Mujeres de ambas orillas
Algeciras, la bah¨ªa que hoy quiere recoger nuestros flujos hacia el cercano continente africano, ha sido en estos d¨ªas la sede del I Encuentro Euromagreb¨ª de Mujeres Parlamentarias y representativas de la sociedad civil. Si el acontecimiento ha despertado tanto inter¨¦s en los medios de comunicaci¨®n es, sin duda, porque aparece como el fruto de una gran ambici¨®n. Como tel¨®n de fondo est¨¢ la Declaraci¨®n de Barcelona de 1995 y el desaf¨ªo que supone hoy la Asociaci¨®n Euro Mediterr¨¢nea.
A pesar de que siguen m¨¢s vivos que nunca los principios sobre los que dicha asociaci¨®n se quiere construir -el Mediterr¨¢neo como zona de libertades, de paz, de prosperidad y de relaciones humanas y culturales-, a¨²n vamos a vivir durante bastante tiempo con conflictos que hacen dif¨ªcil avanzar en la cooperaci¨®n. Si esta cita se produce en momentos en los que nuestros contenciosos con nuestro vecino pa¨ªs, Marruecos, est¨¢n sobre la mesa, el encuentro cobra a¨²n una mayor relevancia.
Queremos hablar las mujeres de hacer del Estrecho una zona de cooperaci¨®n, de prosperidad y de buena vecindad para el futuro. Y queremos hablar all¨ª, en aquella costa que ha recogido ya demasiadas tragedias y que alberga a miles de familias que directa o indirectamente dependen del sector pesquero. Por grandes que sean nuestros contenciosos, nuestra proximidad geogr¨¢fica nos impulsa a hacerlo. Nos impulsa a conocer qui¨¦nes son nuestros vecinos de all¨¢ y, en nuestro caso, qui¨¦nes son las mujeres con responsabilidades no s¨®lo en Marruecos, sino en todo el Magreb, y cu¨¢l es su voz. Incomprensiblemente a¨²n, no se han constituido en el Parlamento las Asociaciones de Amistad necesarias que con otros pa¨ªses s¨ª tenemos. Podemos discrepar del sentido y de las prioridades en la cooperaci¨®n. Podemos discrepar en los contenciosos que tenemos sobre la mesa. Pero lo que nos ha parecido que no pod¨ªamos hacer era ignorar las corrientes profundas que est¨¢n impidiendo un di¨¢logo franco y abierto. Se est¨¢n llamando a estos foros espacios para la diplomacia parlamentaria. ?ste ten¨ªa algo de especial.
?Qu¨¦ podemos hacer hoy las mujeres parlamentarias? Si en los Parlamentos de los pa¨ªses del Magreb la presencia de las mujeres a¨²n es escasa, el di¨¢logo de futuro tiene que abarcar un mayor calado. Por eso estaban en el encuentro diputadas, universitarias, soci¨®logas, representantes de asociaciones, de ONG. Ellas son quienes pueden ayudar a vertebrar el di¨¢logo. Y quienes est¨¢n ya actuando en la cooperaci¨®n y conociendo las dificultades de base. No se nos escapaban los obst¨¢culos. Pero era mayor, de una y otra parte, el deseo de acercamiento mutuo, de constituir una comunidad de intereses aun cuando la lengua -?con qu¨¦ lengua hablamos?- deja de ser un instrumento de comunicaci¨®n y se convierte en un instrumento de distancia, de frontera.
Sab¨ªamos que era dif¨ªcil hablar de la apuesta europea y de c¨®mo es preciso no s¨®lo incrementar la cooperaci¨®n (a¨²n est¨¢ a mucha distancia de la que Europa mantiene con los pa¨ªses del Este), sino tambi¨¦n avanzar en su ejecuci¨®n. Europa aparece como una uni¨®n de pa¨ªses con pol¨ªticas comunes frente a un todav¨ªa no muy definido Mediterr¨¢neo occidental, que es la subregi¨®n con la que podr¨ªamos y deber¨ªamos entendernos. Los grandes proyectos comunes de inversi¨®n que podr¨ªan alentar el futuro est¨¢n a falta de quien los impulse.
Frente a esto, hablar de incrementar los intercambios educativos y culturales, hablar de las f¨®rmulas para avanzar en la preparaci¨®n para el empleo de las mujeres, hablar de microcr¨¦ditos y de cruce de experiencias, parecer¨ªa pretender recoger con cacitos el agua de las orillas del mar. Pero estaban all¨ª las mujeres marroqu¨ªes, argelinas y tunecinas, presentes en este encuentro -tambi¨¦n las mauritanas, de observadoras-, abordando estos desaf¨ªos de educaci¨®n y de empleo en el contexto de un nuevo enfoque que, a?os despu¨¦s de la Declaraci¨®n de Barcelona, la cooperaci¨®n exige.
Y todas ellas estaban all¨ª haciendo sus propuestas de codesarrollo, en la misma ciudad y en el mismo hotel en el que en 1906 se reunieron los jefes de Gobierno para el reparto de ?frica. Apostando por un futuro diferente. Dispuestas a superar las dificultades con un di¨¢logo que falta. Sabiendo que sus tasas demogr¨¢ficas han bajado, pero que son muchos los retos a los que sus pa¨ªses se enfrentan. Y dej¨¢ndonos para nuestra pr¨®xima cita la convicci¨®n de que se puede y de que es preciso hablar.
Carmen Romero es diputada por el PSOE. Francisca Sauquillo es europarlamentaria socialista.
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