Patria y libertad
El autor considera que, ante el punto de no retorno que ha alcanzado la situaci¨®n en el Pa¨ªs Vasco, los ciudadanos deber¨ªan aprestarse a sustituir en la pr¨®ximas elecciones auton¨®micas a un Gobierno que no puede garantizar el derecho de todos a vivir en paz
Hermosas palabras por las que el ser humano ha sabido luchar y morir a lo largo y ancho de su historia. Palabras que en euskera nos remiten inevitablemente a una organizaci¨®n terrorista y mafiosa cuya ¨²nica aportaci¨®n a la Patria y a la libertad por la que dice luchar no es sino anegar en sangre los otrora verdes campos de Euskalerr¨ªa. Es obvio que la situaci¨®n pol¨ªtica en el Pa¨ªs Vasco ha alcanzado ya un punto de no retorno, y que todo lo que no sea partir de esa consideraci¨®n es perder el norte de que hay una guerra en el norte a la que s¨®lo cabe poner fin pol¨ªticamente, y la expresi¨®n m¨¢xima de la pol¨ªtica en democracia se manifiesta a trav¨¦s de las elecciones.
Cuando lo que est¨¢ en juego son los derechos y libertades fundamentales el eufem¨ªsticamente llamado '¨¢mbito vasco de decisi¨®n' suena a broma, pues por encima de ¨¦l est¨¢ el derecho a la vida, y si un gobierno, por muy democr¨¢tico que sea su origen, no puede ni garantizar algo tan elemental como el derecho a vivir en paz a todos sus ciudadanos, ¨¦stos deber¨ªan aprestarse a sustituirlo, pues no hay democracia que valga sin posibilidad real de alternativa. Tal es la manifestaci¨®n m¨¢xima del derecho de autodeterminaci¨®n que tanto se proclama, tal es la plasmaci¨®n pr¨¢ctica m¨¢s noble de la soberan¨ªa que tanto se invoca, ¨¦se es el aut¨¦ntico ¨¢mbito vasco de decisi¨®n y no expedir carnets pol¨ªticos exclusivos a los amiguetes y a los secuaces. Y, sin necesidad de apelar a la autoridad intelectual de Hobbes, esto es algo que sabe cualquier estudiante de Ciencias Pol¨ªticas, no digamos un profesor de Derecho Pol¨ªtico que tiene el descaro de negar la realidad que se ofrece a diario ante sus ojos. Dados los vientos de fronda que ya soplan en Euskadi, con el consiguiente riesgo de un nuevo enfrentamiento civil, s¨®lo cabe colegir que Dios ciega a los que quiere perder.
Cuando est¨¢n en juego las libertades fundamentales suena a broma el llamado '¨¢mbito vasco de decisi¨®n'
Si algo est¨¢ claro en el avispero pol¨ªtico vasco es que son los dem¨®cratas de verdad, los que lo son por encima de cualquier otra consideraci¨®n ideol¨®gica (nacionalista o conservadores o progresistas), quienes defienden la libertad de todos, y que aquellos cuyo valor supremo es ser nacionalista y, s¨®lo depu¨¦s, dem¨®cratas, son los menos legitimados para gritar '?Patria y libertad!'. Ellos, s¨®lo ellos, son los aut¨¦nticos liberticidas, y no quienes tan falazmente son acusados por ellos de querer acabar con las esencias de Euskalerr¨ªa. Se trata de preservar y defender todo aquello que no es sino expresi¨®n m¨¢xima de civilizaci¨®n pol¨ªtica: libertad, igualdad y fraternidad, valores superiores que la Santa Mafia se empe?a en dinamitar con tan singular desprecio y descaro. Sin asegurar previamente estos valores irrenunciables no hay di¨¢logo pol¨ªtico que valga.
El panorama no puede ser m¨¢s desalentador. Pero nunca el pesimismo de la inteligencia ha conseguido anegar el optimismo de la voluntad. Siempre se canta sobre los tiempos sombr¨ªos. La voluntad suple siempre lo que la inteligencia no alcanza. As¨ª es como ha progresado siempre la Humanidad. Las mejores inteligencias y las m¨¢s firmes voluntades se han fundido hoy pol¨ªtica y moralmente en el Pa¨ªs Vasco en el ya universal clamor del '?Basta ya!'. La ejemplar dignidad ciudadana de todos los dem¨®cratas es el mejor y m¨¢s esperanzador s¨ªntoma de regeneraci¨®n democr¨¢tica. Cuando se vive de la extorsi¨®n y el crimen, seguir hablando de 'los violentos' o de 'violencia pol¨ªtica' resulta ya indignante. Las mafias no por nuestras o santas dejan de ser mafias. La ¨²nica consigna pol¨ªtica que manejan tales patriotas es la de se?alar objetivos a eliminar que han rebasado ya cumplidamente las viejas y grotescas consignas de al enemigo ni agua siguiendo las ense?anzas del gran profeta de la naci¨®n vasca, dispuesto a dejar ahogarse a un maketo si sus angustiados gritos de socorro no se profieren en perfecto euskera.
De semejantes polvos vienen tales lodos, aunque algunos todav¨ªa se indignen contra el clamor antinacionalista de muchos que nunca lo fueron antes y que por su trayectoria pol¨ªtica e intelectual saben perfectamente contra qui¨¦nes dirigen ahora su l¨®gica indignaci¨®n, su categ¨®rico ?Basta ya! ?Que eso de Sabino pertenece al pasado y todos dicen o han dicho tonter¨ªas? Desde luego. Pero algunos no se cansan de repetirlas y de actualizarlas d¨ªa tras d¨ªa. Si ayer se veneraba a semejantes ayatol¨¢s, hoy se les mantiene inconmovibles en sus cargos. Las mentes m¨¢s l¨²cidas, los mejores cerebros, los intelectuales m¨¢s dignos, se juegan la vida a diario o empiezan en la Euskadi nacionalista el camino del exilio al igual que en otros tiempos sombr¨ªos: ayer, jud¨ªos; hoy, espa?olistas. Hay un m¨¦todo bien sencillo y civilizado de parar este perverso proceso: el libre ejercicio de autodeterminaci¨®n, que no es sino el derecho de voto. La atm¨®sfera es ya irrespirable, llegando hasta la absurda inconsecuencia -hoy, no ayer- de negar sectariamente a un prestigioso catedr¨¢tico de ?tica su obvio derecho a opinar y a actuar, por supuesto -hoy ya con riesgo evidente de su vida- y con fundamento m¨¢s que demostrado, de pol¨ªtica (del cinismo de separarlas tajantemente vienen no pocos de nuestros lodos). '?No es catedr¨¢tico de ?tica?, ?Pues que se dedique a la ?tica y nos deje la pol¨ªtica a los pol¨ªticos!' (sic)..., 'nacionalistas', 'soberanistas', 'independentistas'; claro. ?C¨®mo ha llegado a ser posible semejante desvar¨ªo del entendimiento que explica sin mayor esfuerzo la descalificaci¨®n de la ideolog¨ªa que lo alimenta? As¨ª, el ingeniero dedicado a la pol¨ªtica le niega al fil¨®sofo sus derechos ciudadanos. Le niega lo que ¨¦l mismo, con todo el derecho del mundo, hace. Eso s¨ª, sin el menor riesgo de su vida.
Hay pues que sustituir a los autocomplacidos onanistas de la pol¨ªtica, a los ayatol¨¢s de cualquier signo, a los l¨ªderes fracasados y pat¨¦ticamente atrincherados en los s¨®tanos de la canciller¨ªa que s¨®lo creen en la soberan¨ªa popular y en las elecciones mientras les favorecen. Una estancia en la oposici¨®n es la mejor terapia para recuperar la forma a quien anda sobrado de kilos a costa del presupuesto. Hay que participar activamente reclamando el ejercicio real de las libertades y exigir su plasmaci¨®n pr¨¢ctica. Hay que relegar a la politiquilla y al politicastro y sumirlos en el m¨¢s espeso de los olvidos. Ha llegado el momento de gritar de nuevo '?A galopar, a galopar... hasta enterrarlos en el mar!'. Por supuesto, 'con razones y votos', como pretendi¨® Aza?a, al que echaron a ca?onazos, no con pistola y con justificadores, amparadores o contemporizadores del origen. Hoy nadie va a silenciar con tiros en la nuca a la mitad de los vascos, pues el resto de sus compatriotas, los que a¨²n tienen algo de memoria, los que m¨¢s all¨¢ de su leg¨ªtima y particular concepci¨®n pol¨ªtica se someten a irrenunciables valores morales, est¨¢n decididos a imped¨ªrselo en nombre, precisamente, de esas sagradas palabras que tanto se invocan, Patria y libertad, para todos, hasta para los adversarios. ?sa y no otra es la grandeza y la superioridad moral de los dem¨®cratas de verdad.
Alberto Reig Tapia es profesor de Ciencia Pol¨ªtica de la Universidad Complutense de Madrid.
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