Madre o entrenadora, seg¨²n y c¨®mo
Martina Hingis, que no gana un 'grande' desde 1999, quiere dirigir su propia vida y mantener las distancias con su progenitora
La imagen que ofreci¨® ayer no dista mucho de la de hace dos a?os, cuando perdi¨® la final del torneo de Roland Garros ante la alemana Steffi Graf. Sin embargo, entre la Martina Hingis que se impuso ayer a la francesa Sandrine Testud por 6-1, 2-6 y 6-2 y la derrotada en 1999 va un abismo. Entonces acababa de adjudicarse su quinto t¨ªtulo del Grand Slam en el Open de Australia. Ahora, su vida ha tomado unos derroteros inesperados y mantiene una relaci¨®n de amor y odio con su madre, Melanie Molitor, y no encuentra casi nunca el camino adecuado. La consecuencia de tantas dudas es que Hingis no ha vuelto a anotarse ning¨²n grande. Demasiado tiempo en blanco para una campeona.
Sorprendi¨® verla llegar a la cita parisiense junto a su actual compa?ero sentimental, el ex periodista suizo Mario Widmer, y su progenitora. Nadie se imaginaba que ese decorado fuera a acompa?arla a lo largo de las dos semanas de competici¨®n. Hingis hab¨ªa tratado incluso con cierto pasotismo a Molitor en la de Cayo Vizca¨ªno (Estados Unidos) tras perder frente a la norteamericana Venus Williams. 'No s¨¦ exactamente cu¨¢l es mi papel', confes¨® su desorientada madre. La historia sigui¨® calent¨¢ndose en Berl¨ªn, donde Hingis volvi¨® a perder, frente a la francesa Amelie Mauresmo, en las semifinales. 'Nuestra separaci¨®n fue y sigue siendo la mejor decisi¨®n', manifest¨® la n¨²mero uno en la capital alemana.
Hingins ya estaba entren¨¢ndose entonces con el australiano David Taylor, quien ayer estuvo sentado junto a Molitor en el palco reservado a los jugadores en la pista central. Sin embargo, la tensi¨®n que se abri¨® entre las dos mujeres tras caer ante Graf hace dos a?os, cuando Hingins no acept¨® que Mario Widman dirigiera su carrera y dej¨® plantada a su madre tras haber llorado en su hombro sobre la misma arena, parece haber desaparecido. Cada una est¨¢ siguiendo su camino. Hingis, bajo la direcci¨®n t¨¦cnica de Taylor. Molitor, preparando a la rusa Lina Krasnorutskaia, de 17 a?os.
'A mi madre siempre la tengo a mi disposici¨®n', asegura Hingis, de 20 a?os; 'si no est¨¢ a mi lado, suelo hablar con ella cada d¨ªa. Puedo hacerlo cuando quiera, pero ella no debe estar siempre pendiente de m¨ª. He decidido hacerme cargo de mi propia vida'. 'He estado entren¨¢ndome con ella algunos d¨ªas en Z¨²rich antes de los torneos de Berl¨ªn y Roma', explica; 'ella me conoce mejor que nadie, puede darme muchos consejos y ser¨ªa una tonter¨ªa no aprovecharlos'.
Sin embargo, Molitor no tiene todav¨ªa claro cu¨¢l va a ser su papel en el presente y el futuro: 'No s¨¦ en funci¨®n de qu¨¦ estoy en Par¨ªs. Si como madre, entrenadora o consejera exterior'. Y Widman, su pareja, matiza en L'Equipe: 'Hay que vivir el d¨ªa a d¨ªa. Nunca sabes lo que puede ofrecerte el ma?ana'.
La cuesti¨®n es que tener cerca a su madre da estabilidad a Hingis. Y en Roland Garros ¨¦se es un aspecto fundamental si se aspira a ganar. Par¨ªs sigue siendo el ¨²nico reducto del Grand Slam en el que Hingins no ha inscrito su nombre. Este a?o, con las bajas de las estadounidenses Lindsay Davenport y M¨®nica Seles y la francesa Mary Pierce y las eliminaciones de Arantxa S¨¢nchez, Venus Williams y Mauresmo, puede lograr su objetivo. De momento, su pr¨®xima rival es la italiana Francesca Schiavone.
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