La sombra de Michael Collins
En un discurso sorprendentemente inadvertido -hemos convertido el periodismo pol¨ªtico en un ejercicio de coyuntura-, en el homenaje parlamentario a Ernest Lluch, Pujol dej¨® dichas un par de cosas importantes sobre el fin de los conflictos violentos. En primer lugar, dijo que en la inmensa mayor¨ªa de los casos, estos conflictos s¨®lo pueden acabarse por la v¨ªa de la negociaci¨®n. En segundo lugar, que negociar la paz es a veces m¨¢s dif¨ªcil y precisa m¨¢s valor que mantenerse en la pureza de las propias convicciones. El que negocia la paz debe ceder en cosas que hab¨ªa dicho que jam¨¢s ceder¨ªa y debe volver a casa con los suyos y decirles que ha negociado y que ha renunciado. Que ha obtenido la paz, pero que ha dejado en la negociaci¨®n alguna cosa importante en la que cre¨ªa. Esto es muy complicado. Los suyos le llamar¨¢n traidor f¨¢cilmente. Pero es el precio de la paz.
La paz de los valientes exige siempre renuncias por parte de quienes negocian. Los ejemplos de Michael Collins, Sadat o Rabin son los de unos l¨ªderes que pagaron sus renuncias con la vida
Pujol puso, en aquella ocasi¨®n, un ejemplo conocido por todos, como m¨ªnimo por la v¨ªa cinematogr¨¢fica: el de Michael Collins. Dice la leyenda que cuando Collins firm¨®, en nombre del IRA, un acuerdo de paz con los brit¨¢nicos, el representante ingl¨¦s dijo: 'Hemos firmado la paz'. Collins habr¨ªa dicho: 'Hemos firmado la paz y mi sentencia de muerte'. Michael Collins, que proced¨ªa del radicalismo nacionalista irland¨¦s, fue asesinado por los suyos, que le consideraron un traidor, por las concesiones que hab¨ªa hecho a los brit¨¢nicos. Pujol hablaba en aquella ocasi¨®n del problema vasco, pero tengo la sensaci¨®n de que la sombra de Michael Collins se proyecta sobre todos los procesos de violencia pol¨ªtica que existen en el mundo. Por tanto, tambi¨¦n sobre la situaci¨®n vasca. Para entendernos, un d¨ªa u otro, para que haya paz en Euskadi, alguien importante del mundo de ETA tendr¨¢ que hacer de Michael Collins. No digo que imprescindiblemente tenga que acabar como Collins, pero s¨ª que ser¨¢ con toda seguridad tachado de traidor por una parte de los suyos. Alguien que renunciar¨¢ a cosas que ETA ha dicho que son irrenunciables. Pero, no nos enga?emos, al otro lado de la mesa habr¨¢ tambi¨¦n otro Michael Collins que tendr¨¢ que volver a hablar con los suyos con alguna renuncia en el bolsillo. En un cierto sentido, la sombra de Michael Collins no tiene que ver con el hecho de tener toda la raz¨®n o no tener ninguna. El que renuncie a algo en una mesa de negociaciones no lo har¨¢ porque crea que ha dejado de tener raz¨®n, sino porque considerar¨¢ que la paz vale alguna renuncia.
Aplicar la sombra de Collins al problema vasco es complicado, porque la sangre est¨¢ muy caliente y porque ninguna situaci¨®n es igual que las dem¨¢s, aunque todas se parezcan en algo. Pero, por el contrario, la sombra de Michael Collins sirve bastante para entender una parte de otros grandes conflictos actuales. Por ejemplo, el de Oriente Pr¨®ximo. Pujol cit¨® otros dos ejemplos equivalentes al de Michael Collins: gente que muere a manos de los suyos por haber firmado la paz: Sadat y Rabin. Sadat hace la guerra con Israel, la del Yom Kippur, y despu¨¦s de no haber vencido, vuela a Jerusal¨¦n para firmar la paz. Cuando vuelve a Egipto, con la paz y con concesiones israel¨ªes como la retirada del Sina¨ª, pero con alguna renuncia bajo el brazo, los suyos acaban mat¨¢ndole. Rabin firma la paz con Arafat, renuncia a cosas importantes, y al final muere a manos de un extremista jud¨ªo. Es la sombra de Michael Collins, lo que alguien llam¨® en el Pr¨®ximo Oriente 'la paz de los valientes'. La capacidad de enfrentarse con los suyos, en nombre de la paz, aun considerando que los suyos ten¨ªan raz¨®n.
Rabin y Sadat murieron por hacerlo. Barak inciner¨® su carrera pol¨ªtica por pactar con Arafat. Todos se pusieron a la sombra de Michael Collins. Todos, menos el propio Arafat, que nunca ha vuelto con los suyos con una renuncia bajo el brazo, sino con un discurso suficientemente ambiguo para no renunciar a nada, para no enfrentarse con nadie de su bando. Y Sharon tampoco parece querer situarse a la sombra de Michael Collins. Oriente Medio necesita la sombra de Collins. No necesariamente de gente que muera por la paz, sino de l¨ªderes pol¨ªticos que sean capaces de renunciar sinceramente a algo, a lo que consideran que tienen todo el derecho, en nombre de la paz. Rabin y Barak eran halcones que perdieron ante los suyos porque hicieron concesiones y los suyos no tuvieron la sensaci¨®n de obtener algo a cambio. Para el Pr¨®ximo Oriente sirven los dos principios que coment¨® Pujol en el homenaje a Lluch. A la paz s¨®lo se llega o por la v¨ªa de una victoria aplastante -imposible, en este caso- o por la v¨ªa de la negociaci¨®n. Y negociar exige l¨ªderes que est¨¦n dispuestos a renunciar, a enfrentarse con los suyos, aunque los llamen traidores, siempre que obtengan de la otra parte concesiones sim¨¦tricas. Ha habido algunos: Sadat, Rabin, Barak... Hacen falta m¨¢s.
Vicen? Villatoro es escritor y diputado por CiU.
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