Las dietas elevan 18 veces el riesgo de anorexia
En Espa?a se registran 6.000 casos nuevos de trastornos alimenticios cada a?o
Su destino estaba escrito en un papel. Pon¨ªa: 'Lunes, caf¨¦ con leche (desnatada) y una rebanada de pan con mantequilla (sin mermelada) para el desayuno; filete de pechuga de pollo a la plancha con 200 gramos de verdura cocida en la comida...'. Era una inofensiva dieta m¨¢s, y el primer recuerdo de un fragmento de vida deshecho. Arantxa Gil, una catalana de 28 a?os afincada en Menorca, es, al igual que Luc¨ªa, Mercedes y una incontable lista de nombres, una protagonista m¨¢s de una historia de ayunos y atracones, de soledad y desesperaci¨®n.
Unos 120 expertos espa?oles, reunidos en un congreso celebrado en Sevilla recientemente, y los ¨²ltimos estudios realizados sobre trastornos de la conducta alimentaria sostienen un dato escalofriante: hacer una dieta rigurosa aumenta 18 veces las posibilidades de sufrir anorexia o bulimia. En Espa?a cada a?o, y seg¨²n las mismas fuentes, 6.000 nuevos j¨®venes arruinan parte de sus vidas presas de una obsesi¨®n: no engordar.
'Detr¨¢s de la anorexia, de la bulimia y de las m¨²ltiples variantes de trastornos del comportamiento alimentario hay una dieta. Hoy podemos decir que es el principal factor de riesgo de estas enfermedades', explica Jusep Toro, psiquiatra que dirige la unidad de anorexia y bulimia en el Cl¨ªnico de Barcelona, que atiende 150 casos nuevos anualmente.
Los recientes informes muestran que cada a?o de enfermedad eleva un 1% las posibilidades de morir. Una chica como Arantxa que ha convivido con la enfermedad 12 a?os tiene un 12% m¨¢s de posibilidades que cualquier joven de morir por las patolog¨ªas asociadas al trastorno. Las cicatrices de sus mu?ecas lo atestiguan; Arantxa tiene en su haber cuatro intentos de suicidio. La mortalidad de la anorexia se encuentra entre el 5% y el 10% de los casos. Algunos expertos sugieren, a¨²n a falta de registro, que puede ser la segunda causa de muerte entre los j¨®venes tras los accidentes de tr¨¢fico.
Los estudios recientes revelan que en Espa?a casi un 6% de la poblaci¨®n joven (unas 350.000 personas) sufre trastornos de la conducta alimentaria. Ya sean variantes de anorexia nerviosa, es decir, rechazan la comida por miedo a engordar; o episodios bul¨ªmicos m¨¢s o menos agudos, o sea, comen vorazmente y despu¨¦s se provocan v¨®mitos, ayunan o realizan ejercicio excesivo para compensar.
'Ten¨ªa 16 a?os', recuerda Arantxa, 'me encontr¨¦ una dieta por mi casa y le dije a mi madre que quer¨ªa hacerla para perder un par de kilos. En s¨®lo 10 d¨ªas perd¨ª 10 kilos (dos tallas menos) y en cuesti¨®n de dos meses apenas com¨ªa. Llegu¨¦ a usar ropa de ni?o. Escond¨ªa la comida y la tiraba, enga?aba a mi madre dici¨¦ndole que ya hab¨ªa comido, que hab¨ªa picado por ah¨ª... Me pesaba seis veces al d¨ªa y cuando me dec¨ªan que estaba muy delgada lo interpretaba como un triunfo y me animaba. Y as¨ª, hasta que una ma?ana perd¨ª el conocimiento en el ba?o. Despu¨¦s me ingresaron y empez¨® un peregrinaje m¨¦dico que ha terminado hace apenas cuatro meses', cuenta ahora casi recuperada.
El misterio que sigue sin resolver es el de por qu¨¦ Arantxa sigui¨® adelgazando de forma compulsiva, por qu¨¦ no se detuvo en alg¨²n momento, por qu¨¦ lleg¨® a quemarse con cigarrillos sus propias manos para castigarse por haber comido... La indagaci¨®n en las causas de esta enfermedad ha consumido y consume gran parte de los esfuerzos de los expertos, y a¨²n hoy sigue siendo una inc¨®gnita.
Todos est¨¢n de acuerdo en que se trata de un enfermedad que cristaliza cuando concurren diversos factores: desde la predisposici¨®n gen¨¦tica hasta las condiciones sociales y familiares de la persona.Pero expertos y miembros de asociaciones aseguran que en Espa?a ni siquiera hay programas espec¨ªficos para estas enfermedades en todas las comunidades. 'Familias de Madrid han intentado ingresar a su hija en la unidad del hospital Ni?o Jes¨²s y no han podido porque estaban copadas las 12 plazas disponibles con chicas de otras provincias. Las cl¨ªnicas privadas surgen como setas, hacen barbaridades con las chavalas y cobran hasta medio mill¨®n de pesetas al mes por paciente. ?Qu¨¦ familia puede asumir eso?'. Se pregunta Maricarmen Gonz¨¢lez, de la Asociaci¨®n Nacional de Afectados por la Anorexia y la Bulimia (Adaner).
Cuando Arantxa sali¨® la primera vez del hospital, hace 12 a?os, y despu¨¦s de haber estado dos d¨ªas con una sonda, el m¨¦dico le dijo: '?Hala, a engordar un poquito!'. Se fue a casa y empez¨® con los v¨®mitos. 'Com¨ªa y vomitaba, com¨ªa y vomitaba. Me compraba laxantes y diur¨¦ticos', recuerda. Pas¨® a ser bul¨ªmica y esta faceta, mucho m¨¢s f¨¢cil de disimular, se prolong¨® mucho m¨¢s tiempo: 10 a?os.
Los m¨¦dicos especialistas aseguran que m¨¢s de la mitad de las bul¨ªmicas han sido anor¨¦xicas previamente. 'Resulta m¨¢s f¨¢cil. Es una forma de enga?arte psicol¨®gica y f¨ªsicamente, pero las consecuencias f¨ªsicas son brutales. Podemos sufrir roturas de es¨®fago y est¨®mago', dice Luc¨ªa, otra joven de 29 a?os que sigue tratamiento en la Asociaci¨®n Contra la Anorexia y la Bulimia (ACAB) tras sufrir anorexia y bulimia.
La continuaci¨®n del relato de Arantxa es estremecedora: 'Vomitaba seis veces al d¨ªa. Ten¨ªa 23 a?os y viv¨ªa en Barcelona mientras estudiaba Trabajo Social. Estaba fatal. Ya no iba a clase. Me gastaba 4.000 pesetas al d¨ªa en comida. Cuando mis padres dejaron de darme tanto, empec¨¦ a comprar pasta para hacerme enormes cazuelas de macarrones que devoraba en cuesti¨®n de minutos y que vomitaba un rato despu¨¦s, cuando ya me hab¨ªa preparado la comida para el siguiente atrac¨®n. Al final, fui al Cl¨ªnico, pero no hab¨ªa camas y me derivaron al hospital de Bellvitge. Despu¨¦s de dos a?os de terapia cognitivo-conductual en la que te dicen todo lo que tienes que hacer (dejar los cubiertos en la mesa despu¨¦s de cada bocado, no hablar de comida durante el almuerzo, no ver la tele...). Pero, cuando has controlado tu ritmo alimentario, eres adicta a los tranquilizantes y te das cuenta de que tus problemas no est¨¢n resueltos, y entonces qu¨¦'.
'Entonces, psic¨®logos y terapeutas que indaguen en el trasfondo emocional y que convenzan a las chicas de que no son enfermas cr¨®nicas [los tratamientos duran una media de cuatro a?os, pero el 30% de las anorexias y el 10% de las bulimias cronifican]', dice Isabel Rodr¨ªguez, psic¨®loga y voluntaria de una de las agrupaciones.
Rosa Calvo, psic¨®loga del servicio de psiquiatr¨ªa de La Paz, ahonda en esta tesis: 'Un tratamiento de verdad requiere pocos pacientes porque no basta con vigilarlos, sino que deben aprender a manejar su libertad', asegura.
El trasfondo enigm¨¢tico que rodea este tipo de conductas es el mismo que envuelve la sensibilidad de la mente. Cuenta como an¨¦cdota el doctor Toro que hace a?os tuvo un chico con anorexia de la cantera del Barcelona, al que su entrenador le dijo que ten¨ªa tripa. El chaval fue cuatro d¨ªas a la consulta y desapareci¨®. Cuando pregunt¨® por ¨¦l, el m¨¦dico del club le cont¨® entre risas que el chaval se hab¨ªa encontrado con su ¨ªdolo, Johan Cruyff (entonces jugador del Barcelona), que le dijo: 'Como cinco veces al d¨ªa para soportar este ritmo'. Y nunca volvi¨® a tener problemas con la comida. 'Lo que nosotros habr¨ªamos tardado a?os en solucionar, lo resolvi¨® de un plumazo el comentario de un afamado futbolista', dice Toro.
Arantxa casi ha conseguido controlar sus problemas con la terapia y se sonroja cuando cuenta que su novio es el enfermero que la cuid¨® cuando trataba de desprenderse de su adicci¨®n a los tranquilizantes: '?l conoci¨® lo peor de m¨ª y, aun as¨ª, me quiere', dice.
Al final del congreso, el doctor Toro ofreci¨® su propia receta ante un centenar de afectados y familiares. Su ¨²ltima diapositiva fue un fragmento de una canci¨®n de Joaqu¨ªn Sabina: '... que las verdades no tengan complejos, que las mentiras parezcan mentiras, que no te den la raz¨®n los espejos, que te aproveche mirar lo que miras'.
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