La fuerza de 'los enemigos de la libertad'
'A los que se oponen a la despenalizaci¨®n de la eutanasia no les digo nada. Que se pongan el cilicio y nos dejen en paz'. Es la ¨²nica ocasi¨®n, durante la entrevista, en que Mar¨ªa pierde la sonrisa y su iron¨ªa. Sabe que es demasiado tarde para ella, que no podr¨¢ disfrutar del derecho a que un m¨¦dico le ayude a morir con dignidad cuando llegue la hora determinada por ella misma. 'Los enemigos de la libertad son demasiado fuertes. No, yo no ver¨¦ la eutanasia. Y lamento que los socialistas, de los que esperamos tanto, no lo hicieran en su momento, cuando pudieron hacerlo', afirma.
En la Asociaci¨®n Derecho a Morir Dignamente han informado a Mar¨ªa de todas las posibilidades que, mientras llega la legalizaci¨®n de la eutanasia, ofrece el llamado testamento vital -la voluntad anticipada por una persona, ante notario o unos testigos adecuados, para evitar tratamientos innecesarios y el encarnizamiento terape¨²tico-, pero Mar¨ªa sabe tanto como el que m¨¢s de todo eso. Lo ha aprendido en estos meses a trav¨¦s de Internet, preguntando a los m¨¦dicos, indagando entre amigos y expertos. Y se?ala, con raz¨®n, que el testamento vital y las leyes de voluntades anticipadas aprobadas por los parlamentos de Catalu?a o Galicia -esta ¨²ltima comunidad lo hizo ayer por unanimidad de todos los diputados-, u otros textos legales que est¨¢n en marcha en Extremadura y Andaluc¨ªa, no son m¨¢s que el desarrollo auton¨®mico de lo aprobado hace nada menos que 15 a?os por la Ley General de Sanidad, promovida por Ernest Lluch como ministro de Sanidad.
'M¨¢s tranquila'
A Mar¨ªa le parece que Espa?a 'avanza poco y lentamente'. ?Quince a?os desde la ley Lluch y seguimos donde est¨¢bamos! Hizo la misma reflexi¨®n cuando ley¨®, el pasado fin de semana, que la p¨ªldora del d¨ªa siguiente empezar¨¢ a venderse en las farmacias espa?olas a partir del pr¨®ximo viernes. Era jovencita su hija, que ya ha cumplido 30 a?os, y ya se hablaba de ese f¨¢rmaco, legalizado mucho antes en otros pa¨ªses.
Mar¨ªa no es creyente -'aunque s¨ª bautizada, como casi todos en Espa?a'- y le parece mal, 'muy mal', que los creyentes reclamen libertad de culto, 'cuando ellos no respetan la libertad de conciencia'. Tampoco acepta que los Gobiernos decidan en funci¨®n de creencias, y no por lo que exigen o necesitan los ciudadanos. 'Nunca he tenido problemas con la religi¨®n. Una vez me dijo una amiga creyente que sin el temor de Dios nos terminar¨ªamos matando, as¨ª que, si eso les frena, hasta me parece bien', bromea.
Pero clama, inmisericorde, contra los que van a lograr que sus ¨²ltimos d¨ªas de vida est¨¦n amenazados por el dolor y las incertidumbres. 'Si les respetamos, ?por qu¨¦ no nos respetan la libertad?', concluye.
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