Los c¨®mplices de la corrupci¨®n
Las grandes compa?¨ªas que compran a dirigentes pol¨ªticos para conseguir contratos escapan habitualmente al castigo judicial. Estados Unidos y Europa deben globalizar la lucha contra la corrupci¨®n
Los grandes titulares de la mayor¨ªa de los peri¨®dicos latinoamericanos se refieren al mismo tema en estos d¨ªas: los esc¨¢ndalos de corrupci¨®n que sacuden al continente y que rozan a figuras como el ex presidente argentino Carlos S. Menem, el ex presidente peruano Alberto Fujimori, su jefe de inteligencia Vladimiro Montesinos, el ex presidente del Senado brasile?o Antonio Carlos Magalhaes, y Ra¨²l Salinas, el hermano del ex presidente mexicano Carlos Salinas de Gortari.
Las cantidades de las cuentas de la corrupci¨®n son tan obscenas que han creado una ola de indignaci¨®n popular, que podr¨ªa amenazar a la democracia
Los nombres var¨ªan de pa¨ªs en pa¨ªs, pero la historia siempre es la misma. Casi siempre explota tras el descubrimiento de fabulosas cuentas bancarias abiertas por ex funcionarios o sus colaboradores en bancos suizos, norteamericanos o para¨ªsos fiscales caribe?os. Y las cantidades de estas cuentas son tan obscenas que est¨¢n creando una ola de indignaci¨®n popular que podr¨ªa convertirse en la principal amenaza a la democracia en muchos pa¨ªses de la regi¨®n.
?Podr¨¢n los Gobiernos latinoamericanos hacer frente a esta epidemia de corrupci¨®n? ?Servir¨¢n para algo las comisiones anticorrupci¨®n que varios pa¨ªses han anunciado o las conferencias contra la corrupci¨®n llevadas a cabo por las instituciones financieras internacionales?
Lo dudo mucho. Tras cuatro a?os de investigaci¨®n para mi nuevo libro, Ojos vendados: Estados Unidos y el negocio de la corrupci¨®n en Am¨¦rica Latina, he llegado a una conclusi¨®n b¨¢sica: el c¨¢ncer de la corrupci¨®n est¨¢ tan avanzado en las democracias emergentes de Am¨¦rica Latina, que dif¨ªcilmente podr¨¢ ser extirpado o por lo menos reducido, sin la ayuda de Estados Unidos y Europa. El flagelo de la corrupci¨®n, como el de las drogas, debe ser atacado desde ambos lados. Es decir, hay que globalizar la lucha contra la corrupci¨®n.
Consideren algunos de los hechos que se revelan en el libro, que demuestran como grandes bancos y otras empresas multinacionales de Estados Unidos y Europa son utilizados sin mayores dificultades por pol¨ªticos corruptos y narcotraficantes para pagar sobornos o esconder sus dineros malhabidos en los pa¨ªses industrializados. Muchos de los siguientes ejemplos surgieron de la investigacion del Subcomit¨¦ de Investigaciones del Senado de Estados Unidos sobre Citibank, pero podr¨ªan aplicarse a muchos otros bancos norteamericanos o europeos.
Raul Salinas de Gortari admiti¨® poco despues de su detenci¨®n en 1995 que hab¨ªa girado m¨¢s de 18.000 millones de pesetas al Citibank de Nueva York, donde su banquera, Amy Elliott, 'dise?¨® toda la estrategia' para esconder sus dep¨®sitos en varias cuentas secretas abiertas a ese prop¨®sito en Estados Unidos, Gran Breta?a, y Suiza.
Dinero en Suiza
Poco despu¨¦s, Suiza dir¨ªa que los dineros depositados en bancos suizos habr¨ªan provenido del narcotr¨¢fico. Tras investigar el caso, la Contadur¨ªa General del Congreso norteamericano dictamin¨® en 1998 que 'las acciones de Citibank ayudaron al senor Salinas a... disimular eficientemente tanto el origen como el destino de los fondos'.
El ex dictador de Paraguay Alfredo Stroessner, el extinto dictador nigeriano Sani Abasha, el ex presidente de Gab¨®n Omar Bongo, el ex ministro paquistan¨ª Asif Ali Zardari, marido de la primer ministro Benazir Bhutto, y el ex alcalde de la Ciudad de M¨¦xico Carlos Hank Gonzalez son apenas algunos de los nombres que aparecieron en la investigacion del Subcomit¨¦ de Investigaciones del Senado de Estados Unidos de unas 350 cuentas politicas en el departamento de banca privada del Citibank, reservado para los clientes m¨¢s acaudalados.
En casi todos los casos, el origen de las fortunas depositadas en estas cuentas era inexplicable. Y las cantidades fabulosas: los hijos de Sani Abasha, por ejemplo, depositaron 20.000 millones de pesetas en el Citibank de Nueva York. Tras la muerte del ex dictador -por una sobredosis de viagra durante una org¨ªa, seg¨²n inform¨® en su momento la prensa nigeriana- su sucesor lo acus¨® de haber amasado una fortuna de 720.000 millones de pesetass.
Una parte de los 6.660 millones de pesetas de los sobornos que seg¨²n un juez argentino fueron pagados en nombre de la IBM para ganar un contrato de 45.000 millones de pesetas del Banco Nacion -el banco estatal m¨¢s grande de Argentina- en 1994 fueron a parar a cuentas de funcionarios gubernamentales en el Citibank de Nueva York, y en Bruxelles Lambert, en Suiza, seg¨²n el juez Adolfo Bagnasco.
Dos ex directores del Banco Naci¨®n, Alfredo Aldaco y Genaro Contartese, aceptaron p¨²blicamente haber recibido dinero como un regalo por haber firmado un contrato con la IBM. El Subcomit¨¦ de Investigaciones del Senado norteamericano anunci¨® el 26 de abril que a principios de mayo entregara al gobierno y al congreso argentino ocho cajas con documentos incaustados al Citibank durante la investigaci¨®n de lavado de dinero, donde -seg¨²n los investigadores- podr¨ªan aparecer nuevos dep¨®sitos ilegales del caso IBM-Banco Naci¨®n.
Aunque ser¨ªa absurdo culpar a los pa¨ªses ricos por la epidemia de corrupci¨®n en Am¨¦rica Latina, la ex Uni¨®n Sovi¨¦tica o ?frica, es hora de que los pa¨ªses industrializados impongan mayores controles a sus bancos y empresas multinacionales para que colaboren m¨¢s en la lucha contra este flagelo. Lo menos que podr¨ªan hacer es exigirles cumplir m¨¢s rigurosamente con sus propios reglamentos internos, que en el caso de los bancos exigen 'conocer al cliente' y rechazar dep¨®sitos sospechosos.
Tal como me lo se?al¨® el senador dem¨®crata Carl Levin, quien dirigi¨® las audiencias del Senado sobre Citibank en noviembre de 1999 y Febrero del 2001, 'Estados Unidos no puede jugar a dos barajas. No podemos condenar la corrupci¨®n internacional, ya sea de funcionarios que aceptan sobornos o dilapidan el Tesoro de sus pa¨ªses, y luego tolerar que los bancos americanos amasen fortunas gracias a esa corrupci¨®n'.
Mi inter¨¦s por el papel de las multinacionales en los esc¨¢ndalos de sobornos y lavado de dinero comenz¨® a comienzos de la d¨¦cada de los noventa, cuando la lucha contra la corrupci¨®n se convirti¨® en la cause c¨¦l¨¨bre de los grupos de derechos civiles de todo el mundo. Muchos de nosotros, los periodistas, nos sumamos a esta lucha con gran entusiasmo.
A mediados de los a?os noventa, instituciones financieras internacionales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, que hasta ese momento ni siquiera se animaban a hablar del problema de la corrupci¨®n por miedo a ofender a sus pa¨ªses miembros, se sumaron a lucha. Aunque t¨ªmidamente en un comienzo, comenzaron a condicionar sus prestamos a la responsabilidad de los gobiernos en el manejo de los dineros p¨²blicos, y sus esfuerzos por reducir la corrupci¨®n.
Hacia fines de la d¨¦cada de los noventa, el gobierno de Bill Clinton, a instancias del entonces vicepresidente Al Gore, decidi¨® dar un paso contra la corrupcion mundial. Con este prop¨®sito organiz¨® en 1999 el Foro Global Para la Lucha Contra la Corrupcion. Apenas me enter¨¦ de la conferencia, reserv¨¦ un pasaje a Washington D.C. para estar presente en la reuni¨®n.
Se trat¨® de una conferencia sorprendente. El Foro Global de Gore reuni¨® a delegaciones de 89 pa¨ªses, cuyos representantes llegaron en una helada ma?ana de febrero al sal¨®n del Departamento de Estado donde se llev¨® a cabo la reuni¨®n. Hab¨ªa f¨¢cilmente mil personas, entre funcionarios gubernamentales, acad¨¦micos y espectadores, sentados en el auditorio semi-circular Loy Henderson del Departamento de Estado.
Frente a la audiencia hab¨ªa una larga mesa, desde donde el vicepresidente Gore y la secretaria de Estado Madelaine Albright se dirigir¨ªian al p¨²blico. Detr¨¢s de ellos, estaban las banderas de todos los pa¨ªses participantes, y un gigantesco cartel azul y blanco colgado de la pared dec¨ªa: Foro Global Para la Lucha Contra la Corrupci¨®n.
El Gobierno de Estados Unidos hab¨ªa enviado a la reunion a sus pesos pesados pol¨ªticos, con la esperanza de dar un empuj¨®n inicial a Gore -el presidente de la conferencia- en su incipiente campa?a para las elecciones presidenciales de noviembre del 2000. Entre los oradores, adem¨¢s de Albright, estaba la fiscal general Janet Reno, y el secretario del tesoro Bob Rubin. En cambio, como para demostrar sus dudas sobre la ofensiva anticorrupci¨®n de EEUU, los europeos hab¨ªan enviado delegaciones de tercer y cuarto nivel. Francia envio a su embajador en Washington, Fran?ois Bujon De L?Estaing, quien estuvo ausente la mayor parte de la reuni¨®n, y Espa?a a su encargado de negocios.
Varios gobiernos de la Union Europea ve¨ªan con desconfianza la conferencia, consider¨¢ndola como una forma de presi¨®n contra sus pa¨ªses y sus corporaciones internacionales. Desde hac¨ªa mucho tiempo, algunos pa¨ªses europeos ve¨ªan con nerviosismo las presiones de EEUU para que los miembros de la Union Europea pusieran en marcha un tratado internacional que hab¨ªan firmado poco tiempo atr¨¢s, y que los compromet¨ªa a prohibir los sobornos de sus corporaciones multinacionales a funcionarios extranjeros.
Audiencia concurrida
Gore abri¨® las deliberaciones enfatizando el hecho de que hubiera una audiencia tan concurrida. Sin embargo, a medida que transcurri¨® la ma?ana, no pude dejar de sorprenderme por el hecho de que el Foro Global se refer¨ªa s¨®lo al combate de un tipo de corrupci¨®n: la de funcionarios de gobierno. El mismo subt¨ªtulo de la conferencia, pintado en letras enormes detr¨¢s del podio, lo dec¨ªa todo: 'Para la protecci¨®n de la integridad de los funcionarios judiciales y de seguridad'. El comunicado de prensa de la Casa Blanca, asimismo, citaba a Gore diciendo que 'ning¨²n tipo de corrupci¨®n es m¨¢s da?ina que la corrupci¨®n de los funcionarios'. ?Y la lucha contra la corrupci¨®n propiciada o facilitada por el sector privado? Gore no se refiri¨® en ning¨²n momento al papel de las multinacionales o los bancos internacionales en el problema.
Poco despu¨¦s de que Gore terminara su discurso, tom¨® la palabra el vicepresidente argentino Carlos Ruckauff, que fue el primero en plantear el tema del sector privado: 'Es cierto que existen funcionarios que aceptan sobornos; pero tambi¨¦n es cierto que existen ejecutivos que los pagan', dijo. 'Est¨¢ muy bien exigir que los pa¨ªses del sur combatan la corrupci¨®n. Pero los pa¨ªses del norte tambi¨¦n tienen que hacer algo con aqu¨¦llos que pagan sobornos'.
Gore y Albright se cruzaron una mirada, entre interesados e intrigados por lo que acababan de escuchar. Minutos despu¨¦s, Jorge Tuto Quiroga Ram¨ªrez, el joven vicepresidente de Bolivia, volvi¨® sobre el tema. Quiroga inici¨® su discurso con su historia favorita: el 31 de julio de 1991, pocos d¨ªas antes de asumir su puesto, hab¨ªa recibido la sorpresa de que Transparency International -el grupo independiente con sede en Berl¨ªn dedicado a combatir la corrupci¨®n internacional- hab¨ªa calificado a Bolivia como el segundo pa¨ªs m¨¢s corrupto del mundo, despu¨¦s de Nigeria.
Otros pa¨ªses que hab¨ªan salido un tanto mejor parados en el ?ndice de Percepcion de la Corrupci¨®n de Transparency International, como M¨¦xico, Colombia y Argentina, hab¨ªan reaccionado defensivamente, con exabruptos de fervor nacionalista. Pero Quiroga hab¨ªa decidido hacer lo contrario: tom¨® el tel¨¦fono, llam¨® a Transparency International, y desafi¨® al grupo a que viniera a Bolivia e hiciera sugerencias pr¨¢cticas sobre c¨®mo combatir la corrupci¨®n.
Algunos meses despu¨¦s de la visita, y con una serie de propuestas concretas en la mano, Quiroga se hab¨ªa dirigido al Banco Mundial, al Banco Interamericano de Desarrollo y a otras instituciones internacionales, para que financiaran un plan anticorrupci¨®n en Bolivia. As¨ª lanz¨® un ambicioso plan de 36.000 millones de pesetas para reducir los niveles de corrupci¨®n de su pa¨ªs, que de tener ¨¦xito ser¨ªa un ejemplo por otras naciones.
Ahora, dos a?os despu¨¦s, con algunos ¨¦xitos en la mano y la mirada de los expertos fija en el experimento boliviano, Quiroga se sent¨ªa con la autoridad moral para rebatir el discurso de Gore, y ser escuchado. Despu¨¦s de contar su historia, dirigi¨® la mirada hacia el entonces vicepresidente norteamericano, y sugiri¨® que Transparency International diera un paso m¨¢s all¨¢ de su ¨ªndice de pa¨ªses corruptos. 'Me gustar¨ªa ver que Transparency International hiciera tambi¨¦n un ranking de empresas corruptas. Existe una lista de pa¨ªses, pero no una lista de empresas', se?al¨®.
La sorpresa de Gore
Gore, que presid¨ªa el debate, parecia sorprendido por la idea. ?Hab¨ªa alg¨²n representante de Transparency International en la sala?, pregunt¨®? ?Pod¨ªa alguien del grupo contestar a la inquietud del vicepresidente boliviano?, volvi¨® a preguntar Gore, mirando por todo el auditorio. Jeremy Pope, director ejecutivo de Transparency International, estaba fuera de la sala en ese momento. Ante el silencio de los presentes, Gore dijo: 'Creo que se trata de una sugerencia excelente'. Luego agreg¨®: 'Quiz¨¢s haya una raz¨®n pr¨¢ctica para no hacerlo; pero si [Transparency] no lo hace, quiz¨¢s otra organizaci¨®n pudiera encargarse del proyecto'.
Hermosas palabras, pero estaba desviando el debate hacia asuntos no incluidos en la agenda. De manera que Gore volvi¨® de inmediato a centrar el di¨¢logo en lo que, pocos minutos antes, hab¨ªa calificado como el aspecto 'm¨¢s da?ino' del problema: la corrupci¨®n oficial. Y a partir de entonces, el Foro Global pr¨¢cticamente no volvi¨® a mencionar el papel de los pa¨ªses ricos y sus multinacionales en el combate a la corrupci¨®n.
Sin embargo, la idea sigui¨® d¨¢ndome vueltas en la cabeza. ?Por qu¨¦ no hacer una lista de las corporaciones multinacionales m¨¢s corruptas, o para ser m¨¢s exactos, con la percepci¨®n de ser las m¨¢s corruptas? ?Acaso no hab¨ªa llegado el momento de que nosotros los periodistas, que tan valientemente investig¨¢bamos la corrupcion oficial, dedic¨¢ramos algunas de nuestras energ¨ªas a investigar la corrupci¨®n del sector privado, y a preguntarnos que estaban haciendo los pa¨ªses industrializados para combatirla?
Despu¨¦s de todo, en la econom¨ªa global, varias corporaciones multinacionales son mucho m¨¢s poderosas que las econom¨ªas de pa¨ªses en donde hacen negocios. A juzgar por la lista de Fortune 500, de las 500 empresas multinacionales m¨¢s grandes, los ingresos mundiales de Walmart son de 119.3oo millones de d¨®lares (m¨¢s de 2.000 billones de pesetas), o sea mayores que el producto bruto de M¨¦xico. IBM, con ingresos de 78.500 millones (cerca de 1.500 billones de pesetas), supera ampliamente el bruto de Argentina. ?Est¨¢ bien que los periodistas dediquemos tanta energ¨ªa a investigar a los gobiernos, y tan poca a las empresas?
Cuanto m¨¢s le di vueltas al asunto, m¨¢s me convenc¨ª de que no hab¨ªa ninguna raz¨®n pr¨¢ctica, m¨¢s all¨¢ de la falta de imaginaci¨®n o la autocensura motivada por razones comerciales, para no crear un ?ndice de Percepci¨®n de Empresas Multinacionales. Dicho ¨ªndice no tendr¨ªa por que ser menos objetivo que el de pa¨ªses. En ambos casos, Transparency International se basar¨ªa en las encuestas Gallup de profesionales y empresarios dentro de cada pa¨ªs. Si la encuesta era lo suficientemente buena como para medir la reputaci¨®n de pa¨ªses, tambi¨¦n deber¨ªa serlo para evaluar la reputaci¨®n de las empresas.
Cuando encontr¨¦ a Pope, el director ejecutivo de Transparency International, en un pasillo de la conferencia y le pregunt¨¦ por qu¨¦ no hac¨ªan un ¨ªndice de corrupci¨®n corporativa, se mostr¨® reacio a la idea. Pope respondio: '?Por qu¨¦ habr¨ªamos de hacer eso?... Para serle muy franco, nos echar¨ªamos encima una demanda judicial gigantesca, y ?qu¨¦ ganar¨ªamos? ?Nada!'. Pope explic¨® que si Transparency International se dedicaba a atacar a las empresas multinacionales, 'crear¨ªamos una situaci¨®n en la que no podr¨ªamos tener un di¨¢logo con ellas. Y lo que queremos es tener comunicaci¨®n con ellas, y convencerlas de que cambien. Lo otro ser¨ªa ir detr¨¢s de titulares de prensa efectistas.'
Meses despu¨¦s, y bajo presiones de otros directivos de Transparency International, la organizaci¨®n finalmente public¨® un ¨ªndice de corrupci¨®n en el sector privado, pero se trat¨® de un proyecto timorato que no convencio a nadie. La lista no mencionaba empresas por su nombre, sino los sectores en que se desempe?an, y los pa¨ªses que m¨¢s tienden a cobijarlas. La lista estaba basada en una encuesta Gallup de 770 ejecutivos de empresa, abogados, contadores y banqueros de 14 pa¨ªses, y mostraba que las empresas de construcci¨®n y los exportadores de armas tienden a ser las m¨¢s propensas a sobornar funcionarios seguidas por las empresas petroleras.
Lucha total
?Es ilusorio pedir que Estados Unidos y los pa¨ªses de la Uni¨®n Europea arremetan contra la corrupci¨®n en otros pa¨ªses? ?Y que tomen medidas en sus propios pa¨ªses para ayudar a combatir la corrupci¨®n extranjera? No lo creo en absoluto, y son cada vez m¨¢s los altos funcionarios norteamericanos y europeos que piensan de la misma manera.
La corrupci¨®n esta minando los principales objetivos de los planes multilaterales de asistencia para la democracia y el desarrollo econ¨®mico de los pa¨ªses en desarrollo. ?Tiene sentido que los contribuyentes norteamericanos y europeos paguen miles de millones de d¨®lares en pr¨¦stamos al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial para que funcionarios corruptos y sus familiares roben los dineros p¨²blicos? Ya antes del esc¨¢ndalo de Rusia con el Bank of New York, muchos norteamericanos se hicieron esa pregunta despu¨¦s de que el Gobierno de Estados Unidos le extendi¨® un paquete de garant¨ªas de emergencia de 20.000 millones de d¨®lares a M¨¦xico tras el colapso de la econom¨ªa de ese pa¨ªs - en gran medida por la corrupci¨®n- en 1995.
Finalmente, cada vez m¨¢s funcionarios de Estados Unidos est¨¢n llegando a la conclusi¨®n de que para combatir m¨¢s eficientemente el lavado de dinero del narcotrafico, los secuestros y el terrorismo internacional, son necesarios mayores controles externos e internos de los grandes bancos internacionales, y posteriormente a sus competidores en los para¨ªsos fiscales del Caribe o el Pac¨ªfico sur. Es hora de globalizar la decencia. Porque mientras los familiares o amigos de un presidente puedan entrar en un banco de Nueva York y depositar 18.000 millones de pesetas sin que les hagan muchas preguntas, la lucha contra la corrupci¨®n en los pa¨ªses en desarrollo ser¨¢ una batalla cuesta arriba.
El extra?o caso de los 80.000 d¨®lares robados en el hotel Ritz
JUAN MIGUEL PONCE, el director de la Interpol mexicana, hab¨ªa descubierto la presencia del cartel de Ju¨¢rez en Am¨¦rica del Sur de la manera m¨¢s inusual... Una tarde, en 1997, recibi¨® una llamada de rutina de un colega de Scotland Yard. Ponce, que hasta hac¨ªa pocos meses hab¨ªa sido el agregado de justicia mexicano ante la Comunidad Europea con base en Madrid, hab¨ªa conocido al polic¨ªa ingl¨¦s en conferencias internacionales a las que ambos hab¨ªan asistido en a?os recientes. El polic¨ªa ingl¨¦s lo hab¨ªa llamado por un incidente aparentemente trivial: el robo a una turista mexicana en Londres. Al parecer, la v¨ªctima, una mujer de unos 60 a?os, hab¨ªa hecho una gran escena en el Ritz de Londres al descubrir que alguien le hab¨ªa robado la cartera -con su pasaporte, el de su marido y unos 80.000 d¨®lares en cheques de viaje de American Express- mientras estaba tomando el t¨¦ en el apacible restaurante del hotel. El jefe de relaciones p¨²blicas del Ritz estaba anonadado. En sus muchos a?os de servicio jam¨¢s hab¨ªa ocurrido un incidente como ¨¦ste en el venerable hotel londinense, le hab¨ªa dicho a la polic¨ªa.
El gerente del Ritz le hab¨ªa dicho m¨¢s tarde a Scotland Yard que se trataba de un caso muy raro, porque la seguridad del hotel era muy buena, ya que nunca antes un carterista hab¨ªa logrado llegar hasta el restaurante del hotel y escaparse con el bot¨ªn. El colega de Ponce de Scotland Yard quer¨ªa saber si era com¨²n que una turista mexicana llevara en la cartera la nada despreciable suma de 80.000 d¨®lares en cheques de viaje. ?Era un caso que merec¨ªa ser investigado m¨¢s profundamente o un asunto de rutina?, pregunt¨® el polic¨ªa ingl¨¦s. '?C¨®mo se llama la turista?', pregunt¨® Ponce. 'Victoria Quirarte de Gonz¨¢lez', contest¨® el brit¨¢nico, batallando con las vocales de la lengua espa?ola. El nombre le son¨® familiar a Ponce. Inmediatamente le asalt¨® la sospecha de que la turista que llevaba tanto dinero encima podr¨ªa ser de los Gonz¨¢lez Quirarte del cartel de Ju¨¢rez. Tras pedirle unos d¨ªas a su colega brit¨¢nico para hacer unas averiguaciones, Ponce pidi¨® a sus ayudantes que le trajeran el legajo de los Gonz¨¢lez Quirarte. No tard¨® en confirmar su sospecha: do?a Victoria, la turista mexicana, no era sino la madre de Eduardo Gonz¨¢lez Quirarte, uno de los principales lugartenientes de Carrillo Fuentes, que la polic¨ªa mexicana todav¨ªa cre¨ªa pr¨®fugo en M¨¦xico. A los pocos d¨ªas, Ponce y sus colegas de Scotland Yard empezaron a seguirle el rastro a los cheques de viaje para averiguar d¨®nde hab¨ªan sido comprados, por qui¨¦n y para qu¨¦ tipo de compras hab¨ªan sido utilizados. En menos de una semana, los investigadores descubrieron que los cheques de viaje robados en el Ritz de Londres formaban parte de un paquete de dos millones de d¨®lares en cheques de viaje de American Express que la familia Gonz¨¢lez Quirarte hab¨ªa comprado en Ciudad de M¨¦xico. Rastreando el recorrido de los cheques que hab¨ªan sido cambiados por dinero en efectivo, la Interpol de M¨¦xico descubri¨® que, adem¨¢s de las compras que do?a Victoria hab¨ªa hecho en Londres, muchos de los cheques hab¨ªan sido utilizados para comprar autom¨®viles Mercedes Benz, Porsche y apartamentos de lujo en Chile y Argentina. Poco tiempo despu¨¦s, los investigadores de la Interpol hac¨ªan su primer viaje a Santiago de Chile en busca de los cabecillas del cartel de Ju¨¢rez.
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