Una realidad presente y clara
En su octavo mes, la Intifada ha llegado a su fase m¨¢s cruel y, para los palestinos, m¨¢s asfixiante. Los l¨ªderes de Israel est¨¢n claramente decididos a hacer lo que siempre han hecho: la vida imposible a este doliente pueblo. Lo que Sharon est¨¢ dispuesto a hacer no tiene l¨ªmites, y todo en nombre de un 'principio' aceptado por Estados Unidos, que consiste en negarse a hacer nada mientras contin¨²e la 'violencia'. Esto parece dar a Sharon derecho a asediar a toda una poblaci¨®n de tres millones de personas, mientras ¨¦l y Sim¨®n Peres, sin duda el m¨¢s deshonesto e hip¨®crita de todo el lote, recorren el mundo quej¨¢ndose del terrorismo palestino. Pero no perdamos el tiempo pregunt¨¢ndonos c¨®mo es posible que se salgan con la suya empleando t¨¢cticas tan despreciables, el hecho es que lo hacen y que seguir¨¢n haci¨¦ndolo en un futuro previsible.
Una vez dicho y reconocido esto, no hay raz¨®n para aceptar pasivamente sus consecuencias. Por consiguiente, analicemos serenamente la situaci¨®n desde un punto de vista t¨¢ctico y estrat¨¦gico. Esto es lo que encontramos:
1. Los l¨ªderes palestinos que aceptaron los acuerdos de Oslo y el ruinoso principio de la tutela estadounidense, as¨ª como toda clase de concesiones mezquinas (incluida una campa?a de asentamientos en marcha), son incapaces de hacer m¨¢s que lo que hacen ahora, o sea, atacar verbalmente a Israel y hacerle se?as por debajo de la mesa para indicarle que est¨¢n dispuestos a volver a las viejas (e in¨²tiles) negociaciones m¨¢s o menos de la misma manera. Aparte de esto, tienen poco poder y a¨²n menos credibilidad. La pasmosa habilidad de Arafat para sobrevivir le ha llevado todo lo lejos que le pod¨ªa llevar, y aunque debe de ser evidente para ¨¦l que se le ha acabado la cuerda, no tiene intenci¨®n de soltarla. Insiste tozudamente en la ilusi¨®n de que ¨¦l es Palestina y Palestina es ¨¦l; y seguir¨¢ crey¨¦ndolo mientras viva, pase lo que pase. La dificultad a?adida es que todos sus hipot¨¦ticos sucesores tienen menos talla y es probable que no hagan sino empeorar las cosas.
2. La pol¨ªtica estadounidense no se ve afectada por la dif¨ªcil situaci¨®n palestina, por muy grave que ¨¦sta sea. Bush es tan pro israel¨ª como Clinton, y el grupo de presi¨®n israel¨ª en Estados Unidos y en Europa es tan despiadado en sus mentiras y su informaci¨®n falsa como lo ha sido siempre, a pesar de los a?os de esfuerzos por parte de los ¨¢rabes para lograr un acercamiento al Gobierno estadounidense y (lo que no deja de sorprender) al lobby israel¨ª. Y aunque hay una gran cantidad de simpat¨ªa sin explotar hacia la causa palestina tanto en EE UU como en Europa, no ha habido ninguna campa?a palestina para ganarse a los afroamericanos, los latinoamericanos, la mayor¨ªa de las iglesias que no forman parte de las iglesias fundamentalistas del Sur, la comunidad acad¨¦mica y, como demuestr¨® una extraordinaria declaraci¨®n de varios cientos de rabinos apoyando los derechos palestinos en un anuncio pagado en The New York Times, los jud¨ªos norteamericanos, muchos de los cuales est¨¢n tan horrorizados ante Sharon y Barak como nosotros.
3. Es mucho menos probable que nunca que los Estados ¨¢rabes puedan brindar a los palestinos algo m¨¢s que una ayuda t¨¢ctica marginal. Todos ellos tienen intereses directos que les ligan a la pol¨ªtica estadounidense; ninguno tiene la capacidad de ser un aliado estrat¨¦gico para los palestinos. Por otro lado, en el mundo ¨¢rabe, un amplio abismo separa a los gobernantes de los gobernados, lo que da un aliento suficiente a la causa palestina, si se canaliza hacia la emancipaci¨®n y el final de la ocupaci¨®n.
4. Los israel¨ªes no van a poner fin a su pol¨ªtica de asentamientos ni a su asedio a la vida palestina en general. Pese a su fanfarroner¨ªa, Sharon no es muy inteligente, ni siquiera competente. Ha dependido de la fuerza y el enga?o a lo largo de toda su carrera y flirteado con el crimen y el terror la mayor¨ªa del tiempo, emple¨¢ndolos siempre que ha cre¨ªdo que pod¨ªa salirse con la suya. Nunca hemos abordado a la opini¨®n p¨²blica israel¨ª -especialmente a esos ciudadanos molestos por los acontecimientos actuales, que de hecho condenan a Israel a un conflicto permanente- y, desgraciadamente, tampoco tenemos ya nada que decir, por ejemplo, a los cientos de reservistas que se han negado a realizar el servicio militar durante la Intifada. En Israel hay todo un grupo de votantes a quienes involucrar, Debemos hallar el modo de hacerlo, como el Congreso Nacional Africano convirti¨® en una prioridad pol¨ªtica involucrar a los blancos en la lucha contra el apartheid.
5. La situaci¨®n palestina en s¨ª tiene remedio, ya que son los seres humanos los que hacen la historia y no al rev¨¦s. Hay suficientes j¨®venes palestinos en todo el mundo y suficientes palestinos mayores absoluta y totalmente exasperados, consternados y hartos de un liderazgo que ha protagonizado un desastre tras otro sin rendir cuentas jam¨¢s, sin decir la verdad jam¨¢s y sin enunciar jam¨¢s claramente sus metas y objetivos (a excepci¨®n de su propia supervivencia). Como dijo en una ocasi¨®n el fallecido Eqbal Ahmad, la OLP ha sido siempre muy flexible desde el punto de vista estrat¨¦gico y extremadamente r¨ªgida desde el t¨¢ctico. En efecto, este aforismo se ve perfectamente reflejado en su pol¨ªtica y actuaci¨®n desde 1993. Arafat empez¨® por aceptar las resoluciones 242 y 338 como base de las negociaciones (estrat¨¦gicas), luego cambi¨® con toda flexibilidad y acept¨® una modificaci¨®n estrat¨¦gica tras otra durante los a?os siguientes; se iban a interrumpir los asentamientos, pero despu¨¦s aumentaron, y tambi¨¦n lo acept¨®. Lo mismo con Jerusal¨¦n y la devoluci¨®n de todos los territorios. Pero Arafat nunca vacil¨® en su t¨¢ctica, que consist¨ªa en seguir dentro del proceso de paz y confiar en EE UU pasara lo que pasara. Estrat¨¦gicamente flexible, t¨¢cticamente r¨ªgido.
6. Por consiguiente, ahora necesitamos algo que, aunque la situaci¨®n lo requiere todos los actores se resisten, o sea, una verdadera declaraci¨®n de metas y objetivos. ?stos tienen que incluir ante todo el final de la ocupaci¨®n militar israel¨ª y el final de los asentamientos. Ning¨²n otro camino puede conducir a la paz y la justicia a los palestinos o a los israel¨ªes. La paz 'provisional' (como se insisti¨® en Oslo todo el rato, en fatal detrimento del pueblo palestino) no existe. Tampoco es posible que los palestinos tengan algunos derechos, pero otros no, es un disparate inaceptable. Un conjunto de leyes y derechos, un conjunto de metas y objetivos. Sobre esa base se puede organizar un nuevo movimiento palestino que debe incluir a jud¨ªos israel¨ªes y no israel¨ªes, especialmente individuos y grupos heroicos como los Rabinos pro Derechos Humanos y el movimiento liderado por Jeff Halper para acabar con la demolici¨®n de casas de los palestinos.
7. ?Cu¨¢les son los objetivos de ese movimiento? En primer lugar, debe ser un movimiento organizado, centrado en la liberaci¨®n y la coexistencia palestina y en el que cada uno forme parte de un todo, en lugar de ser un espectador ocioso a la espera de otro Saladino o de que lleguen ¨®rdenes de arriba. Hay que concentrarse en las otras dos sociedades cuyo impacto para Palestina es crucial: en primer lugar, EE UU, que proporciona a Israel un apoyo sin el cual lo que hoy pasa en Palestina no ser¨ªa posible. Despu¨¦s de todo, el contribuyente estadounidense aporta directamente a Israel 3.000 millones de d¨®lares en ayuda, adem¨¢s de un constante reabastecimiento de armas (como los helic¨®pteros que ahora bombardean ciudades y pueblos palestinos indefensos), que equivale a un total de casi 5.000 millones de d¨®lares. Esta ayuda tiene que ser interrumpida o radicalmente modificada. Y en segundo lugar, la sociedad israel¨ª, que o bien ha seguido apoyando pasivamente las pol¨ªticas racistas contra los palestinos 'inferiores' o bien las ha apoyado activamente trabajando en el Ej¨¦rcito, el Mosad o el Shin Beth para llevar a la pr¨¢ctica esta pol¨ªtica humanamente inaceptable e inmoral. Es incre¨ªble que lo hayamos aguantado tanto tiempo, como lo han aguantado tantos israel¨ªes, que tienen que hacer algo para cambiarlo.
8. Aunque todas las declaraciones de derechos humanos en el mundo (incluida la Carta de Naciones Unidas) reconocen hoy el derecho de un pueblo a resistir por cualquier medio cuando est¨¢ bajo ocupaci¨®n militar, y el derecho de los refugiados a regresar a sus hogares, tambi¨¦n es cierto que las bombas suicidas en Tel Aviv no cumplen ninguna finalidad, pol¨ªtica o ¨¦tica. Tambi¨¦n ellas son inaceptables. Porque hay una enorme diferencia entre la desobediencia organizada, o la protesta masiva, y el volarse a uno mismo en pedazos carg¨¢ndose de paso a unos cuantos inocentes. Hay que declarar clara y rotundamente la diferencia y grabarla de una vez por todas en todos los proyectos palestinos serios.
9. Los otros principios son bastante simples. Autonom¨ªa para ambos pueblos. Igualdad de derechos para todos. Fuera la ocupaci¨®n, la discriminaci¨®n y los asentamientos. Todo el mundo est¨¢ incluido. Toda negociaci¨®n que se emprenda debe basarse en esos principios, que tienen que ser claramente afirmados desde el comienzo, en vez de omitidos o sobreentendidos, como sucedi¨® en el proceso de Oslo impulsado por EE UU. El marco tiene que ser Naciones Unidas. Entretanto, depende de nosotros, palestinos, ¨¢rabes, jud¨ªos, norteamericanos y europeos, el defender al indefenso y poner fin a los cr¨ªmenes de guerra, como el castigo colectivo, los bombardeos y la persecuci¨®n que los palestinos padecen a diario.
10. ?sta es la realidad actual, en cuyo n¨²cleo se halla la enorme asimetr¨ªa, la tremenda disparidad de poder entre Israel y Palestina. Debemos apresar inmediatamente su elevado fundamento moral mediante los medios pol¨ªticos de que todav¨ªa disponemos: el poder de pensar, planear, escribir y organizar. Esto afecta tanto a los palestinos de Palestina como a los de Israel y los del exilio. Nadie est¨¢ exento de la obligaci¨®n de nuestra emancipaci¨®n. Es una pena que los l¨ªderes actuales parezcan totalmente incapaces de entenderlo. Por consiguiente, deben mantenerse al margen, lo cual acabar¨¢n haciendo sin lugar a dudas en alg¨²n momento.
Edward Said es ensayista palestino, autor, entre otros, de Fuera de lugar y de Cr¨®nicas palestinas. ?rabes e israel¨ªes, ante el nuevo milenio, Grijalbo, 2001.
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