Otras palabras sobre la inmigraci¨®n
Es leg¨ªtimo y est¨¢ justificado preguntarse sobre cu¨¢l puede ser el valor de una declaraci¨®n institucional sobre la inmigraci¨®n en Catalu?a, que inevitablemente habr¨¢ de serlo sobre el bochornoso espect¨¢culo de injusticia que nos depara d¨ªa tras d¨ªa. Seguro que m¨¢s de uno de los especialistas que han contribuido a la elaboraci¨®n del texto sobre el tema que est¨¢ a punto de ser aprobado por la C¨¢mara catalana se ha hecho preguntas al respecto. Ahora bien, ?pod¨ªa despreciarse la oportunidad de introducir otros enfoques a la hora de abordar una cuesti¨®n maltratada por todo tipo de distorsiones y demagogias? ?No hubiera sido un acto imperdonable de arrogancia declinar la posibilidad de decir otras cosas sobre la inmigraci¨®n?
La apuesta del documento de la comisi¨®n de estudio sobre la pol¨ªtica de inmigraci¨®n en Catalu?a ha sido ¨¦sa: hablar de otro modo sobre el hecho migratorio y hacerlo con cierta voluntad de rigor, sorteando los t¨®picos y, ante todo, exigiendo mayores niveles de equidad en la consideraci¨®n de seres humanos a aquellos a los que las leyes niegan el derecho a existir entre nosotros y que son abocados a condiciones de acoso y explotaci¨®n que deber¨ªan avergonzarnos como pa¨ªs civilizado que pretendemos ser.
El texto -en cuya redacci¨®n ha sido fundamental el papel de la ge¨®grafa ?ngels Pascual y del soci¨®logo Jordi Porta- arranca recordando la intr¨ªnseca normalidad del hecho migratorio y su lugar constitutivo en la formaci¨®n de nuestra sociedad. Sigue luego con otra evidencia soslayada: no se puede ser inmigrante toda la vida; el inmigrante dejar¨¢ de serlo y es posible que llame inmigrantes a quienes lleguen despu¨¦s de ¨¦l. El documento hace el elogio del derecho a la libre circulaci¨®n de las personas, en un mundo caracterizado por la profusi¨®n y aceleraci¨®n de los flujos de informaci¨®n, capitales y mercanc¨ªas. La premisa m¨¢s innegociable del texto, su punto de partida y su conclusi¨®n mayor: cualquier ser humano que comparta nuestro mismo espacio y nuestro mismo tiempo debe recibir id¨¦nticos derechos y asumir las mismas obligaciones, derechos y obligaciones, que no pueden ser otros que los de la plena ciudadan¨ªa.
Es cierto que, como apuntaba la cr¨®nica que este diario publicaba con motivo de su presentaci¨®n (9-6-2001), el documento no contiene una sola cr¨ªtica expl¨ªcita a la actual Ley de Extranjer¨ªa. Tampoco hac¨ªa falta. El grueso de su contenido es incompatible con el marco legal vigente en Espa?a. En general, casi todas las recomendaciones en materia de legalizaci¨®n, escolarizaci¨®n, integraci¨®n laboral, vivienda, sanidad y servicios sociales se orientan en el sentido que las organizaciones antirracistas han venido proponiendo en los debates p¨²blicos al respecto. As¨ª, por ejemplo, se reclama que la polic¨ªa de la Generalitat -para la que se vindican mayores competencias- garantice la seguridad de los inmigrantes y el ejercicio de sus derechos, anotaci¨®n que se antoja especialmente pertinente despu¨¦s de la denuncia de Amnist¨ªa Internacional contra acciones de ese cuerpo. El Parlament ahora har¨¢ suyas, por otra parte, antiguas vindicaciones sindicales, como la concesi¨®n de visados para buscar empleo, que fue descartada por el Gobierno espa?ol a la hora de elaborar su ley, o la supresi¨®n del permiso de trabajo para quienes hubieran obtenido el de residencia.
El escrito desactiva lugares comunes frecuentes. Se advierte de que las pol¨ªticas de ayuda a los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo no pueden ser mostradas como una f¨®rmula m¨¢gica para interrumpir, por s¨ª misma, las corrientes migratorias hacia el mundo industrializado. Se insta a abandonar los discursos que magnifican el asunto y a separar las cuestiones relativas a la inmigraci¨®n de otras con las que tiende a ser confundida, como la marginaci¨®n, las asimetr¨ªas sociales, la especulaci¨®n urban¨ªstica o los abusos de poder. Se demanda una distinci¨®n clara entre expresiones de diversidad cultural que hay que respetar y proteger, y formas de desigualdad social o de g¨¦nero que es preciso superar. A los medios de comunicaci¨®n, se les pide una mayor seriedad y m¨¢s prudencia en el tratamiento del fen¨®meno migratorio. Al sistema escolar, sensibilidad y respeto a la hora de referirse a otras formas de vida. A todos, serenidad ante conflictos que ser¨¢n inevitables, pero que merecer¨¢ la pena afrontar.
Por ¨²ltimo, cabe destacar el protagonismo reclamado para los viejos valores de la ciudadan¨ªa y la civilidad, que son el marco conceptual en que debe producirse la integraci¨®n de la diversidad humana en una misma sociedad, en detrimento de nociones tan oscuras y potencialmente racistas como multiculturalismo o mestizaje.
El documento que va a aprobar el Parlament es una exaltaci¨®n razonada de los principios que deber¨ªan regir una sociedad moderna, es decir, orientada hacia el incumplido proyecto cultural de la modernidad. Lo que luego se haga con este texto es ya otra historia. Lo l¨®gico es que las instituciones y los partidos pol¨ªticos que lo han asumido, adem¨¢s de aplicar sus postulados, exijan la inmediata derogaci¨®n de la Ley de Extranjer¨ªa, puesto que el antagonismo entre ¨¦sta y el contenido del documento es absoluto e irrevocable. En cuanto a las organizaciones comprometidas en la conquista de nuevas fronteras democr¨¢ticas, podr¨ªa ser un instrumento para emplazar a que las instancias pol¨ªticas interpeladas sean consecuentes con sus proclamaciones oficiales y demuestren que no hacen de ¨¦stas una mera coartada con que legitimarse.
Acaso los partidarios m¨¢s radicales e impacientes de la libertad, la justicia y la igualdad deber¨ªan no despreciar demasiado precipitadamente el juego institucional. La l¨®gica de los poderes puede ser usurpada o confiscada en beneficio de otros distintos de quienes la generaron, sometida a principios de acci¨®n inesperados e imprevisibles. Dec¨ªa Michel Foucault en uno de sus escritos sobre Nietzsche: 'El gran juego de la historia es para quien se apodere de las reglas, ocupe el puesto de los que las utilizan, se disfrace para pervertirlas, utilizarlas al rev¨¦s y volverlas contra los que las hab¨ªan impuesto; para quien introduci¨¦ndose en el complejo aparato lo haga funcionar de tal forma que los dominadores se encuentren dominados por sus propias reglas'.
Manuel Delgado es soci¨®logo y ponente del documento sobre la inmigraci¨®n del Parlament.
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