El Tau cae con m¨¢s dignidad que juego
El equipo espa?ol realiza su peor partido y concede el t¨ªtulo continental al Kinder Bolonia
El Tau lleg¨® a la finalisima fundido, el Kinder encendido. He ah¨ª la diferencia. He ah¨ª la distancia entre el triunfo y la derrota.
El partido, como corresponde a una final europea, ten¨ªa mucha vida propia, de esa que corre por las venas un tanto ajena a la estad¨ªstica, cambiante seg¨²n el ritmo del coraz¨®n, no siempre acorde con la mu?eca. Resultaba incluso enga?oso: a veces aparentaba enfermedad, a veces una salud envidiable.
Por ejemplo, el primer cuarto del partido ense?aba una verdad a medias: que al Tau le costaba un mundo encestar y al Kinder un suspiro. Cuesti¨®n efimera: a su t¨¦rmino toda la efectividad del equipo italiano se traduc¨ªa en tres puntos de ventaja. Es decir, proliferaban los fallos probablemente porque proliferaban los nervios. Para colmo, los ¨¢rbitros reclamaban su protagonismo en la final. Nada de pasar desapercibidos, sino que convert¨ªan el viento en personal y el codazo en un arte.
KINDER BOLONIA 82| TAU VITORIA 74
Kinder Bolonia: Jaric (16), Ginobili (16), Rigaudeau (18), Frosini (4) y Griffith (14) -cinco inicial-; Abbio (4), Bonora (1), Andersen (4) y Smodis (5). Tau Vitoria: Bennet (24), Foirest (6), Stombergas (3), Alexander (8) y Oberto (14) -cinco inicial-; Scola (7), Timinskas (7), Dani Garc¨ªa (2) y Sergi Vidal (3). ?rbitros: Coelho (Portugal), Tsanideis (Grecia) y Stoskes (Pa¨ªs de Gales). Unos 8.500 espectadores en el Pabell¨®n Palamalaguti de Bolonia. Qunto partido de la Eurliga. El Kinder, campe¨®n por 3-2.
Es decir, hab¨ªa mucho de desprop¨®sito en el partido, demasiado tenso para ser bello, demasiado importante para ser feliz. Pero toda confusi¨®n arroja alguna evidencia. Por ejemplo que Jaric dirig¨ªa con acierto a su equipo y que Bennet, no. ?Por qu¨¦? Porqu¨¦ Jaric tambi¨¦n defend¨ªa bien a Bennet. Dos ventajas en una sola clave. O que Ginobili resultaba menos intensivo que otras veces, pero tan efectivo como siempre. O que Griffith era por f¨ªn L'Omone y empeque?ec¨ªa, por primera vez a Alexander.
El segundo cuarto, sin embargo, arroj¨® otro tipo de dudas para el Tau. Cuando los ¨¢rbitros, por un af¨¢n desmesurado de control, optan por apropiarse el protagonismo absoluto, suele resultar un problema para el equipo visitante.
En plena pasarela arbitral, el equipo de Ivanovic se qued¨® sin dos aleros (Foirest y Stombergas) con cuatro personales. En una final de Europa nada es inocente y el Tau pag¨® un precio excesivo por su condici¨®n de for¨¢neo en Italia. No fue decisivo, pero si influyente.
Lo decisivo pasaba por el mal juego baskonista que anunciaba su muerte prematura en cada cuarto y resucitaba al final con una acci¨®n de gracia: un triple de Bennet, unos tiros libres, alg¨²n error del Kinder, y a vivir otra vez. Tanto fue as¨ª que el Tau lleg¨® a aguantar el resultado, al t¨¦rmino del primer tiempo sin tres titulares del quinteto inicial y un jovenzuelo (Vidal) botando el bal¨®n .
El tercer cuarto resultaba vital. Si el Tau llegaba vivo o, como siempre resucitado, todo pod¨ªa ocurrir en un final agon¨ªstico. Pero se rompi¨®, en una reedici¨®n del tercer partido jugado en Vitoria. Dos lanzamientos de Oberto y Bennet no tocaron el aro y Rigaudeau respondi¨® con un triple que puso la decena de puntos de ventaja en el marcador. Una monta?a insuperable incluso para un equipo tan rocoso como el Tau, que comenz¨® a recuperar al Bennett m¨¢s habitual y a divisar intermitentemente a Alexander. Al Kinder le bastaba con intercambiar errores con el Tau y el partido se empeque?eci¨® hasta lo min¨²sculo, a veces hasta lo rid¨ªculo.
La final¨ªsima tampoco trajo el partido esperado, -el de la igualdad, el de la disputa con parecidos argumentos-. En definitiva, el que buscaba el Tau para determinarlo con el hombre oportuno en el momento oportuno. Cundo encontr¨® a Bennett quiz¨¢ ya era demasiado tarde. El sue?o europeo hab¨ªa terminado con la dignidad esperada, pero sin el juego acostumbrado. Al final gan¨® la mejor plantilla. A tantos partidos es lo m¨¢s l¨®gico, aunque no sea un axioma obligatorio.
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