Larra?aga reconoce que mat¨® a la abogada Rubio porque no le dio dinero
El acusado dice que no recuerda que llevaba el cuchillo y los guantes que us¨® en el crimen
Lac¨®nico y evasivo en sus palabras, Larra?aga se neg¨® a responder a las cuestiones que le formularon los acusadores, salvo la fiscal. La sombra de un pacto previo entre las partes se desvaneci¨® r¨¢pidamente y el juicio, presidido por el responsable de la Audiencia alavesa, ??igo Madaria, y con un jurado compuesto por cuatro mujeres y cinco hombres, pronto defini¨® la estrategia de cada abogado. Varias de las acusaciones subrayaron que ¨¦ste se deb¨ªa convertir en un proceso con una condena 'ejemplarizante' y destacaron los sufrimientos, la 'agon¨ªa y angustia' que padeci¨® la v¨ªctima mientras recib¨ªa las 17 pu?aladas que acabaron con su vida el 24 de mayo de 1999. La fiscal fue m¨¢s lejos y quiso desterrar frente al jurado cualquier paralelismo con el caso de Joaqu¨ªn Jos¨¦ Mart¨ªnez. 'Aqu¨ª podemos modificar las conclusiones y el fiscal no es pol¨ªtico', dijo se?alando las diferencias entre la justicia espa?ola y la estadounidense.
Pero el acusado era el protagonista de esta primera jornada. Tras haber sido detenido con la etiqueta de asesino m¨²ltiple y haber mostrado en las pruebas psicol¨®gicas practicadas durante la instrucci¨®n un perfil intelectual de superdotado, Larra?aga marc¨® el ritmo de la vista oral, hasta el punto de establecer distancias con su propio letrado defensor y contradecirle cuando reconoci¨® que acudi¨® al despacho de Rubio obtener dinero. 'La situaci¨®n me super¨®. Tengo una noci¨®n de lo que sucedi¨®, s¨¦ que la mat¨¦, pero lo recuerdo como una nebulosa', se?al¨® con serenidad. Seg¨²n su versi¨®n de los hechos, aquella ma?ana hab¨ªa viajado a Vitoria desde su Azkoitia natal, y acudi¨® a varios conocidos para pedirles dinero. Asegur¨® no recordar que hubiera visitado despachos de abogadas y procuradoras, ni que portara en su cazadora tanto un cuchillo de monte como unos guantes de l¨¢tex, que utiliz¨® en el crimen.
Despacho revuelto Dijo que, al acudir por segunda vez a la oficina de Bego?a Rubio, le reclam¨® que le diera dinero; la abogada se lo neg¨® y, tras mantener una discusi¨®n con ella, perdi¨® la conciencia de sus actos. A pesar de que no recordaba los detalles de la agresi¨®n que acab¨® con la vida de Rubio, ten¨ªa en su memoria la imagen posterior del despacho revuelto, del que se llev¨® 4.500 pesetas que la v¨ªctima ten¨ªa en su bolso.
Las preguntas de los letrados que representan a la familia de Bego?a Rubio, al Colegio de Abogados de ?lava y a la acci¨®n popular, ejercida por la asociaci¨®n Clara Campoamor, a la que pertenec¨ªa Rubio, no recibieron respuesta por parte del procesado. Por el contrario, su defensor, Alfredo Gonz¨¢lez ?vila, tuvo que intervenir para intentar encauzar las declaraciones de su defendido, ya que en su alegato inicial sostuvo que Larra?aga no ten¨ªa intenci¨®n de robar. No hubo rectificaci¨®n y el inculpado se limit¨® a se?alar que se consideraba una persona normal que perdi¨® el control y que no conoc¨ªa 'el c¨®mo y el por qu¨¦' de su actuaci¨®n criminal.
Posteriormente, el defensor quiso quitar hierro a esta diferencia de planteamientos. 'He estado con ¨¦l media docena de veces en total y lo sigo considerando una persona fr¨ªa, que no me transmite absolutamente nada', explic¨® tras la sesi¨®n. Esta falta de comunicaci¨®n convierte a Larra?aga en una persona 'a la que hay sacar las palabras con sacacorchos', se?al¨® el abogado de oficio bilba¨ªno.
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