ambici¨®n y el arte de la provocaci¨®n

Oliver Kahn (Karlsr¨¹he, 1969), el l¨ªder del Bayern, se cri¨® bajo la influencia del gran Sepp Maier, aquel portero legendario de los setenta que persegu¨ªa palomas por su ¨¢rea y que tuvo que interrumpir su carrera por culpa de un accidente de tr¨¢fico que casi le mata. Ahora es el ¨²nico jugador de la selecci¨®n alemana al que nadie se atreve a discutir y el jefe de la trinchera que trazar¨¢ el equipo muniqu¨¦s en su estadio Ol¨ªmpico para detener el avance del Real Madrid.
Objeto de burlas en programas humor¨ªsticos de televisi¨®n, blanco de grader¨ªos que simulan sonidos simiescos, no es dif¨ªcil advertir en Kahn a un personaje peculiar. En su pa¨ªs le llaman Mono por sus gestos exagerados y su forma extravertida de vivir los partidos, pero es uno de los jugadores m¨¢s intelectuales en el vestuario b¨¢varo. Un experto en inversiones burs¨¢tiles tapado tras una m¨¢scara de dureza. Porque su mand¨ªbula prominente, sus ojos achinados y su pelo crespo y claro rematan a un peso pesado de 1,88 metros y 87 kilos. Un tipo aparentemente asocial que no intercambia sus guantes con nadie y que rara vez sonr¨ªe.
Como Scholl, Fink y Tarnat, Kahn fich¨® por el Bayern procedente del Karlsr¨¹he, ahora en Segunda y con el que se enfrent¨® al Valencia, derrotado (7-0), en la Copa de la UEFA a principios de los noventa. Desde entonces ha ido consumando sus sue?os.
Kahn es el arquetipo del portero alem¨¢n. Volador, barroco en sus paradas, buen blocador y experto en medir las distancias. Su influencia en su conjunto es poderosa. Es el segundo capit¨¢n, tras Stefan Effenberg. Sus compa?eros le temen fuera del campo y dentro de ¨¦l es quien m¨¢s ¨®rdenes reparte, el que protagoniza acciones impredecibles, como subir al ¨¢rea contraria a rematar cuando es necesario. ?Su mayor deseo?. 'Ser libre como un p¨¢jaro', responde.
A Kahn tambi¨¦n le han preguntado en la revista de su club a qu¨¦ personajes admira: 'A Harrison Ford, Tiger Woods y Helmut Schmidt'. ?ste fue el antepen¨²ltimo canciller alem¨¢n, un socialdem¨®crata. Una contestaci¨®n chocante para los directivos del Bayern, de mayor¨ªa conservadora.
Maestro en el arte de la intimidaci¨®n, a Kahn le apetece jugar con el viento en contra. Disfruta de los estadios llenos si son los del rival y es un provocador avezado. En el Bernab¨¦u se encar¨® al p¨²blico, a los jugadores madridistas, sobre todo a Ra¨²l, y al ¨¢rbitro. Una pose razonada y, al tiempo, la consecuencia de su fanatismo por el juego y su obsesivo sentido del deber.
Su ambici¨®n no es equiparable a la de sus compa?eros. Hace a?os que repite sus objetivos con obstinaci¨®n y, a juzgar por los resultados, es para tenerlo en cuenta: 'Quiero que suba la Bolsa, ser campe¨®n del mundo en 2006 y ganar esta maldita Copa de Europa'.
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