Una red de seguridad para Fraga

?Se est¨¢ armando un esc¨¢ndalo por una minucia? ?De verdad puede el voto de los gallegos emigrantes decidir algo en las auton¨®micas de octubre? La cuesti¨®n s¨®lo se resuelve con una respuesta a la gallega: depende. En condiciones normales, apenas deber¨ªa alterar el resultado que se registre dentro de Galicia. Pero si el PP sufriera un retroceso tal que le colocase por debajo del umbral de la mayor¨ªa absoluta y el sufragio de los emigrantes mantuviera la orientaci¨®n de los comicios de 1997, Manuel Fraga podr¨ªa controlar la emergencia con los votos de ultramar.

En las auton¨®micas de 1997 s¨®lo hubo dos esca?os que se disputaron con ciertas apreturas: uno en A Coru?a y, en menor medida, otro en Ourense. Los votos de la emigraci¨®n decantaron el primero, que en principio hab¨ªa ido al BNG y finalmente se lo llev¨® el PP. En Ourense, tras el escrutinio de los residentes ausentes, el PSOE, con mayor ventaja previa, logr¨® defender su diputado ante los populares. El ejemplo parece corroborar que los socialistas son, en principio, los menos afectados por los sufragios exteriores, ya que en Am¨¦rica el PSOE se mantiene en unas cotas electorales parecidas a las de Galicia. De ah¨ª que, salvo en situaciones de empate t¨¦cnico, los emigrantes te¨®ricamente s¨®lo dirimir¨ªan los esca?os re?idos entre populares y nacionalistas, porque en este caso la desproporci¨®n entre los votos del exterior y los del interior s¨ª es determinante: en 1997, el PP acapar¨® dos de cada tres sufragios internacionales, mientras el BNG recog¨ªa un testimonial 5%.

Desde 1997, el censo de la emigraci¨®n ha crecido un 15%. Pero, a pesar de este aumento, si el pr¨®ximo octubre se repitiesen los resultados de hace cuatro a?os, los votos exteriores s¨®lo volver¨ªan a variar el esca?o que ya entonces cambiaron en A Coru?a. Y as¨ª seguir¨ªa ocurriendo aun en el caso de que la participaci¨®n de los residentes en el exterior igualase la marca hist¨®rica del 35% que alcanz¨® en las generales de 1996.

?A qu¨¦ viene entonces tanta insistencia en el voto emigrante? Para entenderlo hay que situarse en la hip¨®tesis de una debacle del PP: que sufrieran una sangr¨ªa del voto urbano tan copiosa como en las municipales de 1999. Con los resultados que en esa ocasi¨®n obtuvieron en A Coru?a y Pontevedra trasladados a unas auton¨®micas, habr¨ªan perdido dos esca?os en cada provincia y, con ellos, la mayor¨ªa absoluta (se quedar¨ªan en 37 de los 75 diputados del Parlamento gallego). Si ¨¦se fuera el resultado en octubre, los emigrantes mantuvieran la misma participaci¨®n y la misma orientaci¨®n del voto que hace cuatro a?os y tampoco variase la correlaci¨®n de fuerzas en Galicia entre BNG y PSOE, el PP recuperar¨ªa al menos un esca?o por A Coru?a -con algo de suerte, tal vez otro por Pontevedra- suficiente para retener la mayor¨ªa. Puestos a buscar hip¨®tesis, tambi¨¦n podr¨ªa ocurrir que el PP repitiera en Ourense su peor resultado de los ¨²ltimos a?os -el 48,7% de las generales de 1996-, en cuyo caso ser¨ªa probable que la emigraci¨®n les devolviese el diputado que perder¨ªan en el interior.

De todos modos, los expertos en sociolog¨ªa electoral recomiendan tomar cualquier hip¨®tesis con mucha cautela debido a las enormes inc¨®gnitas que presenta la cuesti¨®n: desde la evoluci¨®n de un censo que se abulta, se depura y se encoge hasta las imprevisibles consecuencias de que, por primera vez, PSOE y BNG se est¨¦n volcando en la campa?a americana.