Yendo en torero
D¨ªcese del comportamiento, actitud, sentimiento y parip¨¦, que cual arrebato m¨ªstico despliegan en cada feria una cohorte de adefesios conocidos por la afici¨®n como 'torerillos de t¨®mbola'. Observarles apasiona, imitarles engancha o idiotiza.
A la legua se les ve porque tanto ellos como ellas cumplen a rajatabla su primer mandamiento: andar torero, pint¨®n y retador; vestir torero, reluciente y ajustado; peinar torero, caracolillos, lacas y brillantinas; mirar torero, g¨¦lido y fogoso; y hasta hablar torero, justito y sentenciando.
Ellos lo hacen altivos, forzando gallard¨ªa, acicalados a paletadas, y, sobre todo, mostrando a todos a las claras que llevan abierto al m¨¢ximo el caudal que una la bodega con la testosterona.
Ellas lo hacen garbosas y lujuriosas, pintureras y flamencas, cegadoramente deslumbrantes, y, por encima de todo, ce?idas y casi siempre fieles al minifaldero estilo contra el que rumbe¨® Escobar.
Unas y otros, si de marcar paquete se trata, ah¨ª es donde se lucen hasta el paroxismo sin reparar en apreturas, ni en los inevitables riesgos de escapes, reventones o fugas.
Si de lo que se trata es de querencias y distancias, entonces son maestros porque minuto a minuto hacen bueno lo de que 'dios los cr¨ªa y ellos se juntan', y realzando aquello otro de que 'ni con unos ni con otros, con nosotros'.
Que la cosa va de bravura, pues ellos y ellas estiran al m¨¢ximo sus palmitos para presumir de c¨®mo y cu¨¢nto se crecen siempre al castigo. ?Que va de nobleza?, pues entonces se esfuerzan hasta la temeridad para resaltar de gesto o de palabra sus casi siempre ficticios abolengos. Y cuando toca lo de la casta, ah¨ª es donde se gustan jact¨¢ndose de una fidelidad tan fugaz y vaporosa como esas revoleras con las que se rematan ciertas series de astrosas ver¨®nicas.
Si lo que se tercia es aquello de parar, mandar y templar, estos cofrados del horterismo frenan en seco a los intrusos, ordenan severos a sus ac¨®litos, y llevan 'a comp¨¢s' a los aspirantes haci¨¦ndoles sus escuderos hasta que finalmente se les acepte en la cuadrilla.
Y en llegando al tercio final, lo de 'en corto' es obvio y evidente porque ¨¦stas y ¨¦stos se arriman hasta soldarse no import¨¢ndoles lo m¨¢s m¨ªnimo la cogida que es por otra parte lo que siempre buscan. Lo de 'por derecho' tambi¨¦n es indiscutible, y lo mismo ocurre con lo de 'tirarse con el coraz¨®n, jugando bien la mano izquierda, hasta enterrarse en todo lo alto'. Una y cien veces lo intentan sin arrugarse si fallan porque es en los intentos donde derrochan toda su torer¨ªa.
Son as¨ª los 'torerillos de t¨®mbola' que con cada feria rebrotan plet¨®ricos de chabacaner¨ªa, ebrios de vanidad..., encantados de conocerse. Quieren ir en torero y aunque vayan de partidarios, ellos no son la afici¨®n.
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