Deb¨² de Yerbabuena

La noticia era el deb¨² en La Maestranza de la ganader¨ªa propiedad de Ortega Cano y Roc¨ªo Jurado que lleva por nombre Yerbabuena. Debut¨® y no pas¨® nada. No qued¨® en el albero la fragancia de una planta tan arom¨¢tica, ni hubo toreo artista ni bravura y nobleza de cante grande. Hubo una novillada moderna y pare usted de contar.

En honor a la verdad, el cuarto fue bravo en el caballo, al que acudi¨® dos veces de largo y empuj¨® con fuerza. Pero se encontr¨® con un picador que ven¨ªa dispuesto a matarlo y no lo consigui¨® de milagro. Se ensa?¨® con el novillo y le recet¨® una paliza de ¨®rdago, mientras el novillero Saavedra asist¨ªa a la masacre como si la cosa no fuera con ¨¦l.

Saavedra estuvo en Sevilla, pero no se not¨® su presencia torera. Se comport¨® como un hombre sin ilusi¨®n ni ambici¨®n, ayuno de t¨¦cnica y con pocos mimbres para el triunfo. Su primero fue un novillo soso al que dio muchos pases insulsos y s¨®lo un par fueron largos y limpios. Despu¨¦s de tan grande gesta, sali¨® a saludar por su cuenta y alg¨²n extranjero le aplaudi¨®. El bravo cuarto se defend¨ªa en la muleta despu¨¦s de la paliza y el torero no dijo nada. Lo avis¨® el presidente antes de montar la espada y a punto estuvo de que le echaran el novillo al corral.

Casi la misma suerte corri¨® su compa?ero Pe?a, al que la buena voluntad presidencial evit¨® el disgusto del tercer aviso. Fue desbordado por el segundo novillo, que desarroll¨® una casta complicada, y tore¨® bien al natural en su primero cuando fue capaz de cogerle la distancia. La sorpresa la protagoniz¨® el madrile?o Iv¨¢n Garc¨ªa, muy joven, espectacular y valiente, que tore¨® muy bien con el capote, banderille¨® con facilidad y se la jug¨® en la muleta. Le funciona la cabeza, trasmite seguridad y alarga los brazos por ambos lados. Se le escap¨® el triunfo en el primero porque se apag¨® pronto; el sexto desarroll¨® sentido y, adem¨¢s, el novillero lo mat¨® muy mal.