Un caso de protagonismo suicida
Aunque los personajes de Blow son sombras de personas ver¨ªdicas, no resultan cre¨ªbles, ni se los imagina uno con existencia fuera de la superficie de una pantalla. Y digo superficie porque tampoco son imaginables en las honduras metaf¨®ricas de esa pantalla. Son huecos fantoches que ni van a alg¨²n lado ni proceden de ninguna parte, mu?ones de personajes que obligan a sus int¨¦rpretes a dejarse la piel en un esfuerzo in¨²til para darles consistencia y cuerpo.
Todos los hilos que tejen la trama y tensan la intriga de Blow est¨¢n casi imp¨²dicamente destinados a mover a un ¨²nico personaje. ?ste es una especie de esponja omnipresente, un (por lo visto ver¨ªdico) traficante de coca¨ªna llamado George Jung, melenudo y con cara de palo, que interpreta (mal, sin crecimiento, sin dar a toda su biograf¨ªa sensaci¨®n de mutaci¨®n) la estrella Johnny Depp, en un ejercicio tan abusivo, y tan da?ino para el equilibrio de la construcci¨®n del filme, de protagonismo, que el conjunto de actores que le rodean se hace reparto degradado a andamio humano. Es un grupo amorfo de seudopersonajes muletas, sin verdadera construcci¨®n interior y al servicio del lucimiento de las oquedades del aplastante divo, que obviamente as¨ª no s¨®lo no se luce sino que roza, por exceso de soledad, por condena al mon¨®logo visual, las zonas mortales del tedio y el rid¨ªculo.
BLOW
Director: Ted Demme. Int¨¦rpretes: Johnny Depp, Pen¨¦lope Cruz, Jordi Moll¨¤, Ray Liotta, Franka Potente, Rachel Griffths, Paul Reubens. Gui¨®n: Nick Cassavetes y David McKenna. G¨¦nero: thriller. Estados Unidos, 2001. Duraci¨®n: 124 minutos.
Y este ambicioso y, tal como es desarrollado, fatalmente pretencioso filme de y para Depp adquiere as¨ª un tinte suicida, pues al ser tan espeso el pellejo de su presencia no hay en pantalla nadie que le eche (ni en realidad puede hacerlo) una mano amiga y le ofrezca el regalo impagable de la r¨¦plica, por lo que el filme, que empieza de manera plana y sin crear tensi¨®n de expectativa, se obtura a¨²n m¨¢s al convertirse en una infructuosa b¨²squeda de interrelaciones entre gesto ¨¦pico y gesto tr¨¢gico, imitativa de la excelente Traffic, pero que se embarranca en una mayonesa cortada de mal thriller y peor melodrama.
El gui¨®n, construido al rev¨¦s, cuesta abajo, por David McKenna y Nick Cassavetes, y la direcci¨®n, muy imprecisa, sin estilo ni vigor, de Ted Demme, cierran el tri¨¢ngulo de desprop¨®sitos derivados de la sobredosis de Depp, cuyos colegas, o comparsas, de reparto se diluyen y finalmente se apagan, entre ellos dos int¨¦rpretes espa?oles de gran y fundado renombre. Jordi Moll¨¤ carga con un personaje escolta sin desarrollo, que termina con el mismo gesto que empieza, por lo que, para darle intensidad e identidad, el actor se ve obligado a sobreactuar. Y Pen¨¦lope Cruz, que irrumpe con un golpe de fort¨ªsima, arrolladora distinci¨®n y energ¨ªa fotog¨¦nica, pero que poco a poco pierde gas y, como su vac¨ªo esquema de personaje, se ve forzada a dejar toda la pantalla al amo Depp.
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