Una C¨¢mara reforzada

Hab¨ªa expectaci¨®n ayer en la sesi¨®n inaugural de la s¨¦ptima legislatura del Parlamento vasco. Demasiada, incluso, para un pleno tedioso por concepci¨®n. Mas por encima del cors¨¦ reglamentario, corr¨ªa el viento que acompa?a a los cambios de ciclo pol¨ªtico, y caben pocas dudas de que el pasado 13 de mayo se predujo uno de esos momentos. No porque se invirtiera en Euskadi la relaci¨®n de fuerzas pol¨ªtica tradicional, sino porque se han modificado sustancialmente las circunstancias.

La jornada ofreci¨® variadas muestras de esa mutaci¨®n, aunque en dosis todav¨ªa moderadas. La m¨¢s significativa de todas, la recuperaci¨®n del protagonismo del Parlamento como ¨®rgano sustancial del marco auton¨®mico realmente existente. No es la C¨¢mara del inicio de la anterior legislatura, cuando parec¨ªa una instituci¨®n provisional y amortizable, a la espera de que las fuerzas de Lizarra definieran un nuevo marco de soberan¨ªa y territorialidad. Y tampoco puede ser ya el ¨¢mbito de incomunicaci¨®n y desencuentro que fue entre los partidos del nacionalismo gobernante y las fuerzas no nacionalistas.

Todav¨ªa falta mucho para aventar la desconfianza y hasta el rencor acumulados en los ¨²ltimos tres a?os, pero ayer se respiraba una atm¨®sfera mucho m¨¢s distendida entre los parlamentarios. Acostumbrados a una etapa en la que unos eran de cristal para los otros o se daban la espalda cuando se ve¨ªan, fueron noticia los saludos cruzados por diputados del PNV y EA con socialistas y populares. Algunos sinceros y otros, todo hay que decirlo, dubitatitivos por la falta de h¨¢bito.

La sesi¨®n tambi¨¦n ofreci¨® la vuelta a la C¨¢mara de Euskal Herritarrok despu¨¦s de su portazo de septiembre, que hizo inevitable el adelanto electoral. El discreto regreso de sus parlamentarios, reducidos a la mitad tras descontar las urnas el fin de la tregua, contrastaba poderosamente con su arrolladora irrupci¨®n de diciembre de 1998, cuando Arnaldo Otegi ejerc¨ªa de ¨¢rbitro y estrella de la situaci¨®n y era objetivo predilecto de micr¨®fonos y c¨¢maras. Esta vez tuvo mayor protagonismo su compa?era Araitz Zubimendi, la parlamentaria m¨¢s joven con 24 a?os, que vest¨ªa una sudadera de Haika, la organizaci¨®n juvenil ilegalizada por el juez Garz¨®n.

M¨¢s all¨¢ de este gesto testimonial, Zubimendi cumpli¨® con notable profesionalidad su papel de secretaria de la Mesa de edad, llamando a los parlamentarios en las cinco votaciones celebradas. Entre ellos, a Jaime Mayor Oreja, el primer ex ministro (y de Interior) que forma parte del Parlamento vasco. El jefe de filas de los populares quiso pasar lo m¨¢s desapercibido posible. Lleg¨® apenas tres minutos antes del inicio de la sesi¨®n y march¨® nada m¨¢s concluir ¨¦sta, pero sin poder escapar de los pertinaces reporteros de Caiga quien Caiga.