Un solo enemigo
Los esfuerzos in¨²tiles producen melancol¨ªa; los contraproducentes, frustraci¨®n. Y frustraci¨®n es lo que ha producido la derrota de quienes apostaron por el Pacto por la Libertad. Esperemos que ello no nos lleve, como parece ocurrir, a confundir el enemigo una vez m¨¢s. Pues en el tema vasco hay muchos contrincantes pero un solo enemigo: la violencia, sea cual sea su nombre.
Una violencia que se reanud¨® brutalmente tras la tregua generando un notable deterioro de las libertades p¨²blicas. Mientras los nacionalistas disfrutaban del indudable bienestar material del pa¨ªs, disfrute al que se sumaban quienes optaron por no ver, no o¨ªr y no entender, la otra mitad tuvo que extremar las cautelas, hablar con susurros, acostumbrarse a mirar debajo del coche o, simplemente, solicitar escolta para poder caminar por las impolutas calles del Pa¨ªs Vasco. Los tiempos de silencio regresaron (?se fueron alguna vez?) al amparo del calibre 9 Parabellum y la complicidad de los muchos que recogen las nueces. Otegi puede votar en libertad, pero la oposici¨®n no puede dejar la escolta ni frente a la mesa electoral. Pujol debe recordar esto.
Por ello, el problema vasco no es ni el 'contencioso hist¨®rico' ni la deriva soberanista del PNV, su delirio independentista y, menos a¨²n, su nacionalismo, que si puede alimentar la violencia, tambi¨¦n puede inhibirla (v¨¦ase Catalu?a). El problema es el terror mismo y la indiferencia, si no complicidad, con ¨¦l. Arzalluz o Ibarretxe son muy due?os de desear la secesi¨®n de Euskadi y su fusi¨®n con Ucrania o Namibia; ni son los primeros ni los ¨²ltimos en sostener proyectos pol¨ªticos disparatados. Lo malo es que la convergencia en los fines con los asesinos les llev¨® a una culposa tolerancia hacia los medios que dej¨® indefensos a muchos de sus ciudadanos.
El Gobierno tom¨® buena nota de la situaci¨®n y opt¨® por la respuesta m¨¢s prudente, ganar las elecciones para iniciar desde Ajuria Enea la regeneraci¨®n democr¨¢tica de Euskadi, rechazando la alternativa m¨¢s arriesgada: tomar las medidas que el Estado de derecho y la Constituci¨®n le permiten (?le obligan?) adoptar en defensa de los ciudadanos. Y as¨ª, el Gobierno hizo de las elecciones un test que no se pod¨ªa perder. Pero quiz¨¢s hemos llegado tarde y el deterioro moral de la sociedad vasca era mayor del previsto. Sin duda nos hemos equivocado al no separar suficientemente el terrorismo y sus complicidades del nacionalismo. Y en todo caso hab¨ªa motivos sobrados para sospechar este resultado: el nacionalismo vasco es muy fuerte y con dosis importantes de antiespa?olismo. Y as¨ª, frente al sue?o de un triunfo del Pacto por la Libertad lo que hemos cosechado es el triunfo rotundo del nacionalismo, dando aval democr¨¢tico al soberanismo. Justo lo que se trataba de evitar.
S¨®lo los ni?os creen que basta con tener raz¨®n para obtenerla. Los adultos sabemos que, adem¨¢s, es necesario que esa raz¨®n se ejercite en tiempo y manera. El Pacto por la Libertad ten¨ªa raz¨®n, pero no ha sabido ejercitarla. Tantos errores y tan de bulto debieran exigir una autocr¨ªtica y una rectificaci¨®n, y nada ser¨ªa peor que el sostenella atribuyendo el fracaso a una supuesta falta de madurez de los vascos. En democracia s¨®lo hay un combate v¨¢lido, el electoral, y no se ganan elecciones con discursos que arrinconan a la mayor¨ªa del electorado. Pero frustrada la esperanza de la regeneraci¨®n interna, el problema sigue ah¨ª, como lo muestran los nuevos atentados. De modo que es la hora de la m¨¢s severa exigencia de respeto a las libertades, ante quien sea y sin m¨¢s l¨ªmite que el Estado de derecho. El Gobierno, y nosotros con ¨¦l, no puede tolerar m¨¢s que la mitad de los vascos vivan en el terror. Cierto, ni un paso atr¨¢s, e incluso varios adelante. El verdadero test de Ibarretxe es qu¨¦ planea hacer con el entramado de ETA, tema del que a¨²n no ha dicho nada. Pues s¨®lo despu¨¦s, restablecida la paz y recuperadas las libertades (y esto es tambi¨¦n el modelo irland¨¦s), ser¨¢ la hora de la m¨¢s amplia comprensi¨®n hacia el sentimiento nacionalista vasco democr¨¢ticamente expresado, incluso (y sobre todo) para disentir de ¨¦l. No ha ganado el PNV; hemos perdido nosotros, que no hemos sabido convencer. Pero el triunfo del nacionalismo puede darnos a todos una nueva oportunidad que debemos alentar. Puede que sea la ¨²ltima.
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