Sciascia y V¨¢zquez Montalb¨¢n
Ten¨ªa que ser Grenoble, la ciudad cuya Universidad lleva el nombre de Stendhal, la que organizara un congreso sobre la obra de Leonardo Sciascia y Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n, capitaneado por sus respectivos catedr¨¢ticos de italiano y espa?ol, Claude Ambroise y Georges Tyras, primeros espadas en las respectivas materias.
El complemento ideal de los sugestivos debates, algo cada vez menos frecuente en este tipo de eventos, se hallaba en las dos exposiciones del fot¨®grafo italiano Ferdinando Scianna sobre Sciascia y Sicilia y Montalb¨¢n en Barcelona. Por la parte que nos toca, Scianna sabe muy bien lo que se trae entre manos. Cuando no est¨¢ en Mil¨¢n trabajando en la moda, se deja caer por Sevilla o Barcelona, o por su casa de Rodalquilar, un pueblecito casi perdido de Almer¨ªa, cerca del mar, donde en otro tiempo funcionaron unas minas de oro.
Un reciente congreso en Grenoble ha estado dedicado a las obras de Sciascia y Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n. Los dos escritores se conocieron en Palermo
A veces los premios literarios sirven para algo m¨¢s que para aumentar la cuenta corriente, el reconocimiento p¨²blico o la vanidad de los autores. En 1989 un jurado presidido por Sciascia concedi¨® a V¨¢zquez Montalb¨¢n el Premio Recalmare. La primera singularidad de este galard¨®n es que se lo dieron por dos de sus obras, Asesinato en el comit¨¦ central y El pianista. Pero lo que quiero recordar ahora es que aquello debi¨® de ser una excelente excusa para el encuentro de ambos escritores en Palermo, apenas un mes antes de que el autor de Todo modo falleciera. V¨¢zquez Montalb¨¢n ha contado que cuando se conocieron, Sciascia se encontraba ya muy deca¨ªdo por las sesiones de di¨¢lisis a las que lo somet¨ªan; a pesar de ello, cuando la conversaci¨®n entraba en el terreno de la pol¨ªtica o de la cultura se le recompon¨ªa el esqueleto y las neuronas volv¨ªan a ponerse en plena ebullici¨®n.
En un art¨ªculo recogido en El escriba sentado, 'Sciascia y Sicilia o la met¨¢fora de la posmodernidad', el autor de Gal¨ªndez comenta la obra del siciliano, pero su an¨¢lisis vale tambi¨¦n para entender lo que los un¨ªa y comprender mejor su propia posici¨®n ante el hecho literario. Se dirig¨ªan a sociedades distintas (la italiana, con una democracia tan consolidada como resquebrajada; la espa?ola, mucho m¨¢s d¨¦bil, todav¨ªa en pa?ales), pero part¨ªan de una misma constataci¨®n: la realidad no se corresponde con la raz¨®n, por lo que el mundo funciona con las reglas de la doble moral, la doble verdad y el doble lenguaje, aquello que hab¨ªa escrito Lewis Carroll sobre que 'las palabras tienen due?o'. Cuando se llega a semejante constataci¨®n y se desea intervenir en la sociedad, no queda m¨¢s remedio que reaccionar (as¨ª, al menos, lo hicieron ellos) utilizando la literatura, la raz¨®n y la iron¨ªa como las principales herramientas de an¨¢lisis y conocimiento.
Para ambos autores su labor ha estribado en enfrentarse al desorden de la realidad, tratar de descodificarlo y ordenarlo mediante las palabras y la arquitectura literaria. Quiz¨¢ todo ello pueda resumirse en una elecci¨®n, en su preferencia por Voltaire frente a Rousseau (en Yo mat¨¦ a Kennedy se dice: 'Voltaire era un t¨ªo, era un se?or', mientras que Rousseau 'era un perfecto idiota'), y en una definitiva afinidad: ser dos de los ¨²ltimos v¨¢stagos del Siglo de las Luces, copart¨ªcipes de una tradici¨®n cultural, literaria, que ha apostado porque la literatura sea una v¨ªa para la investigaci¨®n de la conducta del individuo en la historia.
Se reconcilia uno con el mundo acad¨¦mico cuando el azar, empujado por un grupo de profesores interesados, junta en una ciudad (ni italiana, ni espa?ola)a Sciascia, V¨¢zquez Montalb¨¢n y Ferdinando Scianna. Pero si, adem¨¢s, una sala municipal se llena de gente para o¨ªr hablar de literatura y pol¨ªtica, de la violencia del poder, mientras los gritos de una manifestaci¨®n a favor del pueblo palestino se meten en el local, la cosa ya adquiere tintes casi m¨¢gicos. A no ser que estemos en Grenoble, una ciudad plagada de librer¨ªas, en la que no es necesario ning¨²n d¨ªa especial, y ni siquiera rosas, para comprarse El teatro de la memoria o Los mares del sur. Antes de acabar, d¨¦jenme que me disfrace de pedig¨¹e?o y formule aqu¨ª unas sugerencias: vuelvan a la lucidez de Sciascia, lo tienen en Tusquets, Alianza y Edicions 62; que alguien traduzca la entrevista de Georges Tyras con V¨¢zquez Montalb¨¢n, un volumen agotado en Francia, y que pueda verse en Barcelona el trabajo de ese fot¨®grafo no menos ilustrado que es Ferdinando Scianna. Perd¨®n y gracias.
Fernando Valls es profesor de Literatura Espa?ola en la UAB.
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