Rectificar
Mientras ETA se encarniza con sus cr¨ªmenes de guerra, prosigue la amarga resaca dejada por el decepcionante resultado de las elecciones vascas. Ciertas voces, como Juan Luis Cebri¨¢n desde estas p¨¢ginas o el presidente Gonz¨¢lez durante el homenaje a Lluch en Barcelona, denuncian la campa?a de los aliados constitucionales, a los que se culpa por su cruzada antinacionalista y se les exige rectificar. Y su enfado resulta ciertamente comprensible, dadas las desmedidas esperanzas depositadas en aquellos comicios, de los que se deseaba una soluci¨®n para la cuesti¨®n vasca.
?Era demasiado esperar? Quiz¨¢, pues de haber vencido, los constitucionales lo habr¨ªan hecho por los pelos, quedando cautivos de una oposici¨®n mixta que incentivar¨ªa el entendimiento entre nacionalistas moderados y radicales. Y frente a ello, las urnas han arrojado un resultado viable en t¨¦rminos de gobernabilidad, dejando a Ibarretxe las manos libres para poder rectificar. As¨ª podr¨ªa darse la paradoja de que el fracaso de los constitucionales termine por salir bien, en contra de cuanto cab¨ªa esperar.
Por lo dem¨¢s, sobran los reproches contra Savater o Aznar, quienes tienen perfecto derecho a emprender una cruzada antinacional, con tal de que sea incruenta y respete los derechos de los dem¨¢s. Tambi¨¦n el nacionalismo vasco, con Arzalluz en cabeza, emprendi¨® hace m¨¢s tiempo una cruzada antiespa?ola, a lo que ten¨ªa leg¨ªtimo derecho. Lo malo es que, en el caso del PNV, su cruzada antiespa?ola convergi¨® con la que acomet¨ªa en paralelo el nacionalismo radical: y esta ¨²ltima era cruenta y criminal, violando los derechos ajenos. Semejante convergencia de cruzadas nacionalistas dio lugar al acuerdo de Lizarra, que no s¨®lo era anticonstitucional, lo que resultar¨ªa leg¨ªtimo, sino incivil, antidemocr¨¢tico y contra natura. Por tanto, si alguien debe rectificar, no es tanto Aznar, apaciguando su cruzada antivasca, como sobre todo el PNV, corrigiendo el error Lizarra.
Por desgracia, la cultura pol¨ªtica del catolicismo no facilita la virtud de rectificar, sino que exige sostenella y no enmendalla. Por eso, ante el tr¨¢gico fracaso de Lizarra, y al verse acosados por la campa?a constitucional, Ibarretxe y Arzalluz, como ayer Gonz¨¢lez y hoy Aznar, se negaron en redondo a rectificar. Ahora bien, esa misma ¨¦tica barroca que tensa las escenas pol¨ªticas espa?ola y vasca (imponiendo en aqu¨¦lla la honra calderoniana y en ¨¦sta la ignaciana), y que impide rectificar cuando se est¨¢ perdiendo, es tambi¨¦n la que permite hacerlo, y aun anima a ello, cuando se est¨¢ ganando o se acaba de triunfar. Es lo que cabe esperar de Ibarretxe, cuya incontestable victoria le permitir¨ªa rectificar con la cabeza bien alta, sin temor a parecer d¨¦bil y sin tener que avergonzarse ante nadie por ello.
Pero ?le dejar¨¢n hacerlo? Es evidente que el PNV deber¨ªa rectificar su error de Lizarra, que le someti¨® al arbitrio de un socio criminal e incontrolable. Pero otra cuesti¨®n muy distinta es si puede hacerlo. ?Est¨¢ el PNV a tiempo todav¨ªa de rectificar, o ya no podr¨ªa ni aunque quisiera, por haber avanzado demasiado por una senda sin posible retorno? Como soy optimista, creo que las instituciones, lo mismo que las personas, son capaces de aprender de su propia experiencia, corrigiendo sus errores y enderezando su camino. Y por eso conf¨ªo que el PNV sepa hacerlo, aprendiendo la lecci¨®n que debiera extraer de sus dos recientes errores hist¨®ricos.
El primer error fue oponerse al esp¨ªritu de Ermua. Se recordar¨¢ que Ardanza lo encabez¨® en un comienzo, liderando la resistencia civil contra ETA. Pero la direcci¨®n del PNV se asust¨®, temiendo por el futuro del nacionalismo, y desautoriz¨® a Ardanza. Y, contra Ermua, pact¨® el esp¨ªritu de Liza-rra. ?ste fue su segundo error, pues le hizo quedar como reh¨¦n de un organismo autista, que s¨®lo busca su sobrevivencia darwiniana. Por eso ETA jug¨® con el PNV, enga?¨¢ndole sin que ¨¦ste supiera evitarlo. Es verdad que ahora los electores vascos le han perdonado al PNV su error al dejarse enga?ar, disculpando su intenci¨®n pacificadora. Pero ese perd¨®n incluye la penitencia de tener que reparar los errores cometidos. Es lo que debe hacer Ibarretxe, rompiendo el lazo de Lizarra que a¨²n le ata a ETA, ahora ya sin necesidad, y reanundando su compromiso c¨ªvico con todos los dem¨®cratas, para abrir una nueva Mesa de Ajuria Enea.
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